Como muchos escuché a Los destellos en una reunión familiar, a esas horas en que todo se vuelve profundo y solo importan los recuerdos, las nostalgias. Por ese camino llegué a escuchar "La ardillita", "Linda chiquilina".  

En especial recuerdo "Elsa" que no tardé en reconocer no como una simple canción sino como un himno de amor en la voz de Félix Martínez. ¿Quién no ha coreado, sazonado, el famoso "Elsa, Elsa, yo te juro que te quiero, que sin ti yo moriría".

Años después, con el tiempo que otorga el ocio y siempre curioseando entre rutas artísticas inconocidas o poco frecuentadas, descubrí algo diferente en este grupo. Mismo tres al hilo escuché tres LPs que me dejaron más que sorprendido enviciado: "Los destellos" (1968), "Órbita" (1969) y "Constelación" (1971).

La guitarra de Enrique Delgado (1939-1996) lograba efectos que, sinceramente, no tenían nada que envidiarle al rock psicodélico europeo. "Onsta la yerbita" es el mejor ejemplo de esto, el mejor viaje para iniciarte en Los destellos. 

Había un detalle que me parecía resaltar y marcar el sello de Los destellos: sin dejar la experimentación (con influencias foráneas, evidentes en los acordes), se percibía una tonalidad con sabor local tal como lo demuestra "Guajira psicodélica", una de las joyas del primer LP.

Ya con "Frenética guajira" la composición solo puede definirse como "quemada", la guitarra vuelve a chillar aguda con un ritmo tropical. Al respecto todo el disco "Órbita" (1969) ejemplifica lo que venimos diciendo. Para empilarse con Los destellos no hay mejor que este

Con los destellos hablamos así de una cumbia psicódelica que representan la mezcla de lo propio y lo foráneo, sin imitaciones, logrando un sonido propio que se saborea plenamente en "Constelación". 

Personalmente  "Pasión oriental" resalta mejor que otra canción la originalidad de Los destellos por sus cambios de ritmo, los punteos. La fusión es una explosión acústica inigualable, puro trance.