Los zorros en Lima
Además del aniversario de Lima, hoy es el cumpleaños de José María Arguedas. Si el escritor viviera hoy, vería en la Lima actual lo que vio en el Chimbote de su novela póstuma.
Despidan en mí un tiempo del Perú, cuyas raíces estarán siempre chupando jugo de la tierra para alimentar a los que viven en nuestra patria, en la que cualquier hombre no engrilletado y embrutecido por el egoísmo puede vivir, feliz, todas las patrias.
Muchos celebramos hoy el 479 aniversario de la fundación española de Lima. Han pasado casi cinco siglos y, con las sucesivas oleadas migratorias que se iniciaron a partir de los años treinta del siglo pasado, nuestra capital pasó de ser la Ciudad de Los Reyes y La Ciudad Jardín, en tiempos de la Colonia, a ser una Metrópolis con cerca de 10 millones de habitantes (superamos, por ejemplo, en casi dos millones a la población de nuestro vecino país de Ecuador y triplicamos la del Uruguay), que se presenta más amable bajo una nueva lógica de mercado que busca ser «inclusiva» y nos ofrece la promesa de que todos, los que perciben sueldo mínimo y los que son remunerados con sueldos de hasta cinco cifras por mes, podemos experimentar la bonanza económica que «ya le tocaba», esta vez, ya no solo a Lima, sino a todo el Perú.
Entre celebrar y no hacerlo es mejor lo primero. La gente goza porque compra cosas que no necesita y con eso consigue un estatus, se distingue de sus pares o se vuelve uno. La lógica consumista es la única ideología, ¡qué viva el gran Dios Mercado!, y que se endeude quien pueda endeudarse y quien no también. Lo importante es celebrar, ya decía.
El Mercado, autorregulado, o sea libre, y sabio ha logrado llevar a cabo algo que ni los estadistas ni nuestros más lúcidos intelectuales pudieron cumplir, la promesa dela vida peruana: «La Independencia fue hecha con una inmensa promesa de vida próspera, sana, fuerte y feliz. Y lo tremendo es que aquí esa promesa no ha sido cumplida del todo en ciento veinte años» (Basadre, 1958).
Ahora podemos acceder a la promesa de la vida peruana mediante una tarjeta de crédito, sin mayor trámite ni trauma.
La idea no es ser aguafiestas, pero es imposible dejar de pensar en esto hoy que también celebramos, aunque muchos menos lo sepan, el nacimiento de José María Arguedas (1911-1969), uno de nuestros más grandes pensadores, quien no nació en Lima sino en Andahuaylas y que durante toda su vida y obra, tanto creativa como intelectual, tuvo como gran tema al Perú, aquel país que llamó de Todas las sangres.
Pienso que si Arguedas hubiera visto nuestra Lima actual, quizá habría encontrado lo mismo que buscó en Chimbote y quiso denunciar a través de su última novela El zorro de arriba y el zorro de abajo, publicada póstumamente en 1971: las consecuencias de un capitalismo aberrante que socaba la identidad de las personas quitándole el estatus de ciudadano y convirtiéndolos en solo una cifra en un estudio de mercadeo, un esclavo de la necesidad.Y es que solo hemos cambiado de amos. Ya no se trata del poderoso Braschi, esa presencia fantasmal que nadie cuestionaba como patrón de patrones en la industria pesquera en El zorro de arriba y el zorro de abajo. Ahora, en vez de Braschis, sucumbimos ante el poder de los MALL de capital extranjero y los anuncios publicitarios que sin duda configuran de modo más concreto la identidad de un individuo que cualquier obra de Arguedas, lamentablemente.
Ya que todos estamos inmersos en el consumismo, propongo que desde este año celebremos el aniversario de Lima, además de brindando con un chilcano, regalándonos también libros de José María Arguedas. Con suerte en algunos años esto pueda convertirse en algo tan natural como el Día de Sant Jordi en Cataluña, en que cada 23 de abril los hombres regalan rosas rojas a las mujeres y estas les obsequian libros.