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La reina del reciclaje: Albina Ruiz

Publicado: 2013-03-08

"Una de las mejores emprendedoras sociales del mundo es peruana. Un día tuvo una idea que hoy cosecha con creces gracias a su esfuerzo. Tiene dos hijos, viaja y trabaja todo el tiempo pero le queda tiempo para tener novio. Es una de esas mujeres maravilla que puede hacer todo a la vez y no morir en el intento: trabajar duro, tener éxito profesional, ser madre, novia y tía ejemplar." En las siguientes líneas, la periodista Diana Hidalgo, de la revista Poder, nos cuenta sobre Albina Ruiz. Las fotos son de Karen Zárate.

La Lima de mediados de los setenta estaba plagada de basura. Cerros de residuos en Comas, El Agustino, Cercado de Lima, La Victoria, Ate, etcétera. El olor fétido reinaba en las calles limeñas entre el cielo gris, el tráfico y el dióxido de carbono. En esos años, cuando no estaba de moda el reciclaje ni la cultura verde, una muchacha moyobambina que no llegaba ni a los 20 años, decidió ver una oportunidad donde todos veían un problema. Convirtió la basura en su reino e hizo del reciclaje una actividad productiva, lucrativa y sostenible.

Mientras cursaba el noveno ciclo de ingeniería industrial en la UNI se dio cuenta de un hecho preocupante y al que nadie le había prestado mayor atención: los camiones de basura no tenían rutas óptimas. Convenció a otros compañeros para que la ayudaran a trabajar en un proyecto de medición de rutas óptimas de camiones de basura en varios distritos de Lima y se graduó con la tesis ‘Valoración económica del deterioro ambiental causado por inadecuado manejo de los residuos sólidos’.

Esa fue la génesis de un proyecto personal que ahora es gigantesco y colectivo. Atraviesa departamentos, países e incluso continentes. Albina ha logrado organizar y formalizar a miles de recicladores en Latinoamérica y la India a través de la institución que fundó en el 2002: Ciudad Saludable. Con su proyecto “Por la ruta del reciclaje en el Perú”, y posteriormente “Por la ruta del reciclaje en Latinoamérica”, su modelo de reciclaje sostenible ha llegado donde antes la basura enfermaba y contaminaba a las poblaciones. En el Perú, a las ciudades de Tumbes, Piura, Chiclayo, Cajamarca, Lambayeque, Pasco, Ucayali, Loreto, San Martín, Trujillo, Chimbote, Huaraz, Lima, Callao, Cusco, Tacna, Arequipa y Pucallpa. En el mundo ha sido replicado en Venezuela, México, El Salvador, Colombia, Ecuador, Bolivia, Brasil, República Dominicana y la India. Transformó al reciclaje en un trabajo formal y a los recicladores en microempresarios con uniforme y fotocheck.

“Basura, ¿qué es eso?”, se preguntaba con sorpresa la joven Albina al llegar a la capital. En Moyobamba no existía basura. Todo se usaba, se rehusaba y nada olía tan mal. Los restos de comida y las cáscaras de frutas eran el alimento de sus animales. Los desechos de aquí, servían para allá y así sucesivamente. Pero ¿ba-su-ra? Ahora tenía que pronunciar, oler y mirar. Era un mutante desconocido. En su selva de orquídeas tenía una chacra, animales, cultivos y paisajes bonitos. Sus padres eran campesinos. Ella y sus nueve hermanos ayudaban en el campo. “A mí me educaron en una cultura de pensar que todo vale y no necesitas mucho para poder vivir”, dice desde su escritorio en una oficina ubicada en el céntrico distrito de Miraflores. Todo sirve, todo se recicla. Su padre era analfabeto y su madre estudió hasta segundo de primaria. Ella era el primer puesto en el colegio desde que entró hasta que se graduó en la secundaria. Mientras las otras niñas pensaban en celebrar sus 15 años, Albina quería ser ingeniera. También pensó brevemente en ser monja –siempre le gustó ayudar–, pero cuando su padre le dijo que las monjas no ganaban dinero y tenían que estar casi todo el día encerradas supo que eso no era para ella. Quería triunfar y poder ayudar económicamente a su familia.

