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No al Fujishow

Publicado: 2013-10-19

En su columna de hoy, Augusto Álvarez Rodrich comenta sobre la audiencia en un nuevo juicio al expresidente Alberto Fujimori con respecto a los 'diarios chicha' y el 'show' que montó en la Diroes.

Opina que es lamentable que se pretenda convertir este juicio en un psicosocial tal cual lo hizo en su mandato fujimontesinista al servicio de una victimización con el propósito de eludir su responsabilidad en los delitos que fue condenado, además de querer quedar 'bien' con la opinión pública y ganar puntos para un posible indulto.

Lea aquí la columna publicada en La República:


El juicio de la prensa chicha no debe ser un psicosocial. 

Salvo que los informes médicos concluyan que la salud de Alberto Fujimori ha sufrido un serio resquebrajamiento –lo cual no ha sucedido–, es lamentable, pero significativamente revelador, que él y su abogado pretendan convertir el juicio por la prensa chicha en un psicosocial como los que se manejaron durante el régimen fujimontesinista.

Una pena carcelaria significa que una persona –cualquiera que sea– pierde el derecho de circular por donde quiera pero, más allá de eso, con lo doloroso que esto sin duda es, nunca debe implicar que la prisión sea un centro de tortura.

Por ello, en la medida de lo posible, se deberían mejorar las condiciones carcelarias del país de manera que las prisiones sean lugares de rehabilitación para reintegrarse a la sociedad, o para mantener alejadas a quienes sean un peligro para ella, pero en ningún caso debieran ser lugares donde se pierda la dignidad básica que todo ser humano merece.

La situación carcelaria del ex presidente Fujimori –derivada de un juicio transparente, ejemplar e inobjetable– dista mucho de la condición de la mayoría de presos en el Perú. Él es, sin duda, el condenado con la mejor situación carcelaria, lo cual no implica dejar de reconocer lo penoso que es perder la libertad.

Esa situación privilegiada puede tener varias justificaciones que expliquen por qué han sido mantenidas por los gobiernos de Alan García y, ahora, de Ollanta Humala.

Pero lo que no se debe permitir es que Fujimori pretenda convertir su juicio por su responsabilidad en el emputecimiento de un sector de la prensa para servir a los fines particulares y delictivos de su régimen, en otro psicosocial como los que él y sus cómplices armaban en el SIN.

Si la situación de su salud le impide a Fujimori enfrentar ese juicio en condiciones ‘normales’, que se haga saber a través de un examen médico riguroso, pero, lamentablemente, su forma de presentarse el jueves en la sala judicial habilitada en la Diroes tiene todos los indicios de ser una coreografía montada del mismo modo como los titulares que enviaba todos los días a un grupo de medios que decidieron convertirse en un burdel de las ideas.

Con un estricto cumplimiento de los derechos humanos de Alberto Fujimori –que fueron violados durante su presidencia, algo que, entre otras razones justifica su condena–, el sistema judicial debe impedirle que él y su extravagante nuevo abogado conviertan el juicio por la prensa chicha en otro psicosocial al servicio de una victimización con el fin de eludir su grave responsabilidad en uno de los mayores delitos de su gobierno, para mejorar su posicionamiento ante la opinión pública, y para promover las condiciones de un indulto futuro.

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Escrito por

Diana Chirinos

Ciencias de la Comunicación. USMP. Música, cine clásico, deportes, política, lectura.


Publicado en

Redacción mulera

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