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The New York Times: "En algunos países, ese historial familiar podría ser un obstáculo para ser presidente"

Publicado: 2011-05-30

El padre de Keiko Fujimori, Alberto K. Fujimori, ex presidente del Perú, se encuentra en prisión cumpliendo una sentencia de 25 años por abusos de derechos humanos. Su madre, Susana Higuchi, ha mostrado cicatrices en su cuello, producidas, según ella, tras ser torturada por los servicios de inteligencia de Fujimori, después de que la propia Higuchi acusara a su esposo de tolerar la corrupción en el seno de su gobierno.

Por si esto no fuera suficiente, quien fuera el jefe del servicio de espionaje de Fujimori, Vladimiro Montesinos, ha testificado que usó fondos del Estado para pagar los estudios de la señora Fujimori en la Universidad de Boston en los años 90. Entre los semestres allí y después de graduarse, ella ejerció como primera dama del Perú, asumiendo un papel visible, tras el divorcio de sus padres, en el gobierno de su padre, podrido por la corrupción.

En algunos países, dice el artículo del New York Times que comienza presentando así a la candidata Keiko Fujimori, un historial familiar tan complicado podría ser un obstáculo para alguien que busca ser elegido como presidente. No en Perú, sigue el artículo, donde la señora Fujimori, quien cumplió 36 años este mismo mes, posee una pequeña ventaja, en una ajusta pugna, sobre Ollanta Humala, un ex militar que lideró una rebelión contra su padre en el año 2000. La elección será el 5 de junio.

La nota sigue diciendo que la elección entre dos candidatos extremos, después de que los candidatos centristas atomizaran el voto en la primera vuelta, ha impactado a muchos, conocedores de las ambiciones de Humala, quien defiende una ideología nacionalista que promueve el control del Estado sobre los recursos naturales, y de Fujimori, quien quiere liberar de prisión a su desgraciado padre.

"Sería como tener a Tricia Nixon postulando a la presidencia a la edad de 35 años, si su padre hubiera recibido la condena carcelaria que merecía, con un programa consistente en nada más que perdonarlo.” Son palabras, citadas en el mismo artículo, de Dennis Jett, antiguo embajador de los Estados Unidos en Perú, pertenecientes a un ensayo suyo publicado en el Miami Herald, en el que comparaba a Fujimori con la hija mayor de Richard M. Nixon.

La hija del Presidente. Nixon y su hija Tricia en el día de su matrimonio.

En una entrevista con el diario neoyorquino realizada en su casa de Lima, Keiko insistió de manera repetida que su padre, al que algunos peruanos siguen admirando por su lucha contra los grupos insurgentes maoístas y por estabilizar la economía del país, es un hombre inocente.

La propia Keiko, recoge la nota del NYT, dijo, en una famosa intervención, que su "mano no temblaría" al firmar un indulto para su padre, en caso de ser elegida presidenta. Recientemente, sin embargo, se ha retractado sobre esta pontura.

"Esa fue una declaración espontánea como hija", dice. Ahora, en cambio, ella reconoce que preferiría ver como su padre es liberado a través de una corte de apelaciones.

Esa posibilidad, valora el NYT, en un país caracterizado por la fragilidad de unas instituciones judiciales que siguen recuperándose del caos del mandato de diez años de Alberto Fujimori, ha puesto a los jueces en el punto de mira. Importantes aliados de Keiko, incluyendo a Martha Chávez, una antigua legisladora, han comenzado a amenazar de forma velada a aquellos que sentenciaron al ex presidente fujimorista, diciendo que tendrán que responder por sus acciones.

En su espaciosa casa, según describe Simon Romero, el corresponsal del NYT que firma la nota, pueden observarse algunas fotos de sus padres, pertenecientes a tiempos más felices. Muestran a su padre, rebosante de vigor juvenil, antes de que cayera en desgracia y acabara en prisión. A su costado, se observa a la madre de Keiko, Higuchi, antes de que acusara a su esposo de permitir que sus secuaces la torturaran.

Las acusaciones hechas por la señora Higuchi han sido corroboradas por ex agente peruano de inteligencia que dijo haber visto a Susana Higuchi desnuda y agazapada en una celda del servicio de inteligencia. Sin embargo, Keiko Fujimori restó importancia a las reclamaciones de su madre, diciendo que una corte en Chile, la cual extraditó a Alberto Fujimori a Perú en 2007, no ha seguido investigando dichas acusaciones de tortura.

A la izquierda, publicación del semanario Caretas sobre la denuncia de Susana Higuchi. A la derecha, imagen de la dinastía Fujimori a inicios de los 90.

En el año 2002, desde su exilio en Japón, Alberto Fujimori desmintió también a su mujer, diciendo que sus cicatrices fueron producidas por moxibustión, una terapia tradicional japonesa para el dolor de espalda. En cualquier caso, Keiko confesó al diario estadounidense que ella y su madre mantienen actualmente una relación "calurosa".

"Y lo que es más, ella dice que votaría por mí", según comentó Keiko.

Preguntada sobre el mandato de su padre, Keiko asegura: "Soy consciente de los grandes errores que cometió", mientras insiste en la inocencia de su padre con respecto a cualquier crimen. Desde su punto de vista, la culpa de estos crímenes se encuentra en otra parte. "Rechazo y lamentos los errores y los crímenes que fueron cometidos por oficiales en el gobierno de mi padre", concluye la candidata fujimorista.

Es un delicado baile político, comenta la nota del diario americano. Keiko abraza el legado de su padre al mismo tiempo que reniega de sus abusos autoritarios y embellece sus propias credenciales sobre ley y orden al contratar a Rudolph W. Giuliani, ex-alcalde de Nueva York, como asesor.

En una pugna que evoca viejos fantasmas políticos, continúa el artículo, poco parece perturbar a los peruanos, incluyendo la revelación de que el propio Alberto Fujimori está ayudando a su hija en la campaña desde su espaciosa celda.

De hecho, cierra el artículo, puede que la estrategia de homenajear a su padre le conduzca a la presidencia de un país en el que sigue existiendo una profunda decepción con respecto al status quo político, junto con el buen recuerdo de viejos tiempos, algunos de ellos, pertenecientes al mandato de Fujimori. En pocas palabras, aquellos que son leales a la causa de Keiko Fujimori lo son de manera visceral, más por su padre que por su hija.

"Soy fujimorista", dice Rómulo Rojas, de 68 años, un reparador de zapatos jubilado, "asi que elegí a Keiko hace mucho tiempo."


Escrito por

Ángel García Català

Redactor de lamula.pe


Publicado en

Redacción mulera

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