Sorpresa. Humor. Ironía. Las instalaciones de Mark Jenkins conjugan esos elementos para provocar al espectador, para inducirlo a un estado que supere la mera atención fugaz, y que lo conduzca, más bien, a una reflexión sobre la posición que ocupa él mismo en la ciudad, en el ambiente urbano. Porque las estáticas criaturas de Jenkins, quien por cierto tiene este proyecto desde hace diez años, recorren distintas ciudades del mundo y en cada una de ellas ocupan los rincones más absurdos —azoteas, vallas publicitarias, tachos de basura—, pero también se apropian de las características de algunas de las piezas que conforman el paisaje de las calles. El mensaje es claro: el habitante de la ciudad se mimetiza con ella a tal punto, se deja absorber por ella, que pasa a ser parte de su mobiliario. 

Jenkins elabora sus figuras tomando como base su propio cuerpo o la de alguna colaboradora cuando se trata de personajes femeninos. Utiliza metros de cinta adhesiva para generar un molde que luego no solo vestirá, como si se tratara de un sujeto cualquiera, sino que también dejará colocado en algún recoveco de la ciudad de turno. Aquí puede ver un video de cómo realiza ese proceso.

¿Cómo reaccionarías ante una de sus instalaciones?

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