Las cuestionadas elecciones presidenciales del domingo en Venezuela no solo han sido desconocidas por casi toda la comunidad internacional, como era previsible, sino que además han marcado un hecho sin precedentes en la historia reciente del país petrolero: la más alta abstención electoral de su era democrática, que se inició en 1958, al registrar un 54%, según cifras oficiales. 

Es decir, solo el 46% de los 20 millones de venezolanos que estaban habilitados para votar acudió a las urnas, lo que sería una participación alta en otros países de la región, pero no en Venezuela, que históricamente registra los más altos índices de afluencia para las elecciones presidenciales, que superan incluso el 90% en los primeros cuatro procesos tras la caída de la dictadura de Marcos Pérez Jiménez (1952-1958). En las últimas tres elecciones presidenciales (2006, 2012 y 2013) fue de más del 79%.

Así, el presidente Nicolás Maduro se reeligió con 5,8 millones de votos, pero sin la participación de la oposición tradicional, que denunció que el proceso electoral no fue democrático, libre, justo ni transparente. De hecho, durante la jornada de este domingo lo que más abundaron fueron denuncias de irregularidades, al punto de que para los opositores al régimen fue una "farsa".

El sucesor de Hugo Chávez se ufanó de haber logrado el 68% de los votos, pero lo que no dijo es que en realidad solo alcanzó el 29% del padrón electoral. En efecto fue el más votado, pero los números revelan que es el triunfo electoral más pírrico del chavismo en los 20 años que tiene en el poder. Las cifras además son un golpe para el mismo Maduro, que en la campaña dijo que alcanzaría los diez millones de votos, una cifra que nunca pudo conseguir ni si quiera el carismático Chávez en la época de bonanza petrolera del país.

¿Qué otra cosa revela la histórica abstención electoral del domingo? Confirma los problemas de legitimidad interna y también dentro del mismo chavismo que tiene Maduro, sin mencionar a la comunidad internacional, que desconoce la votación del domingo. "La abstención más alta de la historia del país ha hecho que esa legitimidad que buscaba Maduro no se haya logrado", manifestó a la BBC Mundo Luis Vicente León, analista y presidente de la encuestadora Datanálisis.  

Históricamente el chavismo movía masas en elecciones, pero esta vez la aceitada maquinaria electoral oficialista se dio de bruces con la realidad de un país sumido en una hecatombe humanitaria, debido a una crisis económica sin precedentes. El desencanto y la falta de confianza en Venezuela se hicieron sentir en las urnas.

Las razones del histórico ausentismo electoral pueden ser varias: desde el éxodo de venezolanos que huyen de la crisis hasta el llamado de la oposición a no votar, pero lo cierto es que ni siquiera el bono económico que el oficialismo prometió a los electores a través del polémico carné de la patria, a través del que se reparten diversas ayudas directas, avivó la participación.

Incluso hasta los llamados "puntos rojos" –que el chavismo rebautizó luego como "puntos tricolor"–, a los que la gente debía pasar luego de sufragar para avisar a la maquinaria oficialista que había ejercido su derecho al voto, fracasaron. Se trata de una estrategia reconocida por el mismo Maduro, que consiste en instalar tiendas de campaña cerca a los locales de votación, donde los votantes fieles al chavismo validan sus datos consignados en el "carné de la patria", que tiene un código QR que es escaneado. 

Así, el oficialismo sabrá si su militancia cumplió o no con su "deber de defender la revolución y la democracia", como dijo el reelecto presidente, quien reconoció que el polémico carné de la patria permite otorgar beneficios a la población. Dicho de otro modo, clientelismo puro y duro.


"Los puntos rojos, los puntos tricolores, han existido tanto en filas del chavismo como en la oposición durante 20 años. Son pequeños kioskos que se colocan para mover el voto partidario, cada quien lo mueve, eso ha existido toda la vida. ¿Por qué pretenden criminalizarlo? No, no son criminales, son gente humilde que participa en los movimientos políticos y participa en la maquinaria de movilización. Yo le rindo un homenaje a los puntos rojos, a las UBCH (Unidad de Batalla Bolívar-Chávez) y a todo el pueblo humilde que con el sistema de QR llevó a la gente a ejercer el voto".

Según despachos de agencias y medios internacionales, eran muy pocos los votantes que se registraban frente a las improvisadas tiendas del oficialismo en Caracas. Y no todos los que lo hacían habían votado por Maduro. De hecho, una mujer que sufragó en el liceo Andrés Bello confesó haber votado por el candidato Javier Bertucci, un evangélico con antecedentes por contrabando, reportaron los corresponsales de El País de España. 

Además de los puntos rojos y del carné de la patria, la maquinaria chavista incluyó otra estrategia: el 1x10, que consiste en que cada militante y empleado público está comprometido a convencer y llevar a 10 electores a las urnas. Los resultados de participación denotan que esta medida también fracasó.

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