La memoria es un derecho. Muchos pueden creer que el discurso va agotarse en algun momento, pero también lo creyeron de la violencia y ésta nos fue quitando poco a poco lo que teníamos, desgranando, eterna, con las manos de quienes conocíamos.

No podremos saber de cifras exactas, quizá las peores historias aun no han sido narradas, pero tenemos la certeza de que ocurrió, dentro y tan cerca de nosotros. No podría sino habernos hecho diferentes. No se puede escuchar el testimonio de una mujer que fue violada por militares sin cambiar las facciones, la voz, el movimiento del cuerpo, el latido y la temperatura de nuestras manos. Regresar sobre su miedo y decirles a todos cuan humillada fue, cuanto miedo tuvo de morir o de ser vista por otros durante el acto, es un derecho que nadie puede quitarnos si con eso ella puede volver a mirarse y saber que la hora más desgraciada de su vida pasó.

Dicen que debemos olvidar, que esas cosas ya pasaron, que nuestro país está cambiando. Pero el conflicto no ha terminado. La lucha es por la memoria. El “progreso” y la gran transformación están lejos de reparar los daños.

Detonante/ El arte peruano después de la CVR, es una muestra curada por Víctor Vich y Karen Bernedo, expuesta en el museo metropolitano y que recoge obras relacionadas a la violencia política después del Informe de la Comisión. Detonar, comenta Vich en una visita guiada, se refiere entre muchas cosas también al hecho de activar algo. A partir del informe de la CVR muchos artistas han creado bajo la necesidad de representar visualmente el informe, subrayando, bajo otros registros -no solo escrito o académico- lo que ocurrió en el país.

La muestra se agrupa en tres secciones Sujetos que hablan, para la que se han usado testimonios, Números y hechos, con obra creada a partir de cifras del informe y finalmente Imágenes del duelo, que son lecturas propias y subjetivas del informe de la CVR.

Entre los sujetos que hablan están los dibujos y testimonios recopilados por Edilberto Jiménez en Chungi, un pueblo a nueve horas de Ayacucho y uno de los lugares más violentados por el terrorismo. Jiménez es uno de los más importantes retablistas y pasó meses en Chungi, recopilando testimonios, dibujando lo que le decían los pobladores. En una de las imágenes de la exposición el cielo cae atiborrado de ojos humanos rozando a los pobladores de las más alejadas comunidades. Eran los mil ojos que tenía Sendero, al lado de las mil orejas que mordían las manos de los mismos campesinos. En sus dibujos el sol y la luna están aterrados, el individuo y la naturaleza se integran en la misma desgracia y lamentan la muerte.

La violencia también fue un lugar de Objetos, comenta Vich frente al trabajo del artista Santiago Quintanilla. Uno de estos objetos también fueron los cochebombas, impuestos sobre los sujetos. La crítica al discurso del progreso se aprecia en infografías que describen los cochebombas, tomando en cuenta la fuerza de la expansión, datos, mezclas de sustancias, incluso los modelos de carros que se usaban, rutas en las que se dejaban los cochebombas. La crítica a la modernidad, a la publicidad, al progreso están presentes en las cifras de las infografías. Estas son publicidad de los objetos que mataron a miles de peruanos.

Dentro de lo más impresionante del duelo, el espectador podrá exhumar, colocar las manos en los nichos de dos matanzas y sacar las lápidas que las nombran. Dentro, el artista Teodoro Ramirez ha hecho dos retablos impresionantes sobre los  estudiantes de La Cantuta y la matanza de los pobladores de Lucanamarca. Tocar lo que escuchamos tantas veces, moverlo, compartir un momento íntimo entre la muerte y la memoria, nos llevará a las escenas de las que nadie quiere hablar. 

La muestra e exhibirá en el Museo Metropolitano hasta el 29 de setiembre.

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