ya acabó su novela

Restos de víctimas de los casos 'Wanccayaku y Manyacc' regresan a sus familiares

Publicado: 2012-02-20

Imagen: Sengo Pérez

Por Jimena Rojas Denegri (@jimenar88)

El pasado viernes 17 de febrero, la Fiscalía Penal Supraprovincial de Huancavelica  devolvió los restos de ocho víctimas a sus seres queridos en el Laboratorio de Medicina Legal de Huamanga. Esas ocho personas, que murieron en las localidades de Wanccayaku y Manyacc, forman parte de la larga lista de víctimas del conflicto armado interno .

Muerte en las alturas

Los familiares llegaron desde la provincia de Acobamba, en Huancavelica, departamento donde ocurrieron los hechos. El primero se registró el 8 de diciembre de 1983: un grupo de militares de la base de Acobamba ingresaron a la localidad de Manyacc y secuestraron a ocho personas, bajo la sospecha de que integraban una columna terrorista de Sendero Luminoso; fueron trasladadas a una cueva ubicada en los alrededores del pueblo, donde los asesinaron e incineraron.

Al día siguiente, los familiares salieron en busca de los desaparecidos. Encontraron los cuerpos cerca de la cueva, amontonados y emitiendo un olor a carne quemada. Sobre ellos había sido dejado un cartel con una inscripción: “No mover los cuerpos o sufrirán el mismo destino”.

Ellos hicieron caso omiso a esta advertencia y se llevaron a sus familiares para poder enterrarlos. Dejarlos ahí amontonados nunca fue una opción.

El segundo caso ocurrió el 5 de setiembre de 1990, cuando Mardonio Quispe y Leandro Huamanñahui se encontraban recorriendo los alrededores de la comunidad de Wanccayaku con su ganado. Los dos individuos fueron interceptados por un grupo de ronderos, quienes los confundieron con miembros de Sendero Luminoso. Los dos comuneros fueron detenidos, torturados y asesinados.

Imagen: Sengo Pérez

La exhumación: Un largo proceso

En ambos casos las exhumaciones se llevaron en julio del año pasado. Tanto en Wanccayaku como en Manyacc, los pobladorestenían sentimientos encontrados respecto del ingreso de los fiscales para analizar los casos. Mientras algunos lo veían como un avance en su búsqueda de justicia, otros veían con miedo que funcionarios del Ministerio Público se lleven los cuerpos de sus familiares sin una fecha clara de retorno.

Finalmente, todos los familiares accedieron a la exhumación e indicaron los lugares exactos donde habían sido enterrados los cuerpos.

El fiscal del caso, Juan Manuel Borjas, explicó a LaMula.pe que la Fiscalía trabajó mucho en crear una relación de confianza con los familiares. Para esto, se mantuvieron en contacto constante con ellos y se les explicó, detalladamente, los avances y las demoras que se presentaron con la devolución de los cuerpos de sus seres queridos. Borjas mencionó que hubo momentos de tensión, como cuando algunos de los familiares sintieron que los cuerpos no regresarían nunca. Esto, sin embargo, se pudo arreglar rápidamente y el viernes, finalmente, los deudos tuvieron de regreso a sus fallecidos.

La restitución: los cuerpos regresan siete meses después

La mañana del viernes, los familiares llegaron al Laboratorio de Medicina Legal de la ciudad de Huamanga, donde se procedió a la entrega de los cuerpos y de las actas de defunción.

La restitución contó con la presencia del fiscal de la Nación, José Antonio Pelaéz, quién explicó la importancia que tienen, para un deudo, estas restituciones: “Es un derecho fundamental poder llorar a sus víctimas y a sus familiares, saber su identidad y saber sus paraderos”.

Sin embargo, algunos familiares no estaban de acuerdo. “Nosotros ya teníamos un lugar donde llorar a nuestros muertos, lo que nosotros aún no vemos justicia y eso es lo que esperamos”, dijeron.

Quedó claro que los familiares esperaban que esta entrega tenga un significado real, más allá de promesas.  Durante la exposición de la representante de la Comisión Multisectorial de Alto Nivel (CMAN), Doris Castillo, muchos hacían preguntas sobre el modo concreto de acceder a las promesas de educación, salud y reparaciones monetarias.

Finalmente, al terminar la diligencia,las opiniones estaban divididas. Algunos de los deudos confíaban en que el Estado esta vez avanzaría en sus promesas. Mientras otros sentían, en el fondo, que todo seguía igual. “No tienen intención de repararnos, parece que estuvieron vendiéndonos cuentos mientras esperan a que todos estemos muertos y no se tenga que hablar de reparaciones”, afirmó Santa Rosa Velasque , hija del fallecido Marco Velasque.

Imágenes: Sengo Pérez


Escrito por

Jimena Rojas Denegri

Antropóloga y redactora de lamula.pe


Publicado en

Redacción mulera

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