Según las estrictas medidas de seguridad que rigen en los juicios celebrados en la cárcel de Guantánamo, nadie puede fotografiar o filmar lo que acontezca en ellos. La única alternativa para contar con un registro visual es el dibujo. La elegida para encargarse de hacerlo fue la artista Janet Hamlin. Así, Hamlin capturó a través de su trazo, los rostros de los distintos implicados en acciones terroristas contra Estados Unidos. Ahora, ha reunido sus obras en un libro: Sketching Guantanamo: Court Sketches of the Military Tribunals, 2006-2013.

Janet Hamlin comentó en una entrevista realizada por el diario británico The Guardian que cuando fue convocada para este trabajo no sabía qué esperar, que la situación le resultaba extraña y descorazonadora.

No es para menos. Guantánamo es una cárcel de alta seguridad —aunque sus críticos la califican de "campo de concentración"— que Estados Unidos mantiene en el territorio cubano, y en cuyas instalaciones se encuentran todos aquellos que han sido detenidos y acusados por terrorismo. Las incursiones militares en Afganistán, tras los atentados del 11 de setiembre de 2011, sirvieron para que se capturara a muchos de ellos.

Amnistía Internacional ha denunciado las condiciones en las que la mayoría de ellos son mantenidos: aislamiento total, iluminación permanente en sus celdas, incomunicación severa, entre otros aspectos

Como se recuerda, entre las primeras propuestas del presidente Obama, una vez que asumió el cargo, estuvo el de cerrarla en el menor plazo posible. Pero hasta ahora continúa funcionando. Sin embargo, una de las medidas tomadas para paliar dicha situación ha sido la de deportar a muchos de los acusados.

Hamlin se considera una especie de "periodista visual". Es consciente de que en ocasiones es difícil alcanzar la objetividad. Y aunque la interpretación de los hechos participa inevitablemente en su trabajo, ella detalla que siempre ha procurado otorgar una imagen ajustada lo más posible a la realidad. 

Debido a la naturaleza de su labor, Hamlin ha tenido que ceñirse a una serie de estrictas reglas: las puertas no pueden aparecer en los dibujos; los guardias, los testigos anónimos y otros agentes no deben ser retratados; dependiendo del tipo de juicio, los integrantes del jurado tampoco pueden figurar. 

El libro está a la venta a través de Internet y cuesta menos de 30 dólares.

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