Donald Trump volvió a ser el Donald Trump voluble, imprevisible. Luego de que rectificará la tibieza para condenar la violencia de grupos supremacistas blancos del sábado pasado en Virginia, por la presión pública y las críticas de su propio partido, el presidente de EEUU se desdijo y justificó su postura inicial al sostener que el ataque racista en Charlottesville fue  de "las dos partes". "Había gente mala en un lado y también muy violenta en el otro", dijo, tras insistir en que "había gente muy buena en ambos lados".

Tras los sucesos del sábado en Charlottesville, donde grupos de la ultraderecha estadounidenses, con neonazis y el Ku Klux Klan incluidos, desataron violentos enfrentamientos con manifestantes antifascistas, que dejaron una persona muerta y 19 heridas. Trump condenó la violencia "de muchas partes", ambigüedad que le costó el repudio público casi unánime, por lo que el lunes rectificó sus palabras y rechazó explícitamente a grupos extremistas —esos mismos que alentó durante su campaña a la Casa Blanca—.

Un manifestante contra trump en nueva york, durante la visita qyue hizo el presidente. (EFE)

Pero poco después de 24 horas volvió a encender la tensión racial que se vive en EEUU. Lo hizo en la Torre Trump de Nueva York, durante un encuentro con medios de comunicación, a los que acusó de nuevo de mentir. "He condenado a neonazis, he condenado a muchos grupos. Pero no todos eran neonazis o supremacistas blancos, ni mucho menos", alegó.

David Duke, exlíder del Ku Klux Klan y uno de los cabecillas de la protesta del fin de semana en Charlottesville, agradeció las últimas declaraciones de Trump. "Gracias, presidente, por su sinceridad y su coraje para decir la verdad sobre Charlottesville y condenar a los terroristas izquierdistas en BLM/Antifa [en referencia al movimiento Black lives matