Raul Oaida tiene 19 años, es hijo de rumanos y reside en la ciudad de Milán (Italia), y ya ha sido calificado como un genio por haber conseguido algo que se creería imposible de realizar: construir máquinas de transporte utilizando únicamente piezas de Lego. 

Para un concurso escolar —el cual, por supuesto, ganó— construyó un motor a vapor. Luego, se pasó más de tres años recabando la información suficiente para dar el siguiente paso: diseñar y construir una bicicleta implementada con un propulsor jet que llegaba a 41 km/h. Según algunos especialistas, de lanzarse al mercado, costaría la friolera de 15 mil euros. Al respecto, Raul declaró que la había construido solo con fines demostrativos.

Sin embargo, no quedó contento con ello. Al siguiente año, evidenció su pasión por aquellos pequeños ladrillos de plástico. Fue así que realizó su versión Lego del transbordador espacial. Gracias a un globo aerostático llegó hasta la atmósfera, a 35 mil metros de altura. 

Entre aquellos que han felicitado el ingenio de Raul está el empresario australiano Steve sammartino, quien se contactó con él a través de Internet, cuando todavía la réplica del transbordador era solo una idea que habitaba la cabeza del joven creativo. Impresionado por el proyecto decidió financiárselo con su propio dinero.

La alianza, sin embargo, no terminó allí. Continuó veinte meses después y creció al contar con el apoyo financiero (22 mil dólares) de un conjunto de investigadores reclutados por el mismo Sammarino a través de Twitter. Todo por el Super Awesome Micro Project: el automóvil de dimensiones reales manejable como cualquier otro (aunque a una velocidad reducida), pero con la particularidad de estar construido casi enteramente con piezas de Lego. Desde el motor de aire comprimido hasta los 256 pistones, el volante y las puertas fueron hechos utilizando cerca de 500 mil ladrillo de plástico. Solo los neumáticos y las ruedas han debido utilizar otro tipo de materiales.

La velocidad se halla necesariamente limitada a no más de 30 km/h debido a la fragilidad de la construcción y al material con el que ha sido hecho (que si se incrementara excesivamente la temperatura deformaría fácilmente el plástico).

Aquí puedes ver al auto en marcha.

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