Para de prometer", "Para de violar" y "Para de comprar" son algunos de los grafitis con contenido social que propaga por Nueva Delhi el artista anónimo Daku, a quien se compara con el célebre creador británico Banksy. "Soy como los bandidos de la película 'Sholay', un ladrón que roba muros por las noches", dijo a Efe, en referencia al clásico de 1975, una de las grandes películas de la historia del cine indio.

"Cuando hago un grafiti en una pared esta me pertenece, visualmente los muros son míos", continuó el artista gráfico, que reside en Nueva Delhi pero propaga sus grafitis por las ciudades de todo el país. El objetivo de Daku es "conmocionar, confundir y hacer pensar" a la gente.

"Busco provocar una reacción, que digan ¡joder!", afirma el grafitero, una rareza en la escena artística de la India, donde el arte urbano da sus primeros pasos. La serie de grafitis realizada en señales de tráfico de "Stop" en las que incluye su propio mensaje buscan confundir al peatón con el uso de la misma tipografía original del letrero y sus cuidadas ubicaciones.

Así, el trabajo "Para de comprar" se encuentra en la entrada de un centro comercial y la señal de "Para de posar" en frente de una galería de arte. El artista callejero elige casi siempre el hindi para sus trabajos para llegar a más gente. "Mis pintadas son en hindi porque así llego a los que pedalean una bici y a los que conducen un Audi. Con el inglés llegas solo a la elite", explicó el joven.

Daku defiende el arte callejero como algo democrático que puede ver todo el mundo frente al elitismo de las galerías de arte. "El arte en la calle va más allá de la clase social", según el artista, una declaración casi revolucionaria en un país dominado por el jerárquico sistema de castas. Con ese espíritu "democrático", Daku trata de reproducir en los muros la preocupación de la gente de la calle.

Un ejemplo de ello es el grafiti de una bombona de butano disfrazada como un cohete que apareció en paredes de Nueva Delhi tras una subida del precio del gas por parte del Gobierno que no gustó entre la población. Otro gesto de sus preocupaciones sociales es el proyecto que le llevó a empapelar con papel que imitaba papel de regalo de lujo el barrio pobre de Khirki, contiguo al ostentoso centro comercial de Select City Walk de la capital india.

Los grafitis y el arte callejero son una novedad en el país asiático donde la pintura en aerosol es cara para la mayoría de los jóvenes y donde esta forma de expresión llegó a través de multinacionales. "La India es un país pobre y nadie pintaría una pared gratis", explicó al diario The Times of India, el novelista gráfico George Mathen, también conocido como Appupen.

"Mientras el grafiti empezó como una forma de contracultura, en la India nuestra primera exposición a este movimiento fue a través de marcas como Levis o Fast Track, pero esto es lo que el grafiti trataba de desafiar en sus orígenes" dijo Mathen. En este contexto, al pionero Daku se le compara con el célebre Banksy, el grafitero británico, aunque el artista indio no se siente cómodo con la comparación.

"Me comparan con él porque es lo más obvio. Pero hay cientos de artistas callejeros, muchos probablemente mejores que él, que son desconocidos", dijo Daku. "Es tentador ser tan famoso como Banksy, pero lo que más me preocupa es seguir conmocionando a la gente".

Su incipiente fama ha provocado el interés de coleccionistas y amantes del arte por su obras, algo de lo que se ríe en el trabajo que prepara para vender. "Me quieren comprar obras como una inversión, así que he preparado un panel de billetes reales por valor de 30.000 rupias (538 dólares) y encima he dibujado "Inversión", explicó Daku. "En realidad me río de ellos", añadió. EFE