Tercero de secundaria. En dos años llegaría a Lima a vivir con unos familiares. Cambió Moyobamba, la ciudad de las orquídeas, por Lima, la ciudad de la basura. Una casa de esteras en El Agustino se convirtió en su nuevo hogar. Tenía 17 años. No era agradable, pero era el único pasaje que tenía para entrar al mundo universitario en una de las mejores universidades de ingeniería del país, la UNI. Para alumnos destacados de colegios de todo el país se abrió una primera selección con solo 100 vacantes. Postularon 500. Ingresó a la primera. Las mañanas se convirtieron en un reto. Había que llegar a la UNI, en micro. Albina llegó a la Av. Riva Agüero y comprendió que todo eso estaba mal, que había que hacer algo para mejorarlo. “La basura se queda donde está la gente más pobre”, es una de sus sentencias favoritas. Y eso tenía que cambiar. Pasaban los días y se percató de que en el Cercado de Lima, en las cercanías de los lugares a los que frecuentaba, había unos hombres buscando algo entre las bolsas de basura. “¿Qué buscan?”, se preguntaba con curiosidad. No entendía nada. Ese era un patrón común. Así descubrió a los ‘segregadores’, ‘cachineros’, ‘mercachifleros’. Tenían tantos nombres como bolsas que urgar. “No son ningunos mendigos”, pensó, “son unos emprendedores”.

“You’re Albina Ruiz, really?”, le dijeron en un baño de la Universidad de Oxford donde iba a recibir un premio de manos de Robert Redford. La que preguntaba le dijo que la usaba como ejemplo cuando les enseñaba a sus alumnos qué es ser una emprendedora social. Albina se ha hecho acreedora a 20 premios entre nacionales e internacionales. Premio Albert, a la excelencia profesional, en responsabilidad ambiental, mejor ambientalista de América Latina, al empresario social, primera lideresa en el Perú, mejor emprendedora social del mundo, entre otros. En 1995 fue elegida como fellow de Ashoka, asociación global de los emprendedores sociales líderes en el mundo. En 1998, una fundación latinoamericana que busca contribuir al desarrollo sostenible de América Latina a través del fomento de la construcción de vínculos y alianzas entre líderes sociales y empresariales llamada Avina, la eligió como primera lideresa en el Perú. En el 2001, Schwab Foundation, organización estadounidense de emprendedores sociales, la eligió como mejor emprendedora social del mundo. En el 2006 recibió US$615 mil para diversos proyectos en el Perú y expansión en Latinoamérica de manos de Skoll Fundation, organización que lucha por un mundo sostenible en paz y prosperidad. Y según el documental The new heroes (2005), en el que aparece su historia, es una heroína.

Felizmente, tanto premio no la aturde. Cuando se graduó de ingeniera industrial en la UNI, quiso seguir estudiando con el objetivo de tener mejores herramientas para llevar a cabo su proyecto. Hizo una maestría en ecología y gestión ambiental en la Universidad Ricardo Palma, se especializó en Management Hazadors Waste en la Universidad de Basel (Suiza), estudió gestión y dirección local en la Universidad de la Rábida en España e hizo un doctorado en ingeniería química en Ramon Llull University (Barcelona).

De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), en el 2009 se estimó que los países de América Latina y el Caribe produjeron alrededor de 424 mil toneladas diarias de residuos sólidos. En el 2000, solo en el Perú se produjo 292 mil toneladas de residuos, pero aún así, para Albina Ruiz no fue fácil convencer a los municipios, empresas e incluso al Estado de que su proyecto era la mejor alternativa para ahorrar, evitar enfermedades y mejorar la calidad de vida de muchas personas. “El reciclaje ahorra dinero”, señala con naturalidad. Según ella, de los residuos que se produjeron en el Perú en el 2000, el 80% se quedó en el mercado local y solo 20% se exportó, con lo cual se generó una ganancia de US$51 millones. “Es sencillo, se ahorra en materia prima”. Ahora solamente hacía falta que le creyeran, que confiaran en las cifras y que apoyaran su proyecto.

