El Gobierno de EEUU activó una ronda de aranceles sobre productos chinos por un valor de 34.000 millones de dólares anuales un minuto después de la medianoche, y la respuesta de Pekín fue inmediata y de la misma intensidad, luego de acusar a Washington de comenzar la "mayor guerra comercial en la historia económica".

"El lado chino, después de haber prometido no disparar primero, se ve obligado a organizar contraataques para proteger los intereses de su pueblo", declaró este viernes el Ministerio de Comercio chino, con lo que se cierran las negociaciones que ambas potencias mantuvieron en los últimos meses para evitar este conflicto que tendrá repercusiones en todo el mundo.

Así, los compromisos de apertura del régimen de Xi Jinping no convencieron a la Casa Blanca, donde el presidente Donald Trump acusa a Pekín de competencia desleal y empujaron al magnate republicano a buscar con artillería pesada cerrar el desfase comercial con el gigante asiático.

Desde este viernes, numerosos productos chinos se verán afectados por aranceles del 25%, y esto provocará que sean, en la misma proporción, más caros para los consumidores en EEUU. Esta medida incluye productos tecnológicos como chips semiconductores, que son ensamblados en China y necesarios para productos de nuestro día a día, como televisores, computadoras, celulares y vehículos, etc. 

En concreto son 818 productos chinos de la industria aeroespacial, tecnologías de la información y la comunicación, maquinaria, robótica, o automoción, que suman los referidos 34.000 millones de dólares en importaciones anuales en promedio.

El Instituto Petersen de Economía Internacional alertó que más de un 90% de los productos que se verán perjudicados por los nuevos aranceles estadounidenses están hechos de productos intermedios o bienes de capital: o sea, son productos que se necesitan para hacer otro tipo de productos, lo que implica que las tasas impositivas podrían impactar en otros bienes, no solo los que se comercializan en EEUU.

Como represalia, China atacó la industria agrícola, bastión del presidente Trump, donde cerca del 91% de los 545 productos a los que China está gravando son de este sector; también el rubro automovilístico, donde los envíos de productos que fabrican en EEUU Tesla y Chrysler a China se verán afectados. 

"Nuestros contactos en China nos han dicho cosas como 'esto se está poniendo serio' o 'está dando miedo'. Incluso 'creo que hay una posibilidad de que las cosas vayan a peor'", dijo Vinesh Motwani, del centro de investigación Ruta de la Seda, citado por la BBC Mundo.

Pero en EEUU, no todos están contentos con las medidas de Trump, conscientes de que no es la mejor estrategia para reducir la brecha comercial con China. De hecho, la Cámara de Comercio de EEUU, el mayor lobby del país, pidió al Gobierno que reconsidere su decisión. Incluso, muchos estados afectados, de Pensilvania a Michigan pasando por el citado Wisconsin, son plazas electorales que llevaron al magnate neoyorquino al poder.  

En un comunicado, el presidente del citado gremio, Thomas Donohue, señaló que los aranceles ya empezaron a ser un peaje para los negocios, los trabajadores, los granjeros y los consumidores estadounidenses", ale provocar que "los mercados internacionales se cierran a los productos estadounidenses y estos se encarecen aquí".

Y el impacto en los mercados ya se deja sentir. El principal índice de la economía china cayó 17% en lo que va de año, mientras que el Yuan, la moneda de Pekín, es víctima de la incertidumbre: ha perdido más de un 3% de su valor frente al dólar en el último mes.

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