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El alcohol y los escritores (I)

Un repaso de la relación de Ribeyro, Bukowski y Faulkner con la cerveza, el coñac y el whisky. 

Publicado: 2014-01-01

Esta es una larga historia que probablemente no acabará mientras existan los escritores y el alcohol. Los casos afloran a cada paso y es posible que las mejores anécdotas que recodemos de nuestros escritores predilectos -apócrifas o no- tengan que ver con su vínculo con el licor: los delirios de un Edgar Allan Poe o la muerte de Dylan Tomás, por ejemplo.  

Hoy quisiera sin embargo recordar a tres autores que usaban el alcohol como un estimulante para escribir, para conseguir una atmósfera propicia a la creación, como una especie de fuerza que alienta las búsquedas de las palabras. Estos escritores son Julio Ramón Ribeyro, Charles Bukowski y William Faulkner.

Julio Ramón Ribeyro

En La tentación del fracaso puede encontrarse el recuento de numerosas borracheras que tuvo Ribeyro en los años europeos. En muchos pasajes de las décadas del 50 y 60 hay una culpa, pues consideraba que la bebida lo alejaba de la escritura, ya sea por la bohemia que lo distraía o los efectos de la resaca.

Sin embargo, consideraba que la relación literatura-alcohol era totalmente natural y hasta productiva, así confesaba en la nota del 20 de marzo de 1956: “Voy a tener que recurrir (…) al estímulo de la cerveza, No es que el alcohol fecunde mis ideas, sino que templa mi voluntad, robustece mi entusiasmo y me permite mantener un tren de escritura sin sentirme doblegado por el aburrimiento”.

En este caso el alcohol se convierte en un medio que favorece la concentración y ayuda a no desistir el intento de la escritura. Ciertamente cuando uno escribe se ve afectado por diversos entretenimientos que obstaculizar la labor, y en este sentido para Ribeyro el alcohol le era favorable para tener una faena literaria sin contratiempos, para crear un sistema equilibrado donde los personajes y escenas fluyan más fácilmente.

Charles Bukowski

De Bukowski son épicas las borracheras de sus personajes, pienso especialmente en el gran Henry Chinaski. Para el escritor norteamericano la cerveza era un refugio que soliviantaba el dolor de las derrotas, que hacía más digerible la miseria humana. Así, por ejemplo, en el cuento “Kid Stardust en el matadero” tras su fracaso laboral el protagonista busca el paliativo de una cerveza en el primer bar que encuentra.

Esto es más evidente en el poema titulado “Cerveza”, donde el licor es el único compañero ante la espera. En este caso para Bukowski la bebida se convierte en un modo de paliar la soledad y es la única presencia aliciente en medio de la rutina y la vulgaridad.

Entre las recomendaciones para escribir que ejemplarmente plasmó en su poema “Cómo ser un gran escritor”, Bukowski decía: “solo bebe más cerveza / más y más cerveza”. En un siguiente verso la cerveza se convierte en un estimulante tan valioso como Bach. Luego, Bukowski nos aclara que frente a la corrupción social y política lo único decente y leal es la cerveza, que se configura como sangre ardiendo o como una amante que nunca abandona. En el alcohol se van concentrando así las fuentes indispensables de erotismo, de goce. Por esto el tomar la cerveza es la máxima que sugiere a todo escritor, pues esta ha dejado de tener en el poema toda connotación peyorativa y se ha convertido en un estímulo vital.

William Faulkner

En una entrevista le preguntaron a Faulkner sobre el porqué de la estructura caótica de sus novelas, a lo cual respondió que eso se debía a que siempre que escribía por las noches tenía a su lado una botella de whisky y mientras bebía muchas ideas venían a su cabeza, las escribía y luego no las recordaba.

Sin embargo en este punto vuelve nuevamente la figura del alcohol como estimulante creativo. Según Faulkner beber whisky le abría nuevas posibilidades de escritura, formación de oraciones acaso con un sentido ilógico que brotaban conforme los vasos iban y venían. Si recordamos que para Faulkner unas de las condiciones indispensables para escribir era el espacio entonces el whisky se convertía para él en un recurso para hacer más confortable el lugar escogido. En otro momento el autor El ruido y la furia declaró: “La experiencia me ha demostrado que lo único que necesitaba para trabajar era papel, tabaco, alimentos y un poco de whisky"

Como sucede también con Bukowski el licor era para Faulkner un estimulante vital, un medio para vivir mejor, por esto dijo: “Cuando tomo el primer Martini yo me siento más grande, más sabio. Cuando bebo el segundo Martini yo me siento superlativo y cuando bebo otro más no hay quien pueda pararme”.

Faulkner además disfrutaba de un tipo de bebida especial llamado Julep de menta. Asimismo creía en los poderes benéficos del alcohol y así como Ribeyro bebía coñac cuando se resfriaba Faulkner se preparaba un hot toddy (whisky con limón y agua hervida) para curar el catarro.


Escrito por

Christian Elguera

Escritor y corresponsal de literaturas indígenas en Latin American Literature Today


Publicado en

Redacción mulera

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