Para Albina el reciclaje no solo traía consigo beneficios económico y ambientales, sino también sociales, institucionales y políticos. Ir de municipio en municipio y de casa en casa a tocar puertas se convirtió entonces en su tarea diaria desde finales de los años noventa. Trabajó conjuntamente con recicladores de todo el país. Dándoles charlas para que se quieran formalizar y con los municipios para que implementen un Sistema de Gestión Integral de Residuos que les dé trabajo y ordene en su distrito el manejo de residuos. Hacer una recolección diferenciada y selectiva.

Años de insistencia dieron muchos resultados. Además de los reconocimientos y los grandes cambios. “Toda la vida se habían acercado para botarlos”, dice. Gracias a su proyecto ya no es así. Los recicladores tienen su uniforme, un fotocheck, son formales. Los que se van formalizando le hablan a los informales y así va creciendo la gran cadena. Actualmente en Lima el proyecto de manejo de residuos trabaja en los distritos de Comas, La Victoria y todo Lima Sur. Ahí ya se hace la recolección diferenciada. Se está trabajando para llegar a otros distritos como San Borja, Surco, Miraflores, San Isidro, etc.

Tanto en esos lugares como en Cajamarca, Huaraz y el Callao, desde el 2009 existe ‘El bono celeste’. Este incentivo funciona así: Se visita casa por casa en la zona para comunicar el plan y empadronar las viviendas que lo deseen. El reciclador llega a una casa a recoger los residuos. Si la familia los ha separado correctamente en bolsas distintas (plásticos, vidrios, metales, entre otros, por separado, medio kilo como mínimo), el reciclador de turno les otorga un sticker. Si acumulan cuatro, pueden canjearlo por un bono de 15% en los arbitrios de limpieza pública. La campaña forma parte del Plan Integral de Gestión Ambiental de Residuos Sólidos (Pigars), que se ejecuta a través de la Gerencia de Desarrollo Ambiental con el asesoramiento de Ciudad Saludable.

Ciudad Saludable trabaja en 20 proyectos. “Implementar un sistema alternativo para el manejo integral de los residuos sólidos domiciliarios en el Asentamiento Humano Cerro el Pino” (La Victoria), “Mejorar la salud ambiental de las familias de Pucallpa, a través de la implementación de programas de recolección selectiva y reciclaje de residuos sólidos” (Pucallpa), “Promover un sistema integral de manejo de los residuos sólidos que sirva como modelo para comunidades nativas de la región amazónica” (San Francisco), “Organizar un sistema integral de manejo de residuos sólidos en la ciudad de Moyobamba” (Moyobamba), “Proveer al distrito de un servicio de limpieza pública sostenible conformado por 57 mujeres jefas de hogar, quienes al menos recolectan, barren y transportan 65 toneladas diarias de residuos sólidos” (San Juan Bautista), “Contribuir en la formación de ciudadanos adolescentes, ambientalmente responsables en instituciones educativas del distrito de Santiago de Surco mediante 10 talleres de educación ambiental sobre el manejo adecuado de los residuos sólidos para 400 alumnos” (Banco Mundial), “Sensibilización en la población de la ciudad de Huaraz que se ve reflejada en la aceptación a la difusión y masificación del programa de recolección selectiva” (Fondo Empleo). Son algunos importantes. Ciudad Saludable se hace presente en actividades como Mistura o las maratones de Nike con contenedores de material reciclable. Este año cumple 10 años pero no será para siempre. “Sueño que un día ya no exista Ciudad Saludable porque eso significará que el problema está resuelto”, me dice Albina sin ninguna nostalgia.

Una de las mejores emprendedoras sociales del mundo es peruana. Un día tuvo una idea que hoy cosecha con creces gracias a su esfuerzo. Tiene dos hijos, viaja y trabaja todo el tiempo pero le queda tiempo para tener novio. Con su cabello corto, una blusa ceñida y tacones cómodos, es una de esas mujeres maravilla que puede hacer todo a la vez y no morir en el intento: trabajar duro, tener éxito profesional, ser madre, novia y tía ejemplar. Gracias a ella, miles de personas en muchas partes del mundo tienen una mejor calidad de vida y el planeta tiene un respiro de la irresponsabilidad ambiental. Es cierto, a veces las mejores ideas nacen de no aceptar una realidad que nos resulta nefasta.

Publicado en PODER Perú, julio 2012


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