Solo escuché el nombre de Rosa Luxemburgo una vez en la Universidad. En medio de una clase de teoría literaria el profe tomó un respiro y describió su asesinato brutal, hace 95 años.

Nacida en Polonia en 1871, en 1898 se trasladó a Alemania y fue parlamentaria por el partido socialista alemán SPD. Sufrió cárcel en 1903, acusada de insultar al káiser Guillermo II y en 1906 fue nuevamente a prisión por “incitación al odio racial” y una vez más en 1916 por protestas contra la organización de la I Guerra Mundial. 

Dos años después, al salir en libertad, fue cofundadora del partido comunista alemán KPD, luego de que la realeza fuera derrocada. Frente a Lenin y la revolución Rusa es que comienzan los matices de su pensamiento, su originalidad. 

Al respecto debe leerse su ensayo "La revolución Rusa". Si en la política soviética se hablaba de una dictadura proletaria (que llegaría a su límite con Stalin), Luxemburgo más bien centraba su atención en la masa trabajadora, en un Estado obrero. Esto puede apreciarse también en su libro Reforma o revolución, un debate con Eduard Bernstein. 

Asimismo otra diferencia importante con Rusia se centraba en el papel del artista. Mientras Lenin exigía una literatura de partido, Luxemburgo hacía una diferencia importante entre la intención social del arte y la inspiración, sostenía así: "Pero en el verdadero artista, las opiniones políticas importan poco".

Rosa Luxemburgo murió junto a Karl Liebneckt el 15 de enero de 1919 por los llamados freikorps, grupos paramilitares de extrema derecha, que aplastaron el levantamiento del grupo Espartaco, el que ambos habían fundado.

Su recuerdo y obra no han desaparecido. En este sentido desde 1996 se celebra el segundo domingo de enero en Berlín la Conferencia Rosa Luxemburgo. En este día además se celebra una manifestación en su honor. 

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