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La casualidad de una forense

A raíz de su participación en la película La luz en el cerro, la creadora y fundadora del área de odontología forense de la Morgue de Lima, recuerda la hazaña que significó aprender a trabajar con cadáveres.

Publicado: 2017-10-16

Al finalizar la carrera de odontología, Lucy Rodriguez recuerda que había aprendido a hacer endodoncias, extraer quistes, dientes retenidos, terceras molares. Incluso sabía extirpar amígdalas y uñas. No sabe muy por qué, pero desde pequeña había tenido una fijación particular por las escenas de intervenciones quirúrgicas. Una vez titulada, lo primero que buscaba al observar una boca era si era necesaria o no una cirugía en algún rincón. “Si la había, era feliz”, confiesa. Pero su vida y su pasión darían un giro inesperado. En 1992, cuando postuló a un concurso público para una plaza para ser odontóloga asistente y ganó, se descubrió con el reto de crear el área de odontología forense de la Morgue de Lima. Ahora, cuando se le pregunta qué le atrae de trabajar con cuerpos ajenos, Rodriguez responde con otra pregunta: “¿vivos o muertos?”.  

Este año Rodríguez se ha descubierto nuevamente en un campo desconocido para ella: el cine. Durante el rodaje de la película de suspenso La luz en el cerro, próxima a estrenarse, ha sido la asesora visual para dotar de veracidad las escenas claves de los protagonistas: dos médicos forenses enviados a provincia (Manuel Gold y Emilram Cossio).


¿Cuáles han sido las correcciones más importantes que ha tenido que realizar en la película?
Tuve que explicarles a Manuel y Emilram que tenían que ser mucho más realistas de lo que estaban siendo con la representación. ¿Querían mostrar un corazón? Bueno, tenía que ser el del cerdo porque es muy similar al del humano. También que si querían mostrar un cadáver era necesario que por lo menos la cabeza fuera real. Les enseñé cómo tenían que sacar el corazón y mostrarlo a la cámara de la manera más impactante. Era necesario saber también cada uno de los pasos de una necropsia porque cualquier profesional de esta área notaría fácilmente un error.
¿Cuáles son los clichés o los errores más comunes sobre el trabajo forense en las películas?
Cuando dicen que el cadáver lleva ya varios días y muestran un cuerpo que claramente está demasiado fresco. Un cuerpo cambia rápido, se seca, se pone verde. Son detalles que suelo ver mucho. Otras veces sacan determinados órganos supuestamente humanos pero que se ve de manera muy evidente que son falsos.
¿Cuál fue su reacción una vez que supo de qué se trataba la plaza que había obtenido cuando postuló en el 92 para el puesto de odontóloga?

Me quedé pasmada. Yo desconocía lo que era el campo forense. En la universidad había llevado un curso de esto, pero consistió solamente en hacer un odontograma y venir a ver al muerto. Tuve que preguntar a mucha gente si sabía algo del tema y nadie sabía nada. En el área de criminalística de la policía solo hacían odontogramas a los viajeros. Como ya tenía años de docencia me fui a la Universidad Cayetano Heredia a buscar por internet información de afuera relevante.

La doctora lucy rodríguez, de chompa turquesa, explica cómo trabajar con el corazón de un cadaver. 

