Autor de poemarios como Memorial de Casa Grande (2005) , del libro de Cuentos de Extremo Occidente (2001), entre piezas dramáticas e irreverentes artículos periodísticos, Rodolfo Hinostroza ha sonado con fuerza en los últimos días. Primero, y no sin controversia, ganó el Premio Nacional de Cultura 2013 en la categoría "Trayectoria"; también se hizo pública la convocatoria para su seminario “Fundadores de la poesía moderna” que dictará en la Casa de la Literatura Peruana el próximo diciembre; finalmente, se ha dado a conocer la publicación de su poesía completa el 26 de este mes.  

A Hinostroza lo conocí gracias a la astrología. Culpa de una librería donde me delegaron el cuidado de la sección esotérica me vi en medio de inquietudes de tarotista. En medio del trajín laboral cuando cierto cliente me preguntó si teníamos el "Hinostroza". Comprendiendo mi ignorancia el susodicho tuvo la bondad de explicarme sobre esta curiosidad: Rodolfo Hinostroza había escrito un curioso tratado llamado El sistema astrológico (1973), el que por mucho se convirtió en mi principal interés de comprador de libros raros.

Andando el tiempo, en San Marcos me tocó a leer a Hinostroza. Alguien por ahí andaba diciendo que Contranatura (1971) era un libro más loco que Trilce o En la Másmedula y de puro curioso saqué una fotocopia del poemario. Con el dato del Hinostroza astrólogo puede comprender mucho del diseño poético, incluso diría que todo Contranatura es un lectura de cartas: allí se ven las huellas tras una temporada en el infierno, específicamente, de una confianza en el equilibrio, en el fluir, en el renacimiento astral: "& la armonía se alimenta a sí misma / incesantemente", "la energía sensible que emana de la naturaleza & de los / astros", son algunos de los versos de "Aria verde".

Pero lo que me volvió un devoto contumaz de Hinostroza fue Consejero del lobo (1965), tanto es así que hasta pensé tatuarme aquellos versos de "Los bajos fondos": "Estoy por el cuchillo". El solo título indicaba la sapiencia, la experiencia de alguien que escribía para evitar que caigamos al abismo existencial. No solo se sentía su hartazgo del mundo, una crítica acérima sino también hillillos de esperanza.

El libro fue para mí una incitación para reaccionar ante el extatismo del tedio, contra lo infértil y lo inmovil. El contagio de fuerza que trasmite un poeta siempre se agradece. Reconocía en aquellos poemas una lucha vital, una especie de "todo menos morir" como diría Martín Adán. Hinostroza, acaso con fuego romántico, nos mostraba a una voz lírica ebria de vida, onírica y disidente contra lo putrefacto, contra la muerte, nos en vano un pasaje de "El hueso en la garganta" dice: "Pero tú, el poeta, / Pervirtiendo los gritos aseguras / El reconocimiento de tu oficio".

Libro del cuestionamiento y la furia, de los perros dobermanos como guardianes de la dignidad humana. Un tema que me atrajo siempre de Consejero del lobo fue la manera en que configuraba un sistema de poder que controla y oprime. Al respecto cabría entender los vínculos de Hinostroza con la Revolución cubana, así Marcos Martos ha aclarado que: “Hinostroza fue a Cuba, y después de su experiencia cubana, que no se resuelve en experiencia guerrillera, nos entrega Consejero del lobo, y ese libro (...) es (...) un buen testimonio de la decepción".

La poesía de Hinostroza es breve, pero ahonda en una problemática humana a través de un estilo y ritmo fundidos en la sombra y en la marea de la frustración y la desgracia. Es Hinostroza el avater de una conciencia de fracaso frente al poder, pero también un apetito por la disidencia. El poeta esgrime la palabra, se hace dinamitero, pero no logra destronar a “César “. Esto no debiera hacernos concluir apresuradamente que se trata de una poesía pesimista sino que es una poesía incitadora, cuestionadora de todo dogma y fundamentalismo.

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