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El apóstol peruano de Jobs

Publicado: 2013-01-05

El peruano Jose Carreon trabajó en Apple entre 1993 y 1997. Fue uno de los 12 evangelistas encargados de difundir alrededor del mundo la nueva tecnología que lanzaba la compañía cada semestre. Fue testigo del regreso de Steve Jobs a Apple en 1996 y trabajó bajo su tutela hasta finales de 1997, luego de algunas experiencias poco gratas con el Consejero de Apple. Esta es la historia de un arequipeño que vio de cerca y trabajó junto al hombre que renovó la forma de vida de la sociedad de hoy. Esta es la  historia de Jose Carreon junto a Steve Jobs.

Un viernes de 1996, Steve Jobs entró a la oficina del arequipeño José Carreon vestido con un polo y un short. Iba descalzo y despeinado. Carreon por aquel año era uno de los 12 evangelistas de Apple que viajaba a diferentes países del mundo para convencer y persuadir a las empresas de Estados Unidos, Europa y Asia de que la nueva arquitectura de comunicaciones y redes de Apple era la ideal para sus sistemas. En aquellos meses, uno de los objetivos principales de Carreon era convencer a 500 empresas del mundo para que se unieran a esta nueva arquitectura que se estaba implementando con el nuevo Mac OS 8. «Eso requería que una compañía que tenía una aplicación o varias aplicaciones», cuenta Carreon, «debía rehacer cierta porción de su arquitectura de comunicaciones para poder trabajar con estos nuevos métodos y marcos de redes». Carreon viajó y visitó cientos de compañías alrededor del mundo, logró convencer y firmar contratos con 600 empresas, 16% más de las que se le había pedido en esta primera etapa. Y estaba orgulloso. «Cuando fuimos a darle el reporte a Steve», me dijo, «pensé que iba a ser una de las personas a quienes iban a felicitar». La reunión terminó como un simple reporte del día, pero horas más tarde Jobs entró a la oficina de Carreon para pedirle un favor relacionado a su lista de compañías.

-Steve, no sé de qué se trata, he traído a más de 100 empresas de las que se esperaba.

-No, no, eso está bien -cuenta Carreon que Jobs le respondió-, pero te has quedado con 2, tuviste que haberlas incluido.

Jobs le pidió que se subiera esa misma tarde a un avión para que viajara a Singapur, firmara los contratos con estas compañías y le entregara los reportes el jueves. Eran dos empresas que Carreon, de acuerdo a su criterio, había considerado poco importantes para la primera fase. «Pero al parecer Jobs les había hecho una promesa a sus directivos de que les iba a facilitar la migración de sus comunicaciones». Carreon tenía dos hijos pequeños y había planeado pasar un fin de semana con ambos, pero tuvo que acatar la orden. Compró el pasaje y voló esa misma tarde a Singapur. «No quise discutir», me cuenta, «Jobs era una persona que no solo empujaba a que uno cumpliera con sus objetivos, sino que siempre quería que uno diera más. No había crueldad, simplemente hacía ejercicio de su autoridad». Llegó a Singapur el lunes y al mediodía del martes ya tenía los dos contratos firmados. Cuando retornó a Cupertino, en California, e ingresó a la oficina de Jobs, este simplemente le hizo un gesto con la mano para que dejara los reportes en la mesa. Y chau. «Ese es un ejemplo de cómo era él».

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Antes de entrar a Apple, en 1993, José Carreon había trabajado ocho años para la compañía Digital Equipment Corporation, pionera en la fabricación de minicomputadoras y que sería adquirida por Compaq en 1998 y posteriormente por Hewlett-Packard en 2002. Después de entrar a la Universidad de California como consultor, y estar a cargo de varios proyectos de redes y de fibra óptica, recibió en 1993 una llamada para proponerle manejar las alianzas estratégicas de Apple. «Fue una oferta que no pude dejar pasar», dice. Existía en aquel año una empresa encargada de reunir a todos los proveedores de tecnología para coordinar cómo brindar soporte a sus clientes más importantes alrededor del mundo. «Si tenías una máquina Mac que estaba corriendo por encima de una red IBM usando una impresora HP, y tenías problemas ¿a quién llamabas?», comenta Carreon. «¿A cuál de las tres empresas llamabas?». El objetivo principal de aquella compañía era encargarse del problema y coordinar con las 3 empresas para revisar y analizar de qué proveedor venía el error. Carreon estuvo un año representando a Apple en estas coordinaciones hasta que fue trasladado al centro de desarrollo de Cupertino y se convirtió en uno de los doce evangelistas responsables de dar a conocer las novedades y los beneficios del Mac OS 8 alrededor del mundo. «Era la época en la que Apple estaba cambiando la arquitectura de su hardware, y fui responsable también de todo lo relacionado a redes y comunicaciones e Internet».

