Durante la Guerra de Vietnam, el ejército norteamericano roció los valles y planicies del centro y sur de Vietnam con 75 millones de litros de Agente Naranja, un herbicida que arrasó los campos que podrían servir de refugio al Vietcong.

El herbicida contenía una dioxina extremadamente dañina, que ha dado lugar a diabetes, cáncer, linfomas y malformaciones en la población de la zona. El Agente Naranja afectó también a Camboya y Laos arrasando un total de dos millones de hectáreas.

51 años despúes, Estados Unidos ha comenzado operaciones de limpieza en la zona. Según el Departamento de Estado de EEUU, estas durarán cuatro años y tendrán un costo de 43 millones de dólares.

La limpieza comenzó en Danang, que, con más de 800.000 habitantes, se calcula que tiene 11.000 personas con discapacidades, muchas relacionadas con el Agente Naranja.

En los próximos años, se retirarán sedimentos de las zonas contaminadas, para realizar un tratamiento de desorción térmica que daría lugar a la evaporación de los químicos.

EEUU ultilizó concentraciones de dioxinas hasta con niveles 55 veces superiores a los considerados normales, aunque el Gobierno de Washington no reconoció de manera formal sus efectos nocivos hasta los años 90.

Fueron los propios soldados que prestaron servicio en Vietnam los que interpusieron una demanda a los fabricantes del producto logrando, en 1984, un acuerdo extrajudicial por 180 millones de dólares. Posteriormente, se indemnizó a los 4,2 millones de soldados que sirvieron en las zonas afectadas por el químico, si tenían algún tipo de secuela.

Por su parte, un grupo de ciudadanos vietnamitas presentó en 2004 una demanda contra las industrias químicas que vendieron el Agente Naranja al Pentágono acusándolas de cómplices de crímenes de guerra. Sin embargo, se desestimó la demanda al conciderar que la venta de productos químicos no supone un crimen de guerra y que el pesticida se diseñó para defoliar. De esta manera los efectos colaterales no se consideraron suficientes para encontrar culpables.