#ElPerúQueQueremos

Contra Natalia Málaga

Sobre la autoridad y el privilegio

Publicado: 2013-12-29

Ok, no "contra" ella, personalmente, sino contra el estilo que ha impuesto y la recepción que este estilo está teniendo desde hace algún tiempo en el Perú. 

En la edición impresa de El Comercio de hoy, uno de los entrevistados de siempre del decano de la prensa peruana, el Cardenal Juan Luis Cipriani, aprovecha la ocasión del recuento político que los periodistas le piden para añadir algunas gotas al que viene siendo al menos un riachuelo de opinión a favor de la ex voleybolista y hoy entrenadora. La "gente", dice Cipriani, "ha visto en ella liderazgo y firmeza", para luego añadir que a él "no le disgusta" la idea de que personajes del mundo deportivo u otros afines irrumpan en la escena de la política (algo que se vocea hace tiempo sobre Málaga, quien por ahora lo niega).

Natalia Málaga, elegida "Personaje del Año" por el propio Comercio hace algunos días, ha hecho también lo suyo para generar esta impresión, declarando recientemente (al mismo diario) que en el Perú lo que falta es autoridad, y que para gobernar bien el presidente Ollanta Humala debería "meterle palo a todos".

Ahí está, pues, la noción de autoridad que no disgusta a Cipriani, y que según él "la gente" tanto aprecia: palo con todos. Cuadra bien con ese estilo Málaga al que me refería, que más allá de sus virtudes profesionales y técnicas, se caracteriza por las voces altas y destempladas, los gritos y los zamaqueos verbales a sus entrenadas del equipo juvenil. Por si no lo recuerdan, aquí va un video.

¿De qué se trata todo esto? Para saberlo, propongo a los lectores un pequeño experimento mental. Imaginen por un segundo que la entrenadora del equipo juvenil de voley no es Natalia Málaga, sino otra profesional del campo. Por ejemplo, la también voleybolista Sara Joya, entrenadora del actual campeón de la liga nacional juvenil femenina, el Géminis. Esta es una foto de Joya:

Ahora, imaginen los insultos y las vapuleadas que Natalia Málaga suele dirigir hacia sus pupilas, pero emitidos por Sara Joya. E imaginen que la destinataria de este vocerío es, digamos, la juvenil Luciana del Valle:


Ok. Ahora imaginen la reacción general de la sociedad peruana ante este hipotético "estilo Joya", similar en todo al "estilo Málaga" excepto la identidad de su protagonista, y pregúntense si alguien estaría hablando de "autoridad" en ese caso o reclamando que la gritona entre como una tromba a ordenar nuestro país.

Así entenderán lo que quiero decir: no que Natalia Málaga sea racista (lo dudo), sino que la sociedad peruana lo es, y mucho, y que el éxito que en nuestra imaginación está teniendo su forma de hacer las cosas tiene menos que ver con la "autoridad" y la "firmeza" que con la afirmación de un privilegio y una jerarquía que ya vienen dados y se asumen como algo natural.

Es que en el Perú con frecuencia confundimos la afirmación de la autoridad con la afirmación de privilegios raciales y de clase, independientemente de la voluntad de los actores individuales. Digan lo que digan Cipriani y El Comercio, todos deberíamos estar, a estas alturas, contra esa confusión.


Escrito por

Jorge Frisancho

Escrito al margen


Publicado en

Redacción mulera

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