Carreon considera que fue a raíz de su viaje a Los Ángeles donde comenzó su carrera. Él había estudiado en el colegio San José de Arequipa hasta el 5to de secundaria. La experiencia de su hermano en Suecia, quien había realizado estudios superiores de Ingenería mecánica, convenció a su familia para que emprendiera también un viaje a Europa. Fue allí que Carreon estudió Ciencias de la Computación en el Instituto Tecnológico Chalmers de Gotemburgo y que un imprevisto viaje a Los Ángeles por razones familiares cambiaría el destino de su vida. «Mi experiencia en Apple fue increíble, uno de los mejores trabajos que tuve, no solo por la dinámica de la compañía, sino también por la gente con la que trabajé. Un ambiente motivador, pero también duro. Como evangelista mi responsabilidad principal fue llevar la nueva tecnología alrededor del mundo. Hablo 5 idiomas. Creo que también por eso fui parte de este grupo, predicando la tecnología y la religión de Apple».

Cuando volvía a Perú de vacaciones, recuerda, debía sortear una serie de preguntas sobre los aparatos tecnológicos que ingresaba al país. «Me preguntaban siempre qué eran esos aparatos, dónde los iba a usar, con quién». Una vez un periodista de Arequipa pensó que la notebook era un libro; en otra ocasión, cuando encendió la cámara web de una Powerbook y un periodista se vio reflejado en la pantalla de la computadora, le preguntó si estaban en televisión en vivo. Carreon afrontó su etapa de evangelista no solo viajando por múltiples países sino también vistiéndose y viviendo como un obsesivo con la marca. «Era mi segunda familia, tenía el pelo largo y me vestía con todo lo relacionado a Apple». Pero durante el periodo en el que Carreon ingresó a la compañía, esta arrastraba un difícil periodo de complicaciones económicas y tecnológicas. También de imagen. Jobs había sido expulsado de la empresa que él mismo había fundado. Cuando Jobs retornó, hubo mucha algabaría dentro de la mayoría de áreas. Incluso él mismo se sintió feliz por su regreso. La compañía enfrentaba múltiples desafíos y muchos creían que con el regreso de su ex líder podrían salir a flote. Pero pese al entusiasmo inicial, Carreon solo permanecería dos años bajo el liderazgo de Steve. «Definitivamente hubiese continuado y sobrevivido en la compañía, ser un apóstol más, estaba contento con eso, pero sinceramente a fines del 97 pensé que mi carrera profesional y todo lo que había hecho antes de venir a Apple se estaba limitando a una sola plataforma». Él mismo reconoce que al abandonar la compañía se perdió la mejor era de Apple. Se perdió el iPod, el iPhone, el iPad. «Es más, cuando yo me fui la acción de Apple estaba a $35, hoy está a $ 220, otro motivo quizá por el cual me debí haber quedado».

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¿Pero por qué se fue? Cuando le pregunto si sintió en algún momento que había recelo de Jobs por ser un evangelista de la anterior dirección -la misma que expulsó a Jobs de su propia compañía-, Carreon ladea la cabeza y me dice al principio que no. Pero luego piensa unos instantes y señala que quizá. Hay dos anécdotas que reflejan tal vez esos difíciles momentos durante sus últimos años en Apple. Una fue cuando Jobs le avisó que tenía un equipo muy grande de evangelistas (contaba en ese momento con 6 bajo su cargo) y que debía quedarse solo con tres de ellos. De alguna manera, le estaban disminuyendo el liderazgo de su área. «Éramos un equipo muy unido, eran muy buenos y me habían sacado a mí de infinidad de problemas», comenta. «Pero Steve llegó un viernes y me dijo: Jose, tienes un equipo muy grande, el lunes debes entregarme una lista con tres con los que te quieres quedar». Carreon recuerda la dura y difícil situación de ese fin de semana. Entregó la lista, pero salió de viaje el lunes y martes a New York, así que cuando retornó el miércoles, y preguntó sobre el tema, le dieron para su sorpresa otra lista. No estaban los que él había escogido. «Me pidieron que despida a mi mejor amigo cuando su señora estaba embarazada, y lo tuve que hacer», recuerda. «Cuando llegó el viernes negro, el día en que se despedía a la gente, tuve que venir vestido de cierta manera, incluso te daban un guión de qué era lo que tenías que decir y alguien de recursos humanos te acompañaba durante ese momento».

