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¡Revolución! ¡Revolución!, cantaban las furiosas bestias

Publicado: 2013-02-09

Manuel Castells reflexiona  en su columna en La Vanguardia sobre el pedido de "revolución" de los jóvenes en las calles madrileñas durante las manifestaciones luego del bochornoso escándalo protagonizado por los miembros del partido gobernante (PP). Lo que nos señala Castells es que, aún cuando la palabra está asociada con momentos violentos de la historia de los pueblos, en España es posible promover un cambio revolucionario de las estructuras sin necesidad de que se desencadene la violencia. Sin embargo, dado que los partidos políticos no están dispuestos a proponer una salida (que implica nuevas elecciones y, probablemente, una nueva constitución) deberá ser la población organizada la que motive el cambio.

Precisamente porque es posible un cambio pacífico por vía electoral los grandes partidos rechazan las elecciones. Y ahí se plantea cómo obligarlos a su convocatoria. Mis interlocutores hablan de una movilización multiforme que incluya manifestaciones, ocupaciones del espacio público y ocupaciones de edificios en los que funciona una administración que en la práctica ha usurpado el poder. Edificios que podrían ser ocupados desde dentro por quienes ahí trabajan. Claro que la policía impide ocupar el Parlamento, pero sería imposible prevenir la ocupación de centenares de edificios en todo el país. Lo cual requeriría que millones, no miles, fueran los ocupantes. Por tanto, se trata de conseguir una movilización mucho mayor de la ciudadanía.

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El título es parte de esta extraordinario tema de Sui Generis "Tribulaciones, lamentos y ocaso de un tonto rey imaginario o no", de Confesiones de invierno


Escrito por

Jorge Bossio

Infonomista, experto en TIC para el desarrollo, políticas de Internet y gestión del conocimiento.


Publicado en

Redacción mulera

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