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Los argentinos se adaptan a una realidad sin dólares

Publicado: 2012-07-25

La limitación drástica de las importaciones y de la entrada de dólares al país se cuentan entre las medidas más controversiales implementadas por la presidenta argentina Cristina Fernández de Kirchner . Ello con el objetivo de incentivar el ahorro en moneda nacional y evitar la fuga de capitales.

Esta situación ha causado el descontento de miles de argentinos acostumbrados a ahorrar en divisa extranjera y que han visto su acceso a productos importados de necesidad vital, fuertemente reducido. A continuación una crónica de la BBC Mundo sobre el día a día de un país sin dólares:

A poco de conseguir una holgada reelección a finales de 2011, la presidenta de Argentina, Cristina Fernández de Kirchner, implementó severas medidas para frenar la salida de dólares del país.

Primero limitó drásticamente las importaciones con la intención de mantener el superávit comercial, una de las principales fuentes de ingreso de divisas a la nación sudamericana.

Luego, aplicó un cerrojo a la compra de dólares, con el objetivo de controlar una masiva fuga de capitales que el año pasado superó los US$20.000 millones.

En los últimos meses esas restricciones se ahondaron: actualmente sólo las personas que planean viajar o tienen un crédito hipotecario aprobado pueden acceder legalmente a una cantidad limitada de la moneda estadounidense.

En tanto, muchos bienes y productos extranjeros que se conseguían masivamente están faltando, y no siempre existe un reemplazo local.

Este escenario está causando enormes trastornos en un país acostumbrado a operar y a ahorrar en dólares, y que hasta hace poco era fuertemente dependiente de insumos importados.

BBC Mundo recogió los testimonios de distintos argentinos impactados por las restricciones gubernamentales.

Problemas de salud

María y Silvia tienen algo en común: las dos tienen familiares con problemas de salud que debieron interrumpir sus tratamientos por la falta de acceso a insumos médicos importados.

José, el hijo más pequeño de María, tiene síndrome de Down y por un problema de salud con el que nació tiene colocado un botón gástrico, que ya debió ser reemplazado cuatro veces.

"A finales de mayo debían colocarle uno nuevo pero el cirujano debió suspender la operación porque no tenían los botones importados que usan siempre y tampoco llegó a tiempo el botón fabricado en Argentina", relató la mamá a BBC Mundo.

"Desde que nació José ya tuvo que entrar al quirófano diez veces y esta es la primera vez que tuvimos un problema", agregó.

No fue la única dificultad que encontró María: también tuvo problemas para reemplazar la bomba de alimentación de la que depende su hijo y debió dejar de utilizar unas gasas antibacteriales que le entregaba su prestadora privada de salud, ya que no se consiguen más.

Para dar cuenta de su situación, María escribió una carta de lectores que fue publicada en el diario La Nación, un recurso al que apelan muchos en situaciones similares.

Las restricciones a la importación y a la compra de dólares también están afectando a muchas empresas, sobre todo a las pequeñas y medianas (pymes).

El sector más golpeado es el de los importadores, pero el comercio y la industria también enfrentan problemas.

Héctor López Moreno tiene un negocio que vende ropa sobre la calle Florida, el paseo comercial más famoso de Buenos Aires. Cerca del 30% de sus clientes son turistas extranjeros, pero desde que se aplicó "el cepo cambiario" –como lo llaman muchos locales- los de afuera ya casi no compran.

"Antes aceptábamos dólares, euros o reales. Ahora está prohibido y nuestras ventas bajaron en casi un 25%", relató a BBC Mundo.

Los extranjeros evitan usar sus tarjetas de crédito porque deben pagar mucho más: mientras que por cada dólar al contado reciben entre 6 y 7 pesos en el mercado informal, sus bancos aplican la tasa de cambio oficial, cercana a los 4,6 pesos.

El día después de que publicaran su carta, recibió el botón gástrico producido en el país.

La familia de Silvia, en cambio, sigue sin poder resolver su situación: su suegra, quien fue operada hace tres años de un tumor cerebral, no sabe si el cáncer volvió, ya que no ha podido realizarse la tomografía computada que confirmaría ese temido diagnóstico.

