En tres meses exactos, los colombianos deberán elegir al sucesor o sucesora de de Juan Manuel Santos, en unas elecciones presidenciales que, por ahora, son de pronostico reservado, con cuatro candidatos con posibilidades de ganar, de los cuales uno ha irrumpido con mucha fuerza, al punto de que ha pasado a encabezar las encuestas: Gustavo Petro, el izquierdista exacalde de Bogotá, un político hábil que con su discurso antisistema ha sabido canalizar el descontento de los amplios sectores de la sociedad colombiana, hastiados de la clase política tradicional, de la corrupción y de las reglas actuales del mercado que acentúan las desigualdades.

El discurso de Petro, exguerrillero del M-19 de conocidas simpatías chavistas, ha calado entre las clases populares y los jóvenes, pese a las críticas de sus rivales políticos que le acusan de populista y de querer convertir en una nueva Venezuela a Colombia, un país donde los liberales y conservadores ostentaron el monopolio del poder por casi dos siglos.

Y la opción que Petro representa no es una izquierda liberal con predisposición hacia el centro, como las de antes, sino es una candidatura ‘antiestablishment’, o sea fuera de toda estructura partidista tradicional. Y así ha conseguido dominar buena parte del debate pre-electoral en Colombia de cara a la primera vuelta que será el 27 de mayo, pero que, por primera vez en la historia del país, no tiene un claro favorito, de manera que el nuevo presidente se elegiría el 17 de junio, fecha en la que se tiene previsto el balotaje electoral.

La irrupción de Petro, cuyo respaldo incluso supera el 20% en el última sondeo del Centro Nacional de Consultoría, no es gratuita ni causal. El descontento social ha llegado a niveles nunca antes vistos en Colombia, según diversos observadores locales, y trasciende la polarización en torno a los acuerdos de paz con la antigua guerrilla de las FARC, que fue lo que dominó la política en este país en los últimos años. 

Y el líder de Colombia Humana lo ha sabido interpretar mejor que el resto de los candidatos y lo ha traducido en una propuesta concreta que la anunció en redes sociales, que además es la columna vertebral de su campaña: una nueva Carta Política para el país.

"Propongo que una constituyente territorializada y pluralista haga las reformas que no hizo la Constitución del 91: la del territorio, la reforma a la salud, la educación, la justicia, la política y el tránsito hacia una economía productiva".

En las preferencias electorales que encabeza Gustavo Petro también aparecen con opciones el exalcalde de Medellín Sergio Fajardo, candidato de una coalición de centroizquierda; el exvicepresidente Germán Vargas Lleras y el uribista Iván Duque, quien no tiene asegurada su candidatura porque primero debe ganar una consulta popular de tres partidos. Un poco más atrás están el también exvicepresidente y exjefe negociador de paz con las FARC, Humberto de la Calle, del Partido Liberal, y la exministra Marta Lucía Ramírez, del movimiento Por una Colombia honesta y fuerte.

En dos semanas, Colombia tendrá su primer examen electoral con las legislativas del 11 de marzo, que en buena cuenta configurarán el partidor para los comicios presidenciales del 27 de mayo. Ese día se definirá al candidato de la coalición de la facción conservadora más radical del país, promovida por los expresidentes Álvaro Uribe y Andrés Pastrana, entre el exsenador Iván Duque, Marta Lucía Ramírez y el exprocudrador Alejandro Ordóñez.

"Este país, por primera vez en mucho tiempo, corre el riesgo de quedar en manos de un proyecto populista. Es la misma receta que permitió el ascenso de Chávez al poder", manifestó la semana pasada Vargas Lleras, el abanderado de la campaña contra Petro, quien gobernó Bogotá entre el 2012 y el 2015, y luego fue destituido e inhabilitado por la Procuraduría, entonces dirigida por Ordóñez, por la gestión de la crisis de la basura, aunque al final la justicia revocó esa resolución y lo absolvió.

Petro nunca ha ocultado sus simpatías por el fallecido Hugo Chávez, pero sostiene que de ganar, no replicará el camino del actual mandatario venezolano, Nicolás Maduro, y su clara deriva antidemocrática. Sea como fuere, de pasar a la segunda vuelta, la mayoría de analistas consideran que su eventual ascenso al poder sería muy complicado, porque tendrá en contra a la mayoría de los líderes de Colombia que llamarían a sus votantes a que se vuelquen a las urnas para cerrarle el paso.

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