Juan Bromley, estudioso-amante de Lima, dedicó su vida a investigar las calles y símbolos de nuestra ciudad capital. En su clásico "Estandarte Real de la Ciudad de Lima", explora cada detalle y las muchas transformaciones sufridas por el emblema, desde aquel que dominaba al ingreso a Lima de las fuerzas del General José de San Martín, hasta las primeras décadas del siglo XX.

Los sucesión de símbolos en el escudo de la ciudad y sus continuidades, exploradas por Bromley, expresan diversos momentos de nuestra historia, así como diversos proyectos políticos que se refuerzan desde el poder, como detalla el informado post del historiador Juan Luis Orrego, en Lima La Única. 

Uno de los símbolos más reconocibles del escudo limeño son las coronadas aves que flanquean la caja que enmarca el lema y las joyas de la ciudad. Confundidas por casi todos con gallinazos, ave muy común en Lima, se trata en realidad de las águilas que hemos heredado como seña del poder real, la marca de herencia de la fundación española consagrada a los reyes ibéricos.

En tiempos más recientes, los artistas gráficos Markus y Álvaro Portales, cada uno por su cuenta, han intervenido el escudo limeño, proponiendo dos visiones duras de los símbolos que determinados proyectos políticos van instalando en el sentido común de la gente. Ambos artistas se caracterizan por inyectar en sus viñetas parejas dosis de humor y crítica, que en los últimos años han enfilado contra el obrismo a toda costa del ex alcalde de Lima Luis Castañeda Lossio -Markus- y contra la degradación de la política tal como es actuada por los partidarios del mismo Castañeda -Portales-.

El escudo de Markus fue gestado cuando aún era alcalde Luis Castañeda, a propósito de los arboricidios que éste promovió como parte de su programa de inversión en pistas y más pistas: las coronas de las aves se tornan cascos y el emblema central se compone de la temible sierra eléctrica y de los restos árboreos. En tanto que la versión de Portales [cabecera de esta nota] es bastante más reciente: data de los días de la revocatoria, y anuncia los valores de la "Lima de Marco Turbio": los "gallinazos" han dejado su lugar a las ratas y al centro de la escena sólo nos queda las tristemente famosas "galletas revocadoras".

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