En medio de la debacle económica, el desplome de la producción petrolera y 'default' parcial en que entró esta semana por incumplimientos de pagos, Venezuela logró un respiro para sus agobiadas finanzas, tras suscribir un acuerdo con Rusia, uno de sus principales aliados, para reestructurar la deuda que tiene con ese país y cuyos términos son confidenciales, pero que le permitirá al régimen de Nicolás Maduro pagar cantidades mínimas hasta 2026.
"Hemos firmado un acuerdo de carácter estratégico para el Gobierno y el pueblo venezolanos. Un acuerdo de gran importancia política y financiera (...) que nos permite una flexibilización en los pagos de la deuda", refirió a los medios tras la firma el vicepresidente del Área Económica venezolano, Wilmar Castro Soteldo, también ministro de Agricultura, quien explicó que las condiciones de la refinanciación son confidenciales por solicitud del Kremlin.
Pero de las declaraciones de Castro y del comunicado difundido por el Ministerio de Finanzas ruso se desprende que Caracas estará exento de pagar la deuda a Rusia hasta al menos el 2020.
"El monto de la deuda consolidada de Venezuela es de 3.150 millones de dólares, y el nuevo gráfico prevé pagos durante diez años, siendo el volumen de estos en los primeros seis años mínimo", anunció el gobierno ruso, mientras que el funcionario chavista se refirió a "condiciones de pago muy ventajosas hasta el año 2026", que seguirán siendo "muy buenas" en adelante, es decir, hasta 2030.
Ahora que las agencia de calificación de riesgos Standard & Poors (S&P) y Ficht han declarado la deuda soberana de Venezuela en estado parcial de "default", el acuerdo firmado en Moscú es una firme muestra de respaldo del presidente Vladímir Putin con Nicolás Maduro. Sin entrar en detalles, el ministro venezolano admitió que "el negocio petrolero está incluido en el acuerdo, al igual que otras áreas productivas".
Rusia, y sobre todo su gigante petrolero estatal Rosneft, nunca ocultaron su interés en los yacimientos del petróleo, de enorme riqueza, que existen en Venezuela, donde no obstante, la producción petrolero —su principal fuente de ingresos— se ha desplomado a niveles de los ochenta. La caída récord se debe a las desinversiones y a la mala gestión.
De hecho, el último informe de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), a partir de informaciones suministradas por el régimen de Maduro, revela que en octubre se produjo la mayor caída en la producción de crudo de 2017, cuando se extrajeron 1.955.000 barriles diarios, es decir, unos 130.000 barriles menos solo en un mes y de 361.000 en un año.
Hace apenas tres meses, Rosneft transfirió a Caracas 6.000 millones de dólares en concepto de adelanto por suministros de petróleo venezolano a esa compañía de aquí hasta 2019.
Pero las acreencias con Rusia solo son una parte de total de la deuda externa venezolana, que está cercana a los 150.000 millones de dólares, lo que genera un pago anual cercano a los 10.000 millones de dólares, "sin incluir lo que se cancela a China y Rusia" por varios convenios, según la Comisión de Finanzas del Parlamento del país petrolero.
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