#ElPerúQueQueremos

Jesús Urbano Cárdenas, el artista que inmortaliza el retablo peruano

Publicado: 2012-11-17

Por Giovanna Castañeda @GiovannaCP

Jesús Urbano Cárdenas aprendió el arte de la imaginería ayacuchana desde que era muy joven. De su padre heredó las técnicas tradicionales, sin embargo, el talento es algo nato. Vino a Lima desde la región más atormentada por Sendero Luminoso; y encontró en la capital lo que buscaba. En sus retablos refleja las tradiciones de los pueblos de la serranía, con un único estilo: la miniatura extrema.

Alameda de Los Misioneros, Santa Rosa, Callao. Aquí se ubica el taller-vivienda de Jesús Urbano Cárdenas, un retablista ayacuchano que llegó a Lima tras huir de Sendero Luminoso y la guerra interna, para continuar con el arte que -gracias a sus manos, paciencia y experiencia como viajero- logra e impresiona al país y al mundo.“Para dedicarse a hacer retablos tiene que nacerte. Mis hijos pueden hacerlo, conocen, pero hay que tener un gusto, para el retablo hay que tener harta paciencia, no es para las personas que quieren hacer todo rápido”, explica con sencillez, la que nunca perdió aun siendo el hijo de uno de los grandes maestros de este arte peruano donde se expresan “todas las sangres”, como señaló Carlos Iván Degregori en El Retablo ayacuchano, un arte de los Andes. (IEP, 1992)

“Nací en el seno de los retablistas. Cuando yo tuve uso de razón, mi padre ya estaba haciendo retablos”, remarca el hijo de don Jesús Urbano Rojas, condecorado con Orden del Sol, en el grado de Caballero, y máximo exponente del arte de la imaginería en el Perú y en el mundo. Por esto, asegura que sigue la ruta de su padre, aunque considera que le ha dejado una valla muy alta.

En el mundo del arte popular y en la cuna de lo que fue el cajón sanmarcos, Jesús Urbano es un símbolo, una marca. “Sólo el nombre es sinónimo de retablo”, dice. Jesús hijo cuenta que lo que más le inculcó su maestro y padre fue la calidad de su trabajo: que una obra debe salir bien hecha para que las personas lo compren. Además, esta garantía va de la mano con el rescate de las tradiciones del mundo andino, las que se “van perdiendo con la prosperidad” de la modernidad. “Para mí, un retablista es como un fotógrafo. Uno va a una fiesta y ve qué es lo más bonito. Uno regresa y lo trae como 'negativo' en la mente; agarra una caja y comienza a hacer las figuras”, señala.

NUEVO INICIO POR SENDERO

Muchos historiadores, estudiosos del origen del cajón sanmarcos y su evolución al retablo -que de ser un altar portátil se convirtió en una pieza de colección-, se preguntan cómo en medio de tanta destrucción por Sendero Luminoso, y cómo a pesar de las condiciones tan adversas, continúa este arte. Jesús reconoce que los artesanos sufrieron mucho con la presencia del terrorismo en Ayacucho, la región más atormentada por la organización del cabecilla senderista Abimael Guzmán.

Urbano recuerda que en la década de los ochenta, Ayacucho vivía una época en la que había exportación, mucho turismo y confianza de las personas para visitar esta región. “Ese era un atractivo, por lo que iban y de pasada nos compraban a nosotros, pero cuando llegó el terrorismo lamentablemente las exportaciones y el turismo comenzaron a bajar, y nos afectó directamente”, cuenta.

Agrega que cuando el terrorismo llegó al mismo Huamanga “las cosas se pusieron bravas”, él ya tenía hijos por lo que tuvo que trasladarse a Lima, pese a que nunca le pareció una buena ciudad para vivir. Cuando llegó a la capital tuvo que rehacer toda su vida, buscar los clientes, el mercado, algo que poco a poco lo consiguió.“Nosotros como artesanos hemos sufrido bastante con el terrorismo porque no nos dejaba desarrollarnos, ese fue el problema”, precisa.

A raíz de lo vivido por Sendero, nacen los retablos con diseños que reflejan hechos de esa terrible época en los pueblos más alejados del Perú. “Había mucha gente que traían croquis, dibujos y pedían que haga de acuerdo a con lo que ellos habían vivido. Nosotros hacíamos los retablos dentro de ese ámbito y a mucha gente le gustaba ese tipo de trabajos”, explica.

ARTE PARA SOBREVIVIR

Nadie vive del arte, dicen muchos. Menos si se trata del arte popular, el que se hace en distintos puntos del país, y el que es igual en todos ellos. Sin embargo, Jesús asegura que la artesanía da trabajo a mucha gente. “Ayacucho es la cuna del retablo, pero usted ve que hay en Vitarte, en Callao, en Ventanilla, en todo el Perú, porque ya es parte de la subsistencia de muchas familias”, dice.

Para este laureado retablista, quien ha expuesto en Francia, Italia, Estados Unidos, Argentina y Chile, donde ganó el Premio Lorenzo Berg de Chile en 1985 como mejor artesano de Sudamérica, en el Perú no se valora al retablista.

Recordó que sólo durante el periodo del presidente Fernando Belaunde Terry, la artesanía tuvo mayor importancia porque “él amaba el arte”. “Este taller me lo dio Belaunde con los talleres-vivienda para artesanos. Había una tienda que era del Estado, Artesanías del Perú, donde dejábamos a consignación y nos pagaban”, recuerda con nostalgia Urbano Cárdenas. Desafotunadamente lo desaparecieron. "No les gusta el arte, no lo toman en cuenta y actualmente se necesita una tienda grande para poder vender”, se lamenta.

No obstante, se muestra optimista porque considera que ahora se vive del arte, solo que no se difunde. “Ojalá que el Ministerio de Cultura pueda hacer lo de la época de Belaunde. Tal vez exigiendo y pidiendo se pueda lograr porque de otra forma no hay”, concluye. Allí están la esperanza y el deseo de que se siga apostando por la reafirmación de una identidad nacional.


Escrito por

Giovanna Castañeda

@GiovannaCP Bausatina. Redactora de LaMula.pe


Publicado en

Redacción mulera

Aquí se publican las noticias del equipo de redacción de @lamula, que también se encarga de difundir las mejores notas de la comunidad.