¿Cómo pudo el hombre más perseguido del planeta vivir durante cinco años en un complejo fortificada de un millón de dólares, situado a unas calles de una de las academias militares más importantes de Pakistán? ¿Cómo pudo el fundador y líder de la organización Al-Qaeda escapar de la persecución de las fuerzas paquistaníes, aliadas con las estadounidenses, viviendo a tan sólo 100 kilómetros de la capital del país, Islamabad? ¿Hasta qué punto alcanza la alianza militar estratégica de EEUU con Pakistán?

Estas son algunas de las principales dudas que la muerte de Osama Bin Laden ha provocado en los círculos políticos y mediáticos estadounidenses.

En artículo publicado por el diario The Washington Post, el presidente paquistaní Asif Ali Zardari ha tratado de despejarlas, diciendo que "parte de la prensa estadounidense ha sugerido que Pakistán careció de suficiente energía en su persecución del terrorismo, o peor aún, que protegimos solapadamente a los terroristas que decíamos perseguir".

"Semejantes especulaciones infundadas pueden dar titulares, pero no reflejan los hechos", añadió Zardari.

En su defensa, Zardari argumenta que las autoridades paquistaníes desconocían el paradero de Bin Laden, y de que no sabía de la existencia del operativo que acabó con su vida.

"Aunque los eventos del domingo no fueron una operación conjunta, una década de cooperación y sociedad entre Estados Unidos y Pakistán condujeron a la eliminación de Osama bin Laden como una amenaza continua para el mundo civilizado", concluye al artículo de Zardari.

Los argumentos del presidente paquistaní dificilmente acabaran con las especulaciones sobre el papel de su país en la lucha contra el terrorismo, en opinión del corresponsal de la BBC en Abbottabad, Aleem Maqbool.

El periodista también destaca que "es interesante que Pakistán esté haciendo tanto hincapié en que no estuvo involucrado, pues está preocupado por una reacción militante".

Según la misma información de la BBC, los servicios de inteligencia de Pakistán (ISI, por sus siglas en inglés) dijeron estar "avergonzados" por el fracaso de sus intentos por ubicar a Osama Bin Laden.

Reacciones estadounidenses

John Brennan, asesor de alto rango del presidente Barack Obama en temas relacionados con terrorismo, dijo que era "inconcebible que Bin Laden no hubiera tenido un sistema de apoyo en el país que le haya permitido estar ahí por un largo período de tiempo".

Una opinión compartida por el presidente del Comité de Seguridad Interna del Senado,Joseph Lieberman, quien ha comentado que "este va a ser un tiempo de presión para que Pakistán pruebe que no sabían que Bin Laden estaba allí".

Su homólogo en el Comité de las Fuerzas Armadas, Carl Levin, también ha advertido que la continuación de la asistencia militar dependerá "de cómo Pakistán responda a algunas preguntas que han de ser respondidas".

En una conferencia ofrecida a la prensa, Levin destacó que el complejo en el que se encontraba situado Bin Laden "era un complejo insual en términos de tamaño y privacidad, ya que se encontraba aislada de cualquier contacto con el mundo. No tenían siquiera que recoger su basura; ésta era quemada en el mismo complejo. Tenían unos muros extraordinariamente altos, de 3 a 5 metros, con alambradas en sus extremos. El tamaño de la casa era único. Han estado viviendo allí durante cinco años."

Para Levin, estas razones hacen que sea "difícil de imaginar que los militares o la policía no tuvieran ninguna idea de lo que estaba ocurriendo dentro."

Cables de Wikileaks mostraban preocupación estadounidense

Según una información ofrecida por la cadena NDTV, que colabora con la organización Wikileaks en la publicación de los cables referentes a India y Pakistán, una serie de cables de la embajada estadounidense en Pakistán muestra la preocupación americana por el paradero de Osama Bin Laden.

Los cables muestras como las autoridades paquistaníes respondían a sus homólogos estadounidenses repetidamente que no sabían dónde se encontraba Osama, al tiempo que reconocían su esfuerzo por ayudarles a encontrarlo.

También reflejan el rechazo paquistaní de que estuvieran alojando a Osama, y los recelos, cada vez mayores, que estas respuestas despertaban en los diplomátiicos estadounidenses.