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La guitarra ayacuchana

Raúl García Zárate, uno de los protagonistas de Sigo Siendo, nos cuenta acerca de su gusto por la guitarra.

Publicado: 2013-09-01

Ayacucho es cuna de grandes músicos. Danzas, tradiciones, trova, cuerdas, instrumentos de viento se entremezclan para mantener la riqueza musical de esta región. Desde huaylías hasta huaynos, pasando por carnavales, yaravíes, pasacalles, ‘wifalas’, la música ayacuchana no sólo es melancólica sino también festiva, humorística y profunda, lúdica y reflexiva, nativa y ‘señorial’, en quechua y español. Todo Ayacucho es musical y la guitarra es principal protagonista. Y en opinión de los entendidos, el maestro de la guitarra ayacuchana es don Raúl, abogado de profesión, guitarrista de pasión. 

Cuando el pequeño Raúl, nacido en Huamanga, escuchaba a sus familiares y vecinos tocar la guitarra, lo hacía muchas veces a escondidas; observaba y escuchaba, y todo quedaba registrado en su memoria. Con apenas ocho años, un día fue sorprendido por uno de sus tíos, quien al escucharlo, le pidió que tocara una melodía y quedó sorprendido de las habilidades de su sobrino. Al día siguiente, su papá le pidió que ejecutara algo y lo primero que tocó fue un tango y después un huayno. “Mi padre me preguntó qué prefería tocar y le respondí: huaynos. ‘Porque el huayno lo conoces, las letras, la música, la danza; mientras lo otro lo has aprendido de memoria y no sabes si has captado bien o no’, me dijo. Esto me sirvió mucho como una base importante para tener mayor celo en aprender la versión original y respetarla”, recuerda el maestro ayacuchano, quien interpreta Arveja saruy en el documental de Javier Corcuera, Sigo Siendo.

Luego de ello, su padre le compró una guitarra. “Todos los días tocaba y tocaba en la puerta de mi casa. Aprendí de manera autodidacta, viendo, escuchando, practicando. Pasaron los años y cuando ingresé al colegio San Juan Bosco debuté como guitarrista a los 12 años, como integrante del trío Bosquino. Era tan pequeño que, sentado, mis pies no alcanzaban el piso”, me cuenta en la oficina de su casa, en la urbanización Los Sauces. Allí, rodeado de fotografías, afiches, placas recordatorias, premios y libros, habla con la sabiduría adquirida por los años y el sosiego y humor del hombre andino.

Años después viajó a Lima para estudiar derecho en San Marcos, y luego trabajó 25 años en el Poder Judicial, pero en paralelo desarrollaba su trayectoria artística, aun cuando en Lima todavía había rechazo a lo andino. “Cuando vine a Lima noté un rechazo a la música andina, a los habitantes de la sierra. Entonces me dije: 'Alguna vez vamos a imponer acá la música nuestra'. En unas vacaciones regresé a mi tierra y le dije a mi hermano 'tenemos que grabar discos, es la única forma de poder promover nuestra música'", narra. 

"Así fue -continúa- que en el año 66 empezamos a grabar. Mi sueño era tocar en Radio Nacional y lo cumplí con mi programa 'Raúl García y su guitarra'. Mi segunda conquista era grabar un disco y lo hice; fue dedicado a mi tierra, pues grabé exclusivamente de Ayacucho, sobre todo de la provincia de Huamanga. Y para sorpresa de la disquera Sono Radio, este disco rompió el récord de ventas de todos los discos comerciales vendidos, y también incentivó mucho en mi tierra el surgimiento de nuevos cultores, porque en este disco yo reunía casi todo el folclor de Ayacucho”.

con su hermano nery. el dúo grabó 10 discos (cortesía carlos garcía)


El maestro ha dado recitales en Colombia, Cuba, Francia, España, Estados Unidos, Alemania, Suiza, Austria, entre otros países, pero el punto de quiebre entre su profesión de abogado y su pasión por la guitarra se dio cuando, siendo secretario en el Poder Judicial, fue invitado a París en 1978, a un Festival Internacional de Guitarra. “Mi presentación en ese festival me abrió las puertas de Europa, y me ayudó a tomar la decisión de renunciar a mi trabajo”.

Y aunque vivir del arte en el Perú es difícil, él se siente realizado y feliz de seguir tocando, pero reconoce que ha tenido más oportunidades de actuar fuera del país que dentro. “Nuestra mentalidad siempre está orientada a la preferencia de lo extranjero antes que lo nuestro”, subraya.

“En el campo de la música popular, un músico que quiera dedicarse a explotar el arte lógicamente tiene muchas dificultades, y por lo tanto a veces se ve en la necesidad de someterse a los condicionamientos que los medios de difusión masiva -radio y televisión, por ejemplo- imponen, distorsionando muchas veces la música. Entonces no siempre se mantiene una línea de respeto a la tradicionalidad. Solamente los soñadores un tanto quijotescos, como algunos de nosotros, consideramos muy importante preservarla, pues es parte de nuestra identidad”, añade.

Don Raúl nos cuenta cómo el ayacuchano se apropió de la guitarra traída por los españoles. “Como el campesino no sabía leer las partituras, su habilidad pudo más y creó sus propias afinaciones, que son adaptaciones de la tesitura de las cuerdas para determinadas tonalidades. Así, en Ayacucho surgieron las afinaciones 'temple diablo', 'temple transportado', 'temple baulín' o 'temple arpa', así como el temple Re con sexta en Fa, el temple Re con sexta en Do, la afinación normal de La, la afinación para tocar en tono de Si menor, entre otras tantas que se suman a las existentes en otros lugares del Perú”. De hecho, quien haya asistido a sus recitales le habrá escuchado explicar la afinación que está usando en determinados temas, así como de dónde es la melodía, entre otros detalles.

con atahualpa yupanqui en parís (cortesía: carlos garcía)


Como muchos intérpretes, don Raúl cuenta con algunos temas que siempre forman parte de sus recitales. De hecho, un tema que él hizo conocido y que siempre se lo piden y él nunca se niega a ejecutarlo es ese himno llamado Adiós pueblo de Ayacucho, tema insignia para todos los ayacuchanos que salieron de su terruño. “Soy celoso en la selección de los temas, pero lo que hago siempre es tocar lo que a mí me gusta; esto es lo más importante para un intérprete. Además, toco la música que conozco, que la puedo cantar, que la puedo bailar, conozco su origen, todo el contenido de esa música, las letras”, detalla.


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Escrito por

ALBERTO ÑIQUEN G.

Editor en La Mula. Antropólogo, periodista, melómano, viajero, culturoso, lector, curioso ... @tinkueditores


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Redacción mulera

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