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Bunbury, el cantor de los amantes

A motivo de la próxima visita del cantante español recordé estas 10 canciones. 

Publicado: 2013-12-22

Todo comenzó en cuarto de secundaria. Me volví un fanático acérrimo de Héroes del silencio y me duró toda la Universidad. Siempre volvía a Héroes cuando las ideas se estancaban, cuando necesitaba alguna motivación o meditar. A esto se sumaba mi fascinación por Bunbury, por la energía, furia o rabia que corría en cada interpretación, los gestos, la mirada, esa forma de provocar a la audiencia.  

El amor hacia Bunbury se incrementó cuando conocí a Livia, día y noche, entre jornadas sin descanso, entre comidas y libaciones, nuestra dosis de canciones era necesaria para sobrellevar los cursos, la miseria laboral. Aún conservo el primer regalo como un tesoro que repaso en las noches más desoladas: un disco original de Bunbury.

A Livia le gustaba Con el alma en los labios y era como si entonces todo levitará y sus labios susurrarán cada letra despacito a las paredes, a mis libros, y así todo se animaba con firmes palabras: "Si tú me quisieras como yo te adoro el séptimo cielo sería de los dos".

Aquel Bunbury del Flamingos es la pura nostalgia, el puro sabor de las perdidas y de cómo los dolores se camuflan mejor con una canción, cantándolas, recordándolas. No de otro modo he sentido la profundidad de No se fie de nadie o Al final. Con Livia nos gustaba interpretar cada canción durante las caminatas por la Av. Perú, en medio de los pasillos de la facultad.

Lady Blue, canción de la despedida, trozos de tristeza en cada letra “nada queda de las vueltas que el tiempo nos dio, todo se fue con el huracán”. Los finales, las claudicaciones, las derrotas resumidas en una voz que es agonía. Y cómo disfrutábamos bailar acaso el Otto et mezo o la señorita hermafrodita, ese aire lúdico, de ligereza, de libertad, de inquietud parvularia que instauró Bunbury con el Freak Show o Pequeño cabaret ambulante.

Ambos quedamos afónicos durante el concierto que dio Bunbury en el 2012; cada puesta en escena nos dejaba anonadados: gritamos, saltamos, coreamos. Recuerdo especialmente la interpretación de El jinete. La intensidad vocal iba a la par del modo en que apretaba la mano de Livia, acaso temiendo que alguna vez ella fuera esa amada muerta. 

La relación con Livia tuvo dos canciones de Bunbury como epitafio, no otro cantante acaso pudiera haber expresado esa crisis de nervios, esos vacíos que iban brotando, como hielo en la lengua o una espina en la garganta. El final con Livia sangraba canciones de memoria, de rencor, de cuitas y, sobretodo, de impotencia por no retroceder siete años atrás, eso fueron para nosotros “Lo que más te gusto de mí” y “Es hora de hablar”.

Bunbury vuelve en abril del 2014, tal vez vuelva a ver a Livia, quién sabe. Solo espero acaso que ella apruebe esta lista, pues nadie mejor para comprender cada una de estas canciones. Porque a pesar de todo seguiremos teniendo en común esta fiebre, adicción, vesania por Bunbury. 

1.Al final

2. Sacame de aquí

3. Lady Blue

4. Alicia

5. El jinete

6. Es hora de hablar

7. Lo que más te gusto de mí

8. No me llames cariño

9. No se fie


10. Algo en común








Escrito por

Christian Elguera

Escritor y corresponsal de literaturas indígenas en Latin American Literature Today


Publicado en

Redacción mulera

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