Hace un par de semanas informamos que la comunidad de Huanangui, conocida como el Paraíso de las Chirimoyas, ubicado en Huaura, estaba en peligro de desaparecer por el ingreso de la minera Invicta Mining, la cual tiene pensando iniciar sus operaciones a finales de este año.

Sin embargo, este drama va más allá de Huanangui. Casi todas las comunidades del Valle Leoncio Prado, al cual pertenece Huanangui, también rechazan el ingreso de la minería. Sus motivos se centran básicamente en dos puntos. Primero, la contaminación que la minera traería a la zona al extraer los minerales. Segundo, la evidente escasez de agua.

En este valle existen alrededor de 3 mil familias, las cuales dependen económicamente de la agricultura. Es decir, la minería los afectaría directamente. Aún así, la minera no ha conversado con ellos. Según los propios agricultores, la mina solo conversa con la comunidad de Santo Domingo, a la cual pertenece el territorio de la mina. Ellos aseguran que han pedido entrevistarse con los representantes de la mina, pero nada.

La mayoría de estos agricultores están dedicados a la producción de frutas y vegetales orgánicos, sus alimentos son enviados al exterior por la calidad de su producto, por eso es importante que ningún elemento químico caiga en sus tierras.

Entonces, si la mina tiene pensado operar en solo unos meses, encima de miles de hectáreas de productos orgánicos, ¿por qué no dialoga con las comunidades aledañas? ¿no sería mejor encarar el problema y resolver, antes de darle la espalda?