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El legado de Juan Gelman

Ha fallecido el célebre poeta argentino a los 83 años en México.

Publicado: 2014-01-14

Lo primero que leí de Juan Gelman fue en una antología de poesía argentina. Entonces  surgió ese cariño que siempre le he tenido, cuando cayó en mis manos "El juego en que andamos". Este es el primer poema que he recordado en estos momentos, en que acaba de anunciarse su muerte. Y en medio de la tristeza y la conmoción lo transcribo aquí:  


Si me dieran a elegir, yo elegiría

esta salud de saber que estamos muy enfermos,

esta dicha de andar tan infelices.

Si me dieran a elegir, yo elegiría

esta inocencia de no ser un inocente,

esta pureza en que ando por impuro.

Si me dieran a elegir, yo elegiría

este amor con que odio,

esta esperanza que come panes desesperados.

Aquí pasa, señores,

que me juego la muerte.


En este poema trasunta la voz pura de Gelman, esa que trae resabios de tristeza, pero una pena chiquita y fecunda que más bien tiene mucho de esperanza. Ese es el tonode Gelman, que cae en cada verso, el de una nostalgia suave, delicada. 

Esto es lo que sucede con la memoria de cada poema, la forma en que se recrea la perdida convirtiéndola en un signo vital, en una alabanza, donde se ha deshechado todo elemento vulgar. 

Es como que Gelman consiguiera una alquimia del dolor en medio de un regocijo por los detalles mínimos que son evocados. Esto sucede, por ejemplo, en Comentario XVIII donde a pesar de ser "el castigado por tu ausencia" hay un goce de la memoria, de aquí que se diga: "y tenés piececitos como dulce esperanza / que andan por mi saliva". 

En este sentido el gran placer o erotismo de la poesía de Gelman es intenso en tanto que ocurre en la soledad, en el sí mismo de un amante que recrea el pasado para soliviantar el dolor. Es un erotismo a solas o que se cumple con el fantasma de la amada, aún fresca e inolvidable, por esto se menciona: "el arroyito de tu pelo/ que  llevo escondido como un fuego".

La mujer, la real o la inventada, es esa fuente de esperanza, por esto en cada una de sus mujeres brota ese espasmo de vida, ese resultado de una nostalgia fecunda donde siempre asoma el deseo. Nada se agota a pesar de las despedidas y quedan las albas, las rosas, todo se actualiza y vibra como sucede en el poema "Mujeres". Por esto mismo el "nunca" es un palabra inexistente en su poesía ya que estamos ante una fluidez de las vitalides y ella acompaña incluso en la muerte (recuérdense los versos finales de "Gotán"). 

Este es el sentido esperanzador que tiene el poema "Las bellas compañías" donde da una vuelta de tuerca a la noción negativa del dolor: "es muy común que un buitre me trabaje las extrañas no devorándolas sino más bien amándolas". Esta alquimia de la esperanza, que es la poesía, se advierte en su retrato de Isidore Ducasse (el conde de Lautréamont): "¿dónde encontraba resplandores? / los encontró en rostros podridos / melancolías desesperos / penas blanquitas tristes furias".

¿Cómo comprender esta esperanza a partir de la toma de posición política de Juan Gelman? En el discurso que brindó al recibir el Premio Cervantes en 2007 señaló que el exilio que le impusó la dictadura militar argentina le permitió comprender otro tipo de ausencia: el del país amado. 

Gelman comprendía que su poesía debía luchar contra la amnesia social de Argentina, pues como señala un verso de "Jenin": "La desmemoria saca monstruos". En este sentido no hay que olvidar el pasado de las dictaduras, a los muertos, las heridas . No hay que olvidar que la muerte existe, pues solo así podremos abolirla, pues como afirmó Gelman: "ahí está la poesía: de pie contra la muerte". 


Escrito por

Christian Elguera

Escritor y corresponsal de literaturas indígenas en Latin American Literature Today


Publicado en

Redacción mulera

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