Corren nuevos tiempos para los grandes empresarios nacionales. Tiempos en los que les tocará ser más cautelosos para negociar con un gobierno que -a diferencia de los anteriores- no los tiene a la cabeza de la fila. Esto es así para Francisco Durand, reconocido sociólogo peruano con publicaciones especializadas en el estudio de las relaciones entre el sector privado y el estado y profesor de la universidad de Berkeley en los Estados Unidos.

Tras la victoria del líder nacionalista Ollanta Humala, candidato que enarbolaba un discurso de izquierda y una crítica tenaz en contra de las actividades de los grandes empresarios, el temor y la incertidumbre invadió a este grupo social. La bolsa de valores cayó hasta su punto más bajo en décadas, y las presiones por conocer -o imponer- al próximo ministro de economía no se hicieron esperar.

Pero después de reunirse con el ahora presidente electo la calma regresó. Los presidentes de la Sociedad Nacional de Industrias y la Confiep declaraban “haber salido satisfechos” con las palabras de Ollanta Humala, después de meses de campaña en las que abiertamente apoyaban (y financiaban) a su contendora, la lideresa de Fuerza 2011 Keiko Fujimori. Un inevitable reacomodo ante las circunstancias, según Francisco Durand, teniendo en cuenta los miles de soles que tienen invertidos en el país.

Para Durand, desde la década de los 90′s el estado peruano ha estado cercado por los grupos empresariales. Estos han tenido el poder de presionar para que en cada entidad financiera del Estado estuvieran lo cuadros técnicos más cercanos y acordes a sus intereses. De Boloña a Benavides, pasando por Carranza y Kuczynski, todos los ministros de economía, del BCR y la SBS han sido cuadros formados en el sector privado. Con la llegada del nuevo presidente -señala Durand- hay la esperanza de que esto se rompa.  Sin duda, los empresarios tendrán que replantear su posición frente a un panorama que deja de serles enteramente favorable.