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Jose Luis González: "Cipriani y la iglesia que se desmorona"

Publicado: 2012-05-16

"Cipriani y la iglesia que se desmorona" es el título de la columna de Jose Luis González en la República. En ella González opina sobre la sanción eclesiástica que ha recibido Gaston Garatea, a quien el columnista considera como uno de los sacerdotes que se ha distinguido por sus acciones de justicia social, "junto con equipos de personas de excelente calidad y entereza".

Para él, esta sanción proviene de dudas políticas dentro de la iglesia: "este tipo de sanciones se generan desde lo más profundo de un proyecto de restauración de la Iglesia Católica". Además, añadió que "Juan Pablo II implementó un proyecto de iglesia absolutamente autoritaria que privilegia a los sumisos antes que a los inteligentes y valientes". González finaliza su columna con la posibilidad de buscar una respuesta "desde abajo" de los miembros iglesia.

Cipriani y la iglesia que se desmorona

Conozco al Cardenal de Lima desde sus tiempos de cura raso en Abancay, en los inicios de su trayectoria pastolar como miembro del Opus Dei. Se puede decir, no precisamente para resaltar méritos, que siempre ha sido hombre de una sola pieza y una sola línea. Pertenece al clan de quienes jamás aceptarán que otra iglesia y otro tipo de relación con el mundo, auténticamente cristianos, son posibles.

En el ambiente de la iglesia católica peruana de aquellos años, que un miembro del Opus Dei fuese designado Cardenal de Lima no tuvo nada de extraño. Pero sí que fuese elevado a la máxima dignidad de la iglesia peruana un hombre del perfil intelectual y emocional de Cipriani. No por casualidad el Opus Dei era muy cercano a Juan Pablo II y a su proyecto de iglesia centralista y vertical.  También eran los días (que no han terminado) en que la propia iglesia amordazaba o vetaba a sus mejores teólogos y ponía bajo sospecha a sus más comprometidos pastores.

La trayectoria y valores de Gastón Garatea son de sobra conocidos en el Perú. Ha sido uno de los sacerdotes que más se han distinguido por funciones y compromisos de justicia social, junto con equipos de personas de excelente calidad y entereza.

La sanción eclesiástica a Gastón Garatea no proviene solo de la  bilis ultraortodoxa de un cardenal del Opus. Seamos claros: este tipo de sanciones se generan desde lo más profundo de un proyecto de restauración de la iglesia católica, preconciliar impulsado desde Juan Pablo II, quien, sin desmerecer los méritos que traía de su ministerio en la Polonia comunista, se creyó poseedor de una misión que venía desde el cielo: rescatar a la Iglesia de los excesos derivados del concilio Vaticano II.

¿Qué excesos? Entre otros: la autonomía de las iglesias nacionales, la libertad de investigación de los teólogos, el avance en los nuevos planteamientos de la moral sexual y el control de la natalidad, la discusión del celibato sacerdotal obligatorio, cualquier teología con cierta dimensión social, etc. Frente a esos supuestos excesos, Juan Pablo II implementó un proyecto de iglesia absolutamente autoritaria que privilegia a los sumisos antes que a los inteligentes y valientes. Estamos ante una institución que, al menos en sus más altas jerarquías, cree más en sí misma y en su poder, que en su misión. Preocupan más los desobedientes que piensan por sí mismos que los muertos.

El cardenal Cipriani es indicador de una crisis mucho más profunda que lo que puede significar la suspensión ministerial de un sacerdote. Así lo expresaría, en 2010, el jesuita egipcio Henri Boulard y el teólogo alemán Haz Kung en sendas cartas que enviaron al papa:

H. Kung: "Preocupado por esta nuestra Iglesia, sumida en la crisis de la confianza más profunda desde la Reforma", os dirijo esta carta abierta porque "en lo tocantes  alos grandes desafíos de nuestro tiempo, su pontificado se presenta cada vez más como el de las oportunidades desperdiciadas, no como el de las ocasiones aprovechadas".

Henri Boulard: "Sabrá disculpar mi franqueza filial...pues mi corazón sangra al ver el abismo en el que se está precipitando nuestra Iglesia...".

"Le agradeceré también sepa disculpar el tono alarmista de esta carta, pues creo que "son menos cinco" y que la situación no puede esperar más". Quizá los cinco minutos no sean suficientes.

Me atrevo a pensar que de los dos próximos Papas, hoy, uno ya es cardenal y el otro obispo. Puede ser que este modelo esté ya garantizado para los próximos 50 años. Por tanto, será difícil que la crisis señalada por esos dos teólogos sea superada positivamente desde arriba. Si es así, solo quedaría una alternativa: la respuesta desde abajo! ¿Qué haría el cardenal Cipriani si 400 sacerdotes de su archidiócesis salieran a la Plaza de Armas de Lima portando una gran pancarta en la que se leyera: "NOSOTROS TAMBIÉN, CARDENAL!?"


Escrito por

Andrea de la Piedra

Periodista de la UPC. Redactora de La Mula. @andreadlpg.


Publicado en

Redacción mulera

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