"Mi marido la llevó al instituto privado donde debía hacerse el estudio pero el líquido que le inyectaron para realizar el contraste no funcionó y le dijeron que era porque se trataba de un producto nacional que estaban usando en reemplazo del líquido importado que usaron siempre", contó a BBC Mundo esta arquitecta de 46 años.

Su suegra no sabe cuándo podrán realizarle con éxito la tomografía. "Es una situación muy angustiante para toda la familia", confesó Silvia.

El comercio y la industria

Las restricciones a la importación y a la compra de dólares también están afectando a muchas empresas, sobre todo a las pequeñas y medianas (pymes).

El sector más golpeado es el de los importadores, pero el comercio y la industria también enfrentan problemas.

Héctor López Moreno tiene un negocio que vende ropa sobre la calle Florida, el paseo comercial más famoso de Buenos Aires. Cerca del 30% de sus clientes son turistas extranjeros, pero desde que se aplicó "el cepo cambiario" –como lo llaman muchos locales- los de afuera ya casi no compran.

"Antes aceptábamos dólares, euros o reales. Ahora está prohibido y nuestras ventas bajaron en casi un 25%", relató a BBC Mundo.

Los extranjeros evitan usar sus tarjetas de crédito porque deben pagar mucho más: mientras que por cada dólar al contado reciben entre 6 y 7 pesos en el mercado informal, sus bancos aplican la tasa de cambio oficial, cercana a los 4,6 pesos.

En tanto, los mayoristas, que suministran mercadería a negocios como el de López Moreno estiman sus costos en base al dólar paralelo, por lo cual el comerciante enfrenta problemas a la hora de reponer sus productos.

"Tengo 23 empleados a mi cargo y puedo soportar esta situación unos cuatro meses más. Pero si esto sigue así a fin de año no sé si podré seguir manteniendo a todos", admitió.

"Conozco a varios comerciantes que están en la misma", aclaró.

El sector industrial padece problemas similares. Carlos Schwartzer es dueño de una empresa de laminado plástico que ha estado en manos de su familia desde hace 50 años.

"Nunca vivimos una situación así, ni siquiera durante la crisis económica de 2001", aseguró a este medio.

El empresario normalmente importaba el 40% de su materia prima pero desde que empezaron a restringir las importaciones tuvo que buscar un sustituto local, algo que le ha generado problemas.

"Los productores de plástico en el país tienen una capacidad limitada y además aplican precios al tipo de cambio del dólar paralelo, ya que deben importar gas para poder producir", explicó.

Schwartzer estima que por este motivo debe pagar un 22% más por sus insumos, lo cual lo ha obligado a encarecer sus productos en al menos un 15%, lo que podría afectar sus ventas.

"Antes mis clientes hacían órdenes de compras a un año o seis meses. Ahora son órdenes a 30 o 60 días, por lo cual no puedo garantizar el empleo a mis obreros", señaló.

En total la empresa contrata a 57 trabajadores, pero Schwartzer contempla la posibilidad de realizar despidos si la situación no mejora hacia fin de año.

Un mercado paralizado

Mientras que otros anticipan problemas en el futuro cercano, en el sector inmobiliario aseguran que en los últimos tres meses ha habido una paralización casi total del mercado.

Representantes de tres inmobiliarias de Buenos Aires dijeron a BBC Mundo que nadie está comprando propiedades debido a que en este país las compras de inmuebles se realizan en dólares y "nadie quiere desprenderse de sus billetes".

"Sólo aquellos que tenían aprobado un crédito hipotecario antes de las restricciones pueden avanzar con su compra, pero solamente tienen garantizado el acceso a dólares hasta noviembre", detalló una de las consultadas.

No es casual que todos los entrevistados pidieron hablar en forma anónima: recientemente la presidenta Fernández denunció durante un discurso por cadena nacional a un empresario del sector que habló con el diario Clarín sobre la parálisis del mercado.

Gustavo, un corredor inmobiliario con más de 20 años de experiencia, dijo a este medio que el 90% de los ingresos de las inmobiliarias depende de ventas, y los empleados también cobran la mayor parte de su salario a través de comisiones.

Es por este motivo que muchos en el sector temen una fuerte ola de desempleo, una palabra que cada vez resuena más entre los argentinos.


Escrito por

Leonor Lamas

Estudiante de Antropología de la PUCP. Amante del queso, el kiwi y las siestas después de almuerzo.


Publicado en

Redacción mulera

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