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La cara fea de WikiLeaks

Publicado: 2011-09-05

El periodista James Ball, del diario The Guardian, trabajó durante tres meses para la organización sin fines de lucro, WikiLeaks. El reportaje, publicado por el diario El País, cuenta las razones por las cuales decidió abandonar la organización: la  falta de exigencia de responsabilidades, la inclinación a mentir en público, la mal utilización de fondos económicos, entre otras cosas.

James Ball menciona lo difícil que les había sido recaudar  fondos para la defensa de Bradley Manning, el soldado estadounidense acusado de haber filtrado cables, y sin embargo Julian Assange, editor y portavoz de WikiLeaks, quería utilizar los fondos de la organización para asuntos personales, fianza para pagar su arresto por agresión sexual. Ball menciona su consternación hacia esto:

WikiLeaks no es una organización convencional. No tiene junta de gobierno, ni directivos, ni unas normas reales. En un entorno tan febril, y dado que Julian era tan fundamental para el funcionamiento del grupo, no es extraño que algunos pudieran considerar apropiadas esas acciones. De modo que apreté los dientes y decidí seguir adelante.

El periodista sigue narrando sus disgustos hacia WikiLeaks, pero una de sus razones más grandes para querer abandonar la organización fue Israel Shamir, un activista de origen ruso con un largo historial de escritos antisemitas. Shamir estuvo un tiempo en WikiLeaks, pero decidió salirse llevándose consigo  varios cables.

Habían visto a Shamir saliendo del Ministerio del Interior de Bielorrusia, el país dictatorial del este de Europa. Al día siguiente, el dictador que gobierna el país, Alexander Lukashenko, presumió de que iba a crear un Wikileaks bielorruso para demostrar que EE UU estaba dando dinero a sus rivales políticos.

A esto WikiLeaks decidió no tomar cartas en el asunto.

Seguía pensando que los objetivos de la organización, en muchos sentidos, eran loables, que las presiones económicas y legales eran injustas y que su modo de publicar los cables era mucho más responsable de lo que le reprochaban. Pero no podía estar de acuerdo con su cultura interna, su falta de exigencia de responsabilidades, su inclinación a mentir en público y, sobre todo, el hecho de que no condenaran a Shamir. Apoyaba los principios de la organización, pero no sus métodos.


Escrito por

Sol Univazo

Estudiante de periodismo en la Universidad Antonio Ruiz de Montoya. Trabajando con los muleros desde 28 de Julio.


Publicado en

Redacción mulera

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