Clases de clonación con César Aira
El autor de la hilarante novela Congreso de literatura, conversa con La Mula sobre clonación, procesos y autoficción.
Si el escritor argentino Cesar Aira viene a Lima para participar de un coloquio de autoficción como invitado especial, es un buen momento para rodearlo y asaltarlo con preguntas sobre César, un científico escritor que justamente en un encuentro literario -en Venezuela (Mérida)- intenta clonar a Carlos Fuentes para hacer un ejército poderoso y al mejor estilo de Cerebro, tratar de conquistar el mundo en la novela Congreso literario (2006).
“Ah… ¿esa es la edición mexicana? No, veo que tienes la venezolana" comenta y sonríe con la vista fija en su libro, sospechando hacia dónde vamos entre la autoficción, Mérida, Carlos Fuentes y las cosas extrañas que pueden pasar en los encuentros literarios o después de ellos.
“Para empezar yo no sabía lo que era la autoficción hasta que recibí la invitación y claro, me documenté, entonces caí en la cuenta de que estuve haciendo justamente eso… y toda mi vida (Ríe, y mucho). Pero es estimulante, es decir, estos congresos, encuentros… siempre pasan cosas. Y claro, debo exponerme, contar mis propias cosas, firmar libros. Pero es un cambio, siempre, y tengo que obligarme a hacerlo. Por mí me quedo en la cueva. Llevo una vida doméstica. Escribo y leo, además tengo solo dos o tres amigos… y ya está. La verdad siento que vine como objeto de estudio".
-¿Manejas una escritura compulsiva? Has llegado a publicar tres libros en un mismo año.
-Mis libros son cortos, no alcanzan las cien páginas y escribo todos los días. Me gusta. Después de un año en un ritmo como ese, tienes mucho material. Nunca planifico. Solo voy escribiendo. Hay cierta inconsciencia en el oficio cuando me voy por las ramas de la historia. Por lo demás todo el día me la paso leyendo, más ahora que me siento retirado del trabajo alimentario que hice toda mi vida como traductor.
Una clonación en Mérida
“Hablar de autoficción bajo la lectura de este libro creo que me lleva simplemente a decir que quise hacer un homenaje a Mérida, ciudad a la que iba cada año y en la que hice muchos amigos en las bienales de literatura. Así conocí a Carlos Fuentes. Tuvimos una relación de casi amistad. Tuvo un enamoramiento súbito de mis libros. Y él correspondió a esta pequeña broma de la clonación otorgándome el premio nobel en La silla del águila, una novela o distopía que ocurre en el 2021… pobre lo quería para él y me lo dio a mí. Podría haber puesto: un gran escritor mexicano casado con una bella señora rubia... y todos hubieran sabido que era Carlos Fuentes, pero era más honesto poner el nombre: CARLOS FUENTES. Clonado”.
Pero más allá de la hilarante historia de César –personaje de El congreso de literatura- nos encontramos ante una novela que narra un ensayo sobre la biología del lenguaje, con personajes, con historias despampanantes, inverosímiles, por ratos desesperadas y enmarcadas en el cuerpo como un conductor químico que refleja a un ente mayor: el mismo lenguaje que ejerce un dominio.
-Es como si el lenguaje hubiera estado ahí, antes que todo, esperando portadores, activando reacciones en sus cuerpos que lo llevaran a comunicarse, a crear metáforas y que lo usen, lo ejerzan.
- Suena a una teoría científica. Suelo meter en mis novelas teoría científica, sí, pero nunca he profundizado mucho porque lo más importante es que me dan ideas. Es como jugar con esas cosas, lo mismo con la clonación.
“Había una vez entonces un científico en Argentina experimentando con la clonación de celulas, de órganos y de miembros (…) y como no tenía depósito de cadáveres hacía circular a los clones por las calles del barrio (...) Además de todo, este genio sufre de un hiperactividad cerebral. Se manifiesta dentro de mí y la lengua es mi puente con el exterior. Si la invención o transmutación de la realidad son partes de una mecánica amplia de genética literaria, el génesis bien puede considerarse su plan maestro” cito a César, el científico loco que desarrolla una minuciosa clonación.
“En mis libros hay humor, está en mi ADN. No puedo evitarlo pero hubo un momento en el que me di cuenta que la gente se me acercaba y me decía “Cómo me reí” Empecé a enojarme y escribí una novelita bajo ese título sobre un hecho trágico de mi vida. Después solo conseguí que me dijeran, 'perdón, pero como me reí'. Y es que cuando me pongo en escena no hago autoficción exactamente, sino que me burlo de mí. Finalmente lo que debería estar expuesto está escondido y lo que expongo no tiene ningún peso en mi vida.
-¿Y ahora a quién vas a clonar?
-El gran escritor con el que podría hacer un ejército para dominar el mundo sería Vargas Llosa pero... lástima ya lo hice con Carlos Fuentes.
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