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Jaime Bedoya: "Hay una limeña manera de pensar que confunde corrección con 'qué dirán'"

Publicado: 2012-01-12

El escritor Jaime Bedoya, autor del libro 'Ay qué rico', se refirió en su columna de la revista Caretas sobre una de las constantes en el pensamiento de los limeños y parte de las costumbres de la capital: el qué dirán.

Para el bloguero de Trigo Atómico, existe una confusión entre lo que es 'ser correcto' y que importe mucho la opinión de las demás personas; esto lo ejemplifica con las disculpas de la actriz Anahí De Cárdenas tras la publicación de unas fotos de seis meses atrás en Ibiza. Con esto, Bedoya hace una sutil comparación con los políticos, quienes últimamente se han caracterizado por actuar de forma incorrecta. "Por lo único que habría que avergonzarse es por mentir, por robar, por aparentar decencia que no se tiene. Pero esa gente no se disculpa, postula", aseguró.

Aquí la columna:

Más Tetas Menos Disculpas

Dos señales anuncian la llegada del verano al sur del continente americano: la primera de ellas es la teta derecha de Susana Giménez. La segunda, la izquierda. Su dueña las ventila a la opinión pública en puntual topless puntaesteño. A manera de mamario saludo estival y mediante médicamente asistido desafío a la gravedad, demarcan cuales esféricos relojes solares la llegada de la estación más feliz del año. Aquella en donde la necesidad de esconder piel, cuero o vergüenza, resulta necia. Es lo que hay.

Otras son las tetudeces que anuncian la llegada del verano peruano. Oscilan acompasadas en rítmico vaivén desinformativo, según el cual el desfalco de 35 millones de soles no es tan grave como la ausencia de partículas de rocas en las orillas de La Herradura. Desde un punto de vista volumétrico sería correcto referirse a los autores de este concepto como tetudos. El regidor municipal Pablo Secada, haciendo gala de la austera exactitud del economista, los ha denominado como dos idiotas que quieren ser alcaldes. Sí, esos dos.

A la Giménez jamás se le ocurriría pedir disculpas por mostrar los estirados dominios de su piel, a pesar que en su caso lo exhibido podría ser solo de interés geriátrico o materia de auspicioso concurso adivinen dónde quedó mi ombligo. Lo cual deja aún más fuera de lugar las extrañas disculpas ofrecidas por Anahí de Cárdenas a razón de añejo topless de hace seis meses en Ibiza.

Por lo único que habría que avergonzarse es por mentir, por robar, por aparentar decencia que no se tiene. Pero esa gente no se disculpa, postula.

Hay una limeña manera de pensar que confunde corrección con qué dirán y libertad con distancia. La única disculpa exigible a la señorita De Cárdenas es la de no haberse dejado acariciar al natural por las bravas aguas del mar de Grau, favoreciendo en cambio con su estampa el líquido elemento de la tierra natal de Locomía, sustancia acaso inmune al encanto de sus atributos.

Dicta el rumor urbano que Polo Campos corrigió varias veces uno de los versos emblemáticos de su vals Y se Llama Perú, tentado de hacer referencia a la debilidad extrema del varón nacional con las postrimerías femeninas. Esta preferencia, empero, no afecta un ápice el intenso simbolismo erótico, materno e individualista de los pechos femeninos. A diferencia de su antagónica retaguardia, su importancia no es un tema cuantitativo sino cualitativo. Así se trate de modestas equivalencias comparables a la picadura de abeja o de los excesos generosos propios de una sandía madura, el pecho femenino, delimitado por la elegante malcriadez de ese último botón desabotonado, revela la madera y fuste de una mujer que habla mirando a los ojos mientras encañona doblemente a su turbado interlocutor.

Ir por la vida con las tetas al aire es una metáfora de personalidad, gracia y transparencia. Valga como metafórica extensión de este mensaje la imprudente pero honrosa honestidad de Jesús Pacsi, caballero natural de Juliaca. Luego de ser masacrado por su esposa, su amante y otras enamoradas más que compartían simultáneamente y sin saberlo sus favores románticos, Pacsi tuvo tiempo –con la cara ensangrentada– de atender a la prensa.

–Oiga, pero usted estaba con media docena de mujeres.

–Bueno, eran cuatro nomás, respondió con una sonrisa sanguinolenta

Ese es el espíritu.


Escrito por

Giovanna Castañeda

@GiovannaCP Bausatina. Redactora de LaMula.pe


Publicado en

Redacción mulera

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