¿Lo que más recuerdo de Ricardo Morales? 

La primera vez que lo conocí sería por el año 83' en el colegio que los jesuitas regentan en Lima y lugar donde me ellos me educaron: me impresionó su elegante forma de vestir [no usaba sotana a pesar de ser sacerdote] y sus modales eran impecables, de Lord inglés y su tono de voz de galán de novelas radiales que hipnotizaba a nuestras mamás.  

Años más tarde, en secundaria, me lo topé y entablé cierta amistad surgida sobre todo porque desde su oficina, escogía a algunos chicos de 5to de media, nos permitía [a escondidas] fumar cigarrillos que él celosamente guardaba en un cajón de su añejo escritorio de caoba de las épocas de La Colmena, cuando el Colegio de la Compañía funcionaba ahí: licencia que lejos de ser un estímulo para la indisciplina era una interesante forma de acercarnos a la conversación y diálogo científico y cultural. Ahí nos hablaba de filosofía, historia, literatura, economía, sociedad, política, realidad social peruana, psicología pero sobre todo de educación, que era su campo.

Su pluralidad era increíble y no pocas veces fue criticado por el clero de ultra derecha [Opus] y por los grupos de poder locales por trabajar en la Fundación "Foro Educativo" con colectivos progresistas o sectores vinculados a la izquierda peruana de esos años. Su paso por la política a fines de los años 90s e inicios de los 2000s, lo dejó exhausto y decepcionado porque sus propuestas no tuvieron tribuna por quienes eran responsables del sector educación.

El educador peruano León Trahtemberg y él formaron una dupla increíble en el intento de reformular o re inventar la educación en Perú.

El padre Morales era Licenciado en Filosofía (Universidad Complutense de Madrid), Licenciado en Teología (Colegio Máximo Cristo Rey de México) y Magíster en Educación (Standford University-San Francisco. EEUU); además conferencista en temas educativos del Tercer Mundo en la UNESCO, la OEA, Banco Mundial, BID, AID, etc (Idel Vexler, La República, 2003).

Se retiró de la plataforma educativa hace unos 7-8 años y fue enviado a la Casa que los jesuitas tienen en Miraflores, en la Parroquía de Fátima; una vez, en 2010 me lo crucé en el Parque Kennedy, estaba sentado en una banca, solitario y viendo a los gatos del parque: como un General en situación de retiro sin tropas que comandar. Lo saludé y le invité un café en la Tiendecita Blanca, la conversación empezó a las 3pm y cerca de las 10pm lo estaba dejando en mi carro en Fátima.  

El intento que aún sigue vigente en la agenda nacional y que es la mejor herencia que deja Ricardo, el "jesuita elegante y combatiente" Morales para quienes ejercen la docencia, la ciencia y la difusión de conocimientos, es justamente eso: el amor por educar, por compartir lo que uno sabe, por el pluralismo, por no etiquetar a nadie, mejorar la enseñanza y cultura locales y por hacer de la educación una plataforma más democrática, social e inclusiva.

Gracias Ricardo, desde el cielo, gracias.