Tras la reciente elección del cortometraje peruano “Solo te puedo mostrar el color” para competir por un Oso de Oro en la Berlinale, La Mula habló con su director, el cineasta Fernando Vilchez.
En una entrevista desde Madrid, ciudad en la que reside hace 5 años, Vilchez nos cuenta cómo realizó el cortometraje y las expectativas que tiene con respecto al famoso Festival de Berlín en el que, gracias a su talento, el Perú estará presente.
- ¿De qué trata “Solo te puedo mostrar el color”?
Este cortometraje nace durante el proceso de grabación del documental "La espera", documental que informa y reflexiona acerca de lo que fue el Baguazo, la peor tragedia social de la última década en nuestro país. Para realizar ese documental mi sonidista y yo tuvimos que convivir con una comunidad awajún, para intentar entender, dentro de lo posible, un poco más de lo que significa su vida cotidiana y sus luchas y protestas. Así, ingresamos a la Comunidad nativa de Santa Rosa, en Condorcanqui (en el departamento de Amazonas) y dentro realizamos un taller de video con jóvenes integrantes de la comunidad que jamás habían visto o tenido o usado una cámara en su vida. Era un taller puramente práctico: aprender a usar las cámaras, las funciones, los botones, las tarjetas de memoria, los trípodes. Les entregamos las cámaras para que recogieran lo que quisieran mostrar.
Eligieron los elementos más sencillos: sus árboles, sus ríos, sus caminos, sus nubes. En el imaginario del país los awajún son protestantes de caras pintadas que agitan lanzas. En el corto son jóvenes que graban nubes y cargan trípodes en sus espaldas.
- ¿Por qué el trabajo con los chicos?
- Porque para ingresar a una comunidad awajún, debido a la desconfianza reinante en el lugar, era importante ofrecer algo personal para ellos. Cuando fui con mi propuesta de vivir ahí no lo aceptaron, pues estaban cansados de extraños. Solo a través de la propuesta de ofrecerles este taller de vídeo (lo único que podía ofrecerles de mi parte) es que las puertas se abrieron para poder vivir ahí y conocer un poco más su realidad.
- ¿Conservas algún tipo de comunicación con ellos o tienes más proyectos similares (talleres)?
- Cada vez que regreso a Perú me comunico con dos de los chicos que están en el taller. De cuando en cuando recibo sus llamadas o les hago una perdida, porque donde están no hay señal, tienen que salir de ahí hasta Nieva, el puerto más cercano con señal telefónica, para poder llamar y recibir llamadas. Luego de ese taller, no he hecho más.
- ¿Consideras que en el Perú hay una corriente de cineastas más preocupados por tocar temas sociales - conflictos o al contrario?
- Cada persona que se dedica al cine tiene su manera de vivir este oficio, algunos como un arte, otros como un negocio, muchos en el término medio. Creo que ya desde la decisión de hacer una película de una manera u otra es un reflejo de una visión social del mundo. Hay casos de películas que, pretendiéndolo o no, de manera explícita o no, alcanzan a dar una mirada humanista o una mirada despiadada de la sociedad ¡cuando solo se buscaba hacer una comedia sencilla! Pero lo que sí no veo en el Perú son cineastas que afronten abiertamente los temas sociales. El año pasado miles de personas salieron a la calle a protestar durante varios días, fue un momento especial dentro de la vida ciudadana del país. Solo sé de una persona que se dedicó a grabar esos eventos pensando en registrarlos para una película. Si bien el cine no está obligado a cubrir "temas sociales", sí siento que carecemos de cineastas con energía para asumir ese compromiso".
- ¿Cuánto tiempo te llevo hacer el corto?
- Mientras editaba la primera versión del documental LA ESPERA iba descubriendo que este taller con los jóvenes de la comunidad Santa Rosa era, por sí mismo, otra película. Pero es parte del mismo proceso que LA ESPERA, es decir, un proceso de dos años y medio.
- ¿Qué expectativas tienes con tu corto en el festival de Berlin?
Lo principal es que el tema del Baguazo siga despierto, que asuntos cruciales y que van en aumento como los conflictos sociales, la consulta previa y los gobiernos prepotentes sean una y otra vez discutidos, y más ahora que eso ocurrirá nada menos que en un festival de clase A como es la Berlinale.
Gracias al festival, este cortometraje puede ser una oportunidad para ver, sentir y -quizás- iniciar una discusión no sólo sobre lo que sucedió entonces sino también sobre el centralismo, el clasismo y otras fracturas históricas que hacen del nuestro un país fracturado.