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Walter Mitty: la fantasía como obstáculo

La reciente película de Ben Stiller se basa en un cuento de James Thurber también titulado "The secret life of Walter Mitty", el que aquí comentamos.

Publicado: 2014-01-07

Lennon nos recuerda sabiamente en Beautiful boy que: "Life is what happens to you while you're busy making other plans". Ciertamente el problema de los planes es cuando la capacidad ensoñadora se convierte en un obstáculo, que apremian y frustran. Este es el principal tema del cuento de James Thurber "The secret life of Walter Mitty", escrito en 1939 para New York Magazine y en el que Ben Stiller ha basado su última película.  

El cuento de Thurber comienza con una de las ensoñaciones de Mitty, quien imagina estar conduciendo un hidroplano y reacciona sorprendido al ver su mujer en el coche. De inmediato entramos en los óbices del protagonista, en su disyuntiva: por un lado la fantasía elevada, por otro la realidad prosaica.

Thunder se encarga de hacer exagerada la lamentable situación de Mitty frente a su esposa: mandoneado, humillado, reducido a una figurilla. Ahora, con la misma intensidad que su vida real es anodina su fantasía resulta narcisista: Mitty es un médico de quien depende la salud de un banquero millonario y que ha escrito un libro famoso sobre estreptotricosis, es acusado de asesinato.

Se trata de idealizaciones que lo convierten en una persona envidiable, admirable, invencible. Mitty necesita de la aprobación de los demás ya que ante los suyos es como un ente invisible e insignificante, por esto en algún momento dirá a su esposa: "¿No se te ha llegado a ocurrir que yo también pienso a veces?” Este pensar de Mitty, o mejor dicho este delirar, ha llevado a que se hable de un "síndrome de Walter Mitty", esto es, fantasear en lo cotidiano (algo así como "soñar despiertos").

Valdría hacer un breve parangón con el cuento "El otro cielo" de Julio Cortázar. Los protagonistas de estos textos se refugian en mundos irreales, ya que estos les ofrecen una vitalidad, un reconocimiento, una felicidad que de otro modo no podrían conseguir. Igualmente el final es semejante: ambos se ven condenados al fracaso y terminan reducidos a ser los mismos seres mediocres unidos a mujeres que no aman, en medio de un deleznable estabilidad.

Asimismo, es similar la incitación que tanto Cortázar y Thurber buscan transmitir: despertar, pues si por un lado es condenable la vida autómata también lo es la vida del fantasioso. De esta manera nosotros mismos terminamos siendo nuestro perro del hortelano: ni en uno ni en otro mundo podemos estar en nuestra salsa, siempre hay una incompletud. El problema de Mitty es buscar lo excepcional en lo abstracto, en lo lejano y no en la realidad, en lo concreto.

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Escrito por

Christian Elguera

Escritor y corresponsal de literaturas indígenas en Latin American Literature Today


Publicado en

Redacción mulera

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