El periodista Augusto Álvarez Rodrich, en su columna publicada en el diario La República, se refirió a la posibilidad de que el presidente Ollanta Humala elija a Alan García para que esté presente en el cierre del alegato peruano en la fase oral de la Corte de La Haya.

Para el también conductor de Primero Noticias, que Humala designe al ex mandatario como parte de la comisión para la última fase del proceso, en el que la Corte Internacional de Justicia resolverá el caso de la delimitación marítima con Chile, sería una “movida audaz” la que demostraría ante el jurado una “unidad nacional” frente a este objetivo.

Álvarez Rodrich opinó que si bien en una decisión como esta hay ciertos "beneficios" también existen riesgos políticos, algo que es parte de la política a la que ya estamos acostumbrados. "Todo eso pertenece a la menudencia política, algo muy distante del interés mayor de la nación", señaló.

Aquí la columna publicada en La República:

Un ex presidente y dos ex cancilleres en la fase oral.

Uno de los principales focos de atención del año 2012 estará en la Corte de La Haya, cuando cada parte cierre oralmente su argumento y deje todo listo para que los magistrados tomen una decisión.

El gobierno peruano debe tomar todas las precauciones para que lo que empezó bien también termine bien. En enero de 2008, hace cuatro años, el gobierno del presidente Alan García presentó en la Corte Internacional de Justicia el caso de la delimitación marítima entre Perú y Chile.

Lo que incentivó al gobierno a hacerlo fue la aprobación en el congreso chileno, en diciembre de 2006, de un proyecto de ley para crear la región Arica-Parinacota que consideraba al “paralelo del hito Nº 1 en el mar chileno” como inicio de la frontera, algo que era inaceptable para el Perú.

Ello provocó una expresión de protesta del entonces candidato Ollanta Humala en la misma frontera como inicio de una campaña por el legítimo reclamo limítrofe peruano. Tengo la sensación de que eso impulsó al presidente García, de la mano de la cancillería de José Antonio García Belaunde, a llevar el caso a La Haya.

En parte, para poner el problema, como corresponde cuando hay una diferencia insalvable, en manos de un árbitro de prestigio reconocido. En parte, también, para quitarle a Humala un instrumento con el que podía arrinconar a su gobierno.

Desde entonces, el Perú ha dado señales de madurez y responsabilidad poco frecuentes en el manejo de las cuestiones de Estado, y que usualmente eran atributos chilenos.

Ello ha permitido, primero, realizar un gran trabajo técnico; segundo, mantener una buena relación relativa con Chile; tercero, cohesionar a todas las fuerzas políticas en torno a un objetivo crucial de política exterior.

El único traspié fue cuando, al inicio de su gobierno, pareció que Humala dejaba sin piso al equipo peruano que había llevado el caso, pero pronto se corrigió el entredicho.

Un momento estelar del proceso ocurrirá este año cuando los agentes expongan ante la corte los argumentos de cada país. Por el Perú, son los ex cancilleres Allan Wagner y José Antonio García Belaunde.

Nada impide, sin embargo, que, en adición a ambos, el gobierno pueda darle a esta participación final una intervención que sea breve pero políticamente muy relevante para el fallo.

Me refiero, particularmente, a la posibilidad de que el presidente Humala haga una movida audaz y designe al ex presidente Alan García para que cierre el alegato peruano con el fin de transmitirle a la corte la unidad nacional frente a este propósito.

En una decisión como esta hay, sin duda, potenciales beneficios y riesgos políticos, pero todo eso pertenece a la menudencia política, algo muy distante del interés mayor de la nación.