La ciudad y los perros
Detroit agoniza. Los humanos dejan la ciudad. Decenas de miles de canes pelean por el control de las calles contra apenas cuatro empleados municipales. Esto es lo que ocurre cuando dejas sola a tu mascota.
El mes pasado la ciudad estadounidense de Detroit se declaró oficialmente en bancarrota. Fue la confirmación de una larga agonía, iniciada por el declive de la industria automotriz, la primera pieza del efecto dominó que mató por inanición a la economía local y empujó al colapso a los servicios municipales y al éxodo a su población.
A los latinoamericanos del paso del XX al XXI, habituados a las metáforas urbanas de "la explosión" y "la expansión", la muerte de una ciudad nos resulta una cosa extraña. En realidad, nadie está listo para algo así. Los humanos de Detroit -los que quedan- están experimentando los efectos de un escenario post-humano. Post-humano al punto de la disolución de uno de los más antiguos lazos establecidos por la humanidad: la amistad con el perro.
Casi mil mordeduras perrunas se reportaron en la ciudad el año 2012, cuando el problema de los perros vagabundos empezó a cobrar notoriedad. Las familias que dejaban atrás Detroit no siempre podían cargar con sus miembros no humanos. Un primer problema -sanitario- fue creado por los amos que no quisieron -o no pudieron- pagar para sus mascotas una muerte decente y directa a la vena, y los dejaron encerrados en sótanos o patios. Que se las arregle la ciudad. El segundo problema - premisa para un filme tipo El Planeta de los Perros- lo generaron quienes liberaron a sus mascotas en la calle.
La primera noticia que tuve de los perros salvajes llegó en una detallada crónica de Rolling Stone (en inglés). Hoy, en The Two-Way, Mark Memmot ofrece (también en inglés) un resumen de los incidentes ocasionados por la repentina libertad perruna. De todos los pelajes y razas, los animales domésticos abandonados se han sumado a los perros vagabundos ya existentes en esta ciudad, que antes del éxodo tenía cerca de 1.8 millones de habitantes. 50 mil compadritos armando lío y recreando un orden animal jamás vivido, o ahogado por el diseño humano de su vida.
Quienes ejercen oficios callejeros son los más afectados. De acuerdo al reportaje de Bloomberg citado en The Atlantic Cities, los mensajeros se niegan a desplazarse en determinados sectores de la ciudad, por temor a ser atacados. Cuatro empleados municipales y un técnico especializado en mordeduras deben arreglárselas como pueden. Se internan en su territorio para atraparlos con redes y tranquilizantes. Conducen a los abatidos miembros de las perropandillas a perreras en las que uno de cada siete será condenado a la inyección letal. Las organizaciones de protección animal han sido rebasadas: no hay lugar para esa clase de humanidad. Como planetas orbitando alrededor del sol, revoloteando hembras en celo, jaurías recorren los barrios de Detroit en busca de alimento. No hay reportes acerca de gatos. Es una nueva ecología.
Escrito por
*****
Publicado en
Aquí se publican las noticias del equipo de redacción de @lamula, que también se encarga de difundir las mejores notas de la comunidad.