Ese fue una experiencia dura que marcaría ya el fin de sus días en Apple. La escena decisiva en la compañía ocurrió cuando Jobs le pidió que analizara las vulnerabilidades de la Mac. Llegó Steve (por tecera vez, un viernes) y le dijo: «Sé que tienes cierto interés por seguridad, ya me lo han dicho, quiero que hagas un análisis para saber cuán vulnerable somos». Según Carreon, por aquel entonces Mac tenía algunos elementos de protección pero carecía en realidad de una arquitectura de seguridad completa. «Cuando la prendías, por ejemplo, no había ni user ni password, entrabas directamente al sistema». Carreon cuenta que invitó a un grupo de hackers de Standford y Berkeley porque no quería que nadie de Apple estuviese envuelto en el análisis. «Hicimos un software kitching con hackers, destruimos la mac en dos días, hice un reporte de 14 páginas, me quedé despierto como dos noches sin parar, le daba vueltas y vueltas, porque sabía que ese reporte iba directamente a Steve». Esos días serían especiales porque allí Carreon se daría cuenta de cuál era el camino que él debía seguir en el futuro. Un día antes de la fecha de entrega, Carreon entró a la oficina de Jobs. Él le preguntó que tenía y cuando Carreon comenzó a darle el reporte, Jobs lo detuvo y le dijo: «Está bien lo que has hecho, pero ese análisis ya no me importa porque todo va a cambiar». Esa noche Carreon decidió abandonar Apple. No se sentía contento con lo que había ocurrido y decidió comenzar a profundizar en la especialidad de seguridad. La valoración de su trabajo en Apple no estaba a la altura de lo que él esperaba.

A finales de 1997, en efecto, recibió la oportunidad de ir a trabajar a una pequeña compañía de seguridad llamada Atala, un grupo de 45 personas con la que aprendió y compartió hasta el año 2000. «Tenía que expandir mis horizontes», confiesa, «y en Atala establecimos toda la seguridad por detrás de las redes de cajeros electrónicos, puntos de venta y transferencia de moneda electrónica. Ahora son una pequeña división de HP». Su etapa en Atala le ayudó a olvidar sus años en Apple porque entró en un nuevo campo que se convirtió a su vez en un desafío profesional. Quince años después, Carreon ahora se ha convertido en un especialista en el área de seguridad. Después de los tres años en Atala fundó una propia compañía llamada I-S-Cubed, que desarrolló sisemas para manejar llaves criptográficas en cajeros automáticos. «Varios bancos, por ejemplo, tienen que reponer dinero en sus miles de cajeros, y para eso tienen que activar y desactivar el cajero para que pueda entrar en la red otra vez», comenta. «Lo que ocurre es lo siguiente: las personas a cargo lo sacan de línea, ponen el dinero y luego lo ponen en línea otra vez, pero ese proceso requiere la participación del factor humano. Nosotros escribimos una aplicación que sacaba el factor humano encargado de la activación y desactivación del cajero en la red». Carreon estuvo a cargo de la compañía por cinco años, entre el 2000 y 2005, y luego vendió la aplicación a un consorcio canadiense.

Él ahora se muestra optimista con la posibilidad de trabajar en el Perú. Aún tiene compromisos laborales en California, pero cree que puede ayudar a mejorar al país en el campo de la seguridad informática. Cuando habla sobre Jobs, siempre lo recuerda como un mentor a pesar de que nunca obtuvo de él un gesto positivo por su trabajo. «Él era así con todos», dice en todo caso, «trataba así a todos por igual, te hacía sentir arriba en un momento y en otro te bajaba». En una fiesta por el cumpleaños de Jobs, Carreon le regaló un platito peruano. Recuerda que luego se enteró que Jobs dejó en el hotel todos los regalos que le habían obsequiado. «La última vez que lo vi fue hace como dos años, antes de su muerte. Mi familia llegó de Europa a visitarnos y mi sobrinito me pidió que lo llevara a enseñarle el lugar donde había trabajado. Y fuimos a Apple. Y de casualidad, estando parados al frente del edificio, llegó Steve. Lo saludé, me miró, le pregunté cómo estaba y me dijo que bien. Entonces le pregunté si podía tomarse fotos conmigo y mi familia y él solo respondió: No más fotos».


Escrito por

Edwin Chávez

(Post)estructuralista, narrador sci-fi, cuentista metaliterario, pixel-prototipeador, {css: lover}, poeta [01]nario.


Publicado en

Redacción mulera

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