Iván Thays: Escuchemos el mensaje que nos dejan programas como 'Combate'
Los programas de concurso en la televisión peruana no solo demuestran la ignorancia de los jóvenes participantes, sino que nos dejan un mensaje acerca de la cultura peruana: la poca costumbre de leer que tenemos los peruanos, escribió el literato Iván Thays en su blog.
A partir de ello, propone el escritor peruano, deberíamos aprovechar el momento y "convertir un linchamiento virtual en una oportunidad para promover la lectura". A continuación, compartimos el artículo de Iván Thays:
Alejandra es guapa y atlética, usa mallas en televisión y piensa que Yawar Fiesta -obra fundamental del narrador peruano José María Arguedas- fue escrita por Paulo Coelho.
Ella es integrante de uno de esos programas de concurso en televisión donde, entre coreografías y romances inventados, van ganando puntos y audiencia, en especial entre los más jóvenes e incluso niños. Ni el corte del programa ni el perfil de los concursantes (chicos y chicas jóvenes, deportistas, modelos, cuyo único requisito es que les quede bien la ropa deportiva) permite esperar que contesten correctamentes las preguntas de cultura general que se les hacen (la misma Alejandra dijo que un archipiélago era un animal, y otra concursante declaró que una sandía está compuesta 100% de agua). Sin embargo, de pronto en las redes sociales todos se han sentido ofendidos con que la muchacha no sepa quién escribió Yawar Fiesta y se suceden tuits agresivos, memes ofensivos, estatus violentos. Nada nuevo, solo una víctima más de la inquisición de los 140 caracteres.
No disculpo la ignorancia de Alejandra ni de nadie, pero tampoco cometo el error de confundir el mensaje con el mensajero. Ahí donde todos ven la posibilidad de insultar a alguien, yo veo una oportunidad.
Desde luego, aquello que Mario Vargas Llosa calificó con acierto como "la civilización del espectáculo" no se va a detener porque una chica no sepa una respuesta ni por un meme que la ridiculice. Al contrario, va a engullir todo eso y alimentarse del espectáculo creado alrededor del tema. Todo sirve: los errores de los concursantes y los exabruptos de quienes la censuran. Todos payasos del mismo circo.
Pero podría suceder -y quizá sea ingenuo de mi parte incluso imaginarlo- que leamos bien el mensaje y lo sepamos aprovechar. Ese mensaje es el siguiente: la literatura no se enseña ni se aprende en los colegios; nadie entiende lo que lee; leer se ha vuelto un asunto elitista y un lector -en especial de literatura- debe ser alguien que le sobra el tiempo (quizá porque no es suficientemente guapo ni atlético para ser parte de uno de esos programas).
No necesitábamos del error en televisión para descubrir esos síntomas. Los periódicos han reemplazado sus páginas de reseñas de libros por páginas de gastronomía. Sucede que una buena reseña muestra al lector que la lectura es un aprendizaje que requiere voluntad, pero la foto de una plato de comida hace sentir a cualquiera que se lo engulla que es un gourmet. De eso se trata la banalización de la cultura, la ley del menor esfuerzo. Mario, también concursante de ese programa y novio de Alejandra, salió en su defensa declarando que no ha leído nunca un libro y eso no lo hace ni más culto ni menos culto que nadie, y le faltó añadir "sino todo lo contrario". El mensaje constante que recibimos los peruanos, insistente y a través de todos los medios de comunicación incapaces de dedicarle una hora semanal a un programa de cultura, es que la información es una pérdida de tiempo y de dinero, y que finalmente, ya que todo es cultura, vale lo mismo tomarse una foto delante de un muro incaico en Cuzco que leer Los ríos profundos.
Si el 2011, el año del centenario del nacimiento de José María Arguedas, hubiera sido celebrado como un tema de interés nacional y obtenido tantos memes y tuits como los que reciben ahora los chicos de esos programas para ridiculizarlos, sin duda Alejandra podría saber quién escribió Yawar Fiesta. Pero el 2011 se celebró el descubrimiento de Machu Picchu, cuyos beneficios económicos son inmediatos, y no había lugar ni presupuesto para Arguedas. Ahora, resulta que todos saben quién escribió ese libro y se ofenden porque una chica no lo sepa. Honestamente, me pregunto cuántos de los que levantan las teas encendidas han leído a Arguedas o, por lo menos, sabían quién escribió Yawar Fiesta antes del escándalo.
Dejemos que los que quieren burlarse de los demás y levantar de nuevo el dedo acusatorio de las redes sociales sigan canibalizando la anécdota hasta que consigan otra víctima y se olviden de Alejandra, de Yawar Fiesta y de Arguedas. Pero aquellos que consideramos que la literatura peruana es un valor auténtico, una forma de expresión y conocimiento, además de nuestro patrimonio, escuchemos el mensaje y tratemos de aprovechar las oportunidades. ¿Qué pasaría, por ejemplo, si la producción de ese programa les pidiese a sus concursantes que hagan una campaña en favor de la lectura, reconociendo el error bajo la premisa que ser ignorante no es una delito ni una humillación, y menos aún si se acepta la falla y se intenta mejorar? Una fotografía de Alejandra aceptando su error y comprometiéndose a leer Yawar Fiesta haría más por José María Arguedas que el más afilado sarcasmo cualquier líder de opinión.
Si lo que nos importa es una juventud más informada y culta, podemos aprovechar el momento y convertir un linchamiento virtual en una oportunidad para promover la lectura. Ahora, si lo que nos interesa es exhibir una falsa superioridad, sigan llamando "burra" a Alejandra y a todos sus compañeros, compartan memes, escriban tuits, suban videos en YouTube, atáquenlos en radios y periódicos y editen reportajes televisivos para burlarse de ellos. Pero al menos reconozcan que, al hacerlo, están contribuyendo a esa frivolización que pretenden denostar: el lamentable espectáculo del circo mediático donde un payaso resbala y los demás payasos, malhumorados, se lanzan sobre este con globos de agua y pasteles en la cara.
Los peruanos tenemos cosas mucho más graves de qué indignarnos, y la primera de ella es reconocer que somos un país que se indigna por tonterías y nos mantenemos indiferentes antes las carencias realmente graves en educación y cultura.
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Periodista con especialización en Gobierno y Políticas de Salud (PUCP), miembro de la Red Labora y especializado en temas de cannabis.
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