¿Qué fue lo primero que descubrió ahí?
Que en Latinoamérica no había nada sobre esto, que el Perú sería el primero. Solo había en Japón y en Estado Unidos. Fue en los textos de Japón donde encontré la información más relevante sobre odontología forense que complementé con información de la Interpol. Con eso armé las distintas áreas.
¿Qué fue lo que más le llamó la atención sobre la odontología forense en ese momento?
Que no era nada de otro mundo. Es lo que hace cualquier odontólogo, pero se le añade una visión jurídica. Cuando me di cuenta de eso armé muy rápido todo, pero por partes. Lo primero que hicimos fue la parte de identificación de cadáveres porque, al mes que me designaron, hubo un desastre aéreo en Arequipa. Yo llevaba solo dos meses trabajando y me llevaron a identificar cuerpos. En ese entonces no había revisado siquiera la información. Me sacaron al aeropuerto como estaba vestida en ese momento: en sandalias y minifalda. Así llegué al lugar de los hechos. Me quedé pasmada, pero la fiscal se dio cuenta y me ayudó. Le dije que no sabía nada, que era la primera vez que enfrentaba algo así y me dijo que si yo había sido elegida para el cargo, era porque yo era la mejor y que sabía que si me ordenaba, lo podría hacer bien. En ese momento mi cerebro empezó a trabajar al cien por ciento.
¿Cuál fue la primera imagen que vio en el lugar?
Era un descampado, una hondonada y un cerro al frente. Se veía el rastro de cómo el avión se había arrastrado hasta chocar con el cerro. Todos estaban calcinados. Los más reconocibles eran los que se habían caído antes del choque, el resto estaban carbonizados. Los de la punta del avión estaban calcinados, eran cenizas.
¿Por qué es necesario la odontología forense en la identificación de cuerpos en una situación así?
En ese momento me di cuenta que muchos cadáveres no podían identificarse por la huella dactilar, sobre todo en los carbonizados. Pero los dientes estaban intactos. Entendí que los dientes son un elemento muy importantes a través de los odontogramas. Cuando regresé de esa ocasión, regresé canchera y formé la parte de identificación: los formatos, el odontograma y luego me di cuenta que los registros dentales se hacían como cada odontólogo quería e insistí para que se creara el odontograma único.
¿De qué manera cambió su relación con los cuerpos una vez que empezó a trabajar con cadáveres de manera cotidiana?

Todo estudiante de ciencias médicas está familiarizado con los cadáveres, pero lo que me llamaba la atención era el tipo de trabajo que tenía que hacer con estos. No es como una endodoncia, sino que tenía que buscar indicios de un crimen o aplicar otro enfoque distinto para descifrar su identidad completa.

lucy rodríguez verifica el trabajo de maquillaje de los cadáveres.

¿Qué fue lo más difícil?
Que no había apoyo de las autoridades. Trabajaba en un escritorio compartido, con la bióloga y la tecnóloga en un solo escritorio. Yo me preguntaba para qué habían lanzado un concurso en esas condiciones. Fue recién a partir de la tragedia de Mesa Redonda que me empezaron a hacer caso. En ese momento hubieron alrededor de trescientos cadáveres y yo era la única odontóloga forense. Se unieron odontólogos particulares y estuvimos cerca de tres días, día y noche, analizando cadáveres. A partir de ahí me hicieron caso y convocaron la comisión para hacer un odontograma único.
¿Cuál fue el efecto de esa experiencia en su trabajo con los cuerpos?
Fue desastroso. Yo era una niña mimada antes de la experiencia en Arequipa y de pronto llego y debo hacer ese trabajo. Pude concentrarme, pero una vez que terminé no podía parar de temblar. Estuve asustada un mes completo. Es terrible ver a la gente que no puede encontrar a sus seres queridos. Hasta ese momento yo no había tenido ni una muerte familiar. No sabía ni lo que era un entierro.
¿Cómo ha cambiado eso con el tiempo?
Después tuve que estar en el desastre del avión de Aeroperú que se vino abajo en el Callao. Ahí me curtí un poco y la fiscal me mandó a comandar todo el proceso de identificación de cuerpos. Luego estuve en otro accidente aéreo en Chachapoyas donde ya no había ni dientes. Teníamos puro pellejo de piel y pelo. Pero por lo que había visto en el extranjero sabía que se podía identificar cuerpos por los oídos.
¿Cómo definiría las cualidades necesarias para dedicarse a un trabajo así?

Si tu estás preparado en tu ciencia, puedes aplicarla. A eso le tienes que sumar decisión y valentía, porque uno debe ser fuerte, dejar de lado los sentimientos y simplemente actuar a través de la ciencia que en ese momento sirve como una protección. Una vez que se acaba el trabajo viene la parte humana y sentimental y no te sientes bien. A pesar de los años que han pasado, yo no me siento bien. El cadáver deja de importar porque es un muerto, es como ver un pollo, pero empieza a doler el sentimiento de las familias, los niños que se han quedado sin padres o los ancianos que pierden a sus hijos. Eso es triste. Ahora ya hay universidades con la especialidad forense y gracias a ello ahora hay generaciones con más formación científica en el asunto, aunque yo siempre voy a sentir que les falta cancha (ríe).


Invitación:

No se pierdan el trabajo de la Dra Lucy en el thiller peruano La luz en el cerro, con escenas forenses explicitas. Estreno a nivel nacional este 26 de octubre.


CONTENIDO PATROCINADO POR LA LUZ EN EL CERRO


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