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Muerte. La última palabra de Virginia Woolf

Publicado: 2013-01-10

Durante los últimos once años de su vida, Virginia Woolf (1882-1941) convirtió los pasadizos de su propia cabeza, en simples cuadernos, haciéndolos puentes entre su locura y una mano temblorosa. Escribir no siempre nos hará libres, sino que nos mostrará en la oscuridad lo que nadie más pueda ver. Podrían ser acaso las facciones de una mujer que no exista y que se formen en la caída de una manta o cortina, o la simple sombra cuya luz cercana se parezca al hombre que da la espalda pero cuya presencia amenaza cada segundo en el que lo observamos sin que exista siquiera sino solo en monstruosos recuerdos, ésos de los que hay que escribir para vernos libres o doble e ilusamente atrapados.

Virginia Woolf se mató, pero dejó no solo sus libros sino sus diarios como cabos sueltos, como recuerdos ajenos para nosotros, simples lectores, que ahora podemos tocar su vida como si pudiéramos sumergir la mano en el mismo río en el que se ahogó, cargando su sacón con piedras que llevaron su cuerpo hasta el fondo y de tal manera que su marido solo pudo encontrarla días después de su desaparición.

Los diarios de Virginia Woolf -a 72 años de su muerte- han sido comprados por la Universidad inglesa de Sussex. En ellos narra la historia de una época literaria, incluso encuentros con reconocidos escritores contemporáneos suyos, como el novelista E.M. Forster o el poeta T.S.Eliot. Sin embargo hay un doloroso reconocimiento de su enfermedad: la bipolaridad y deja registro de momentos frustrantes como los que la obligaron a guardar reposo, vencida y reconociendo su propia cama como su lugar en un mundo al que no siempre podía enfrentar.

Los cuadernos, cuyas primeras anotaciones están fechadas en 1930, fueron adquiridos en una subasta de la casa Sotheby’s por unos 96.000 dólares y con ellos la universidad completará su colección sobre Woolf, que incluye correspondencia personal, informa hoy la BBC.

Este es un extracto de la carta que dejó a su marido antes de suicidarse: “Siento que voy a enloquecer de nuevo (…) Y no puedo recuperarme esta vez. Comienzo a oír voces, y no puedo concentrarme (…) Creo que dos personas no pueden ser más felices hasta que vino esta terrible enfermedad. No puedo luchar más (…) Si alguien podía haberme salvado habrías sido tú (…) No puedo seguir arruinando tu vida durante más tiempo. No creo que dos personas pudieran ser más felices que lo que hemos sido tú y yo. V”

Lo último que escribió en sus diarios pertenece al día de su muerte, el 28 de marzo de 1941, fecha en la que se sumergió en el río con piedras en los bolsillos. Virginia Woolf escribió una simple palabra, pero que dentro del infierno que la consumía pudo significar una salida, silencio o una sombra dentro de la qué esconderse, que después fue probablemente una bolsa negra. Muerte. Lo último que Woolf escribió en sus diarios fue la palabra muerte. Su marido Leonard, tocó esa misma palabra escrita con lápiz sobre de sus diarios, sabiendo que quizá no pudo hacer más.

Muerte. Pronto Virginia Woolf cumplió.


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Redacción mulera

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