La sorpresiva renuncia del 265° Papa originó la nueva intriga de quién será su sucesor. A pesar de que no todos comparten estima por el catolicismo, no podemos negar su importancia al tratarse del líder la religión con más activistas en el mundo. El analista político Mirko Lauer hace un análisis de esta nueva etapa en el Vaticano:

Sobre la renuncia de Benedicto XVI por motivos de salud se viene hablando desde por lo menos 2011, con anuncios de que se daría en el 2012. Es probable entonces que el Papa haya alargado lo más posible su partida para acomodar mejor la ficha conservadora en el ajedrez político del Vaticano, célebre por su complejidad y sus vericuetos.

En efecto, Joseph Ratzinger deja al conservadurismo en la Iglesia Católica muy bien instalado, y al Vaticano como un guardián de la ortodoxia. La inclinación hacia los grupos católicos de derecha ha sido fortísima, continuando la línea que el propio Ratzinger puso en marcha y fortaleció cuando era el asesor teológico de Juan Pablo II.

Parte de aquella asesoría fue una batalla contra todas las formas de izquierdismo, liberalismo o progresismo en la teoría y la práctica del catolicismo. Un ejemplo es la lucha que llevó adelante contra la Teología de la Liberación, desde su prefectura de la Congregación para la Doctrina de la Fe, heredera de la inquisidora Congregación del Santo Oficio.

A muchos les cuesta creer que esta abdicación sea solo por fatiga a los 85 años. Impulsa esta duda el que la tradición sea que los papas mueren sobre el trono. Pero también influye el efecto Código da Vinci, por el cual casi todo lo que sucede en el Vaticano es parte de una conspiración, y hasta de dos o más.

La fase final de este papado fue sacudida por escándalos, desde las acusaciones de encubrimiento de prácticas pedófilas, hasta el robo de documentos papales por parte de un mayordomo. En sus repercusiones políticas estos y otros temas no deben haber ayudado a la salud de Ratzinger, esencialmente un académico.

John Hooper, especialista de The Guardian, ha hecho notar la discrepancia entre el cuarto de siglo de experiencia de Ratzinger en el Vaticano y la poca destreza con que enfrentó los problemas de la Iglesia Católica desde su cargo. Por esto se refiere a un “papado paradójico”, expresión que ha calado en los comentarios de la prensa.

¿Qué va a pasar ahora? Lo abrupto de la renuncia ha postergado la aparición de nombres de reemplazos posibles, pero los nombramientos de cardenales en todos estos años llevan a pensar que conservadores, derechistas y tradicionalistas tendrán amplia ventaja en el cónclave que vendrá dentro de poco tiempo.

La novedad en esta coyuntura será la figura de un ex Papa, quien por muy retirado que esté a una vida de plegaria a partir de marzo (ya no puede votar en el cónclave) acaso mantenga una importante cuota de poder difuso, por llamarlo de alguna manera, en virtud de su prestigio en la institución.