Luis Hernández (Lima, 1941 - Buenos Aires, 1977) es considerado uno de los principales nombres de la promoción de los años sesenta. Su poesía es capaz de generar distintos efectos: ironía, humor, irreverencia, reflexión profunda. Uno de los datos que lo ha hecho más conocido es que escribió la mayor parte de su obra en unos cuadernos que él mismo preparaba artesanalmente, para luego regalarlo a algunos cuantos escogidos, entre amigos, familiares y uno que otro paciente de su consultorio en Jesús María. Para el crítico Luis Fernando Chueca la 'fama' de Hernández ha ido en crecimiento progresivo desde su muerte y se ha evidenciado en una actual “vigencia entre los poetas más jóvenes”.  

¿Qué factores han hecho posible este culto por su obra?

Creo que el primero de ellos es el valerse de recursos propios del habla coloquial. Específicamente, jergas y ciertos giros expresivos particulares. Por supuesto que no se tratan de los términos en sí mismos. Con el paso del tiempo lo primero que 'envejece' o 'muta' en el lenguaje son tales términos. Que el lector trate de recordar, por ejemplo, frases que en su infancia eran tan comunes, pues hoy no son más que giros olvidados —en muchos casos— casi por completo. Pero, como decía, no se trata de los términos en sí mismos, sino del gesto de incluirlos dentro de su poesía. Hay que interpretarlo como un intento de abrir las compuertas que mantenían separadas las aguas de la vida cotidiana y de la literatura.

También otro elemento que destaca y que ha contribuido a la permanencia de su obra es el valerse de referencias propias de la música, pero no solo la de aquellos casos que la historia cultural ha terminado insertando dentro de una esfera más académica. Solo por mencionar algunos nombres, entre sus poemas figuran: Erik Satie, George Haendel, Igor Stravinsky, Piotr Tschaicovsky, Ludwig Van Beethoven y W. A. Mozart. Sino también la de grupos más contemporáneos, como lo fueron The Beatles o The Rolling Stones. Y este es otra evidencia de su búsqueda de diluir las barreras entre lo consagrado y lo masivo.

Un último rasgo que merece ser descrito y que define la figura de creador versátil de Hernández, y permite entender el porqué de su vigencia, es el haberse abocado desde muy joven a diferentes ramas del arte y la ciencia, ya sea por pura afición o de forma práctica. Entre todas, sobresale, sin duda algua, la música. Y es que Luis Hernández, además de ser un melómano comprobado, sabía tocar el piano, el violín y la flauta.

Hoy, Luis Hernández es uno de esos pocos poetas peruanos que ha calado en sus lectores hasta niveles bastante íntimos (algunos se refieren a él como "Luchito"). 

¿Será porque fue el primero en compartir su interior libre y genuinamente?

Disfruta algunos de sus poemas:

Canción para Wolfgang Goethe

Soy Luisito Hernández... 

El elefante asado

A Federico Holderlin

Chanson d'amour

PD1: La Universidad Católica del Perú preparó una página web que contiene, además de una selección de poemas de Hernández, una muestra digitalizada de muchos de los cuadernos que él mismo llenó con sus plumones de colores.

PD2: Rafo Ráez musicalizó uno de los poemas de Luis Hernández —a mi parecer— de forma magistral.