#ElPerúQueQueremos

Su palabra de fuego perdurará. Un testimonio de Róger Santiváñez sobre JDC

Publicado: 2013-05-07

Publicado originalmente vía FB, compartimos este testimonio del poeta Róger Santiváñez sobre Javier Diez Canseco, la intensa actividad cultural entre la militancia izquierdista de fines de los años setenta y la casi desconocida vocación poética del fallecido líder socialista.

Javier Diez Canseco en poesía

Ayer en su alocución oficial como alcadesa de Lima –ante el féretro de Javier Diez Canseco– Susana Villarán recordó los inicios del político peruano en los ámbitos de la literatura. En efecto, pocos saben que Diez Canseco –tal como otros muchos comunistas históricos (en principio el propio Marx, creador de la doxa)– empezó escribiendo poesía. Así es como el joven Javier participó en la revista El gallito ciego de unas míticas Ediciones La Cazuela del Municipal -circa 1967- junto a otros jóvenes de esa brillante generación, entre ellos Lucho Hernández, Mirko Lauer, Igor Larco. En El gallito ciego –sé por tradición oral- aparecieron los Poemas del Supermarket de Javier Diez Canseco; como puede notarse –por el título– siempre atento a la cuestión moderna en el álgido debate de la cultura peruana.

Poco después Diez Canseco girará hacia la militancia marxista-leninista en un partido nuevo de aquel entonces Vanguardia Revolucionaria (VR) fundado en 1965 por Edmundo Murrugara, Ricardo Napurí y Ricardo Letts Colmenares. Hacia 1970 Diez Canseco –dirigente estudiantil a la sazón- ya es un connotado líder de dicha agrupación y juega un importante rol en la ruptura que se produce al interior de VR: Napurí toma su propio camino en el trotskismo y funda el Partido Obrero Marxista Revolucionario (POMR) mientras Letts, Murrugarra y Diez Canseco adhieren al maoísmo y prosiguen con las banderas de Vanguardia Revolucionaria.

Después de la caída del reformismo del general Velasco, la dictadura fascistoide de Morales Bermúdez –ante la presión de las masas populares con el Paro Nacional del 19 de Julio de 1977- se ve obligada a convocar elecciones para una Asamblea Constituyente en 1978 y comicios generales para 1980. Los diversos pequeños partidos de la izquierda peruana forman distintos frentes para participar en la justa electoral. Uno de ellos fue la Unidad Democrático-Popular (UDP) básicamente configurada por tres troncos principales: VR, el PCR y el MIR (en sus varias tendencias). Militando–junto a mi compañera de entonces la poeta Dalmacia Ruiz Rosas- en el PCR, nos tocó integrar la Comisión de Cultura de la UDP liderada por la también poeta Rosina Valcárcel y en la que participaban Miguel Rubio y Teresa Ralli de Yuyachkani, Jorge Guerra del TUC, José Carlos Urtega de CuatroTablas, Kuntur de Alberto Chavez, Amaru de Juan Luis Dammert, Tiempo Nuevo de Aída García Naranjo, Clamor del pueblo de Villa El Salvador, Tusuy (danza moderna) de Martha Donoso; entre los que la memoria me trae en este instante.

Así fue como un día que yo salía del local de la UDP (en realidad era la sede de la Confederación Campesina del Perú -CCP- en el jirón Huancavelica, centro de Lima), me encontré con Javier Diez Canseco que venía caminando por la misma calle. Después de saludarlo le entregué un ejemplar de mi primer cuaderno de poesía Antes de la muerte (1979)–que acababa de salir- a lo que él respondió con una amplia sonrisa prometiéndome leerlo con toda calma e interés. Pocos días después me crucé con Javier en el balcón de la CCP (quedaba en un segundo piso) cuando entraba apurado a una reunión del Comité Ejecutivo Nacional de la UDP pero alcanzó a decirme: “Me gustaron esas memorias poéticas de Piura”.

Prácticamente nunca más volví a verlo. Los terribles años 80 pusieron otra situación sobre la historia. Pero ya en los 90s, entre 1994 y 95, hubo un día en que los jóvenes poetas Miguel Ildefonso y Paolo de Lima me llevaron a Ate-Vitarte a dar una charla y una lectura de poesía en el colegio secundario, dirigido por la familia del también poeta Mesías Evangelista. Allí estuvimos dando un sólido input a los chicos y chicas ávidos de poesía nueva casi todo el día. Al volver a Lima decidimos cumplir con la invitación del artista plástico Miguel Lescano, para leer unos poemas en un acto politico-cultural organizado por el entonces Partido Unificado Mariateguista (PUM) en un local de Pueblo Libre.

De modo que ya de noche hemos llegado al sitio, un amplio canchón debidamente acondicionado para la ocasión. Tras leer unos poemas degustaba una cerveza y –en eso- me doy cuenta que Javier Diez Canseco estaba a mi costado. Le dí un abrazo. Y nos pusimos a conversar de poesía. Yo le recordé la historia de El gallito ciego y él –sonriendo-me dijo: 'Linda época'. Y agregó –en clásica cita a Mariátegui– 'Mi edad de piedra'. En esos momentos hablaba Rolando Breña –invitado a la ceremonia– así que derivamos nuestra atención hacia su discurso.

La noche cerrada se iluminaba entre los jardines de Pueblo Libre mientras yo caminaba solitario por sus rúas, con la memoria de mis horas militantes en la UDP. Vivía los malditos 90s. No había lugar para la nostalgia. Pero ahora que Javier Diez Canseco ha viajado a la Gloria, es reconfortante ver al pueblo de Lima –esas masas populares por las que él entregó su vida y su corazón- dándole el último adiós. Su palabra de fuego perdurará. Su palabra que empezó en un poema, ahora que ha vuelto al reino de los escogidos para alumbrar –tras su desaparición física- el sagrado destino de los pueblos; es decir, el reino de la pura poesía.

[róger santiváñez / Martello Tower, sur de New Jersey, 7 de mayo de 2013]

Foto:

Diez Canseco, Javier (Elec. 85) - detalle

Archivo Revista Quehacer/DESCO


Escrito por


Publicado en

Redacción mulera

Aquí se publican las noticias del equipo de redacción de @lamula, que también se encarga de difundir las mejores notas de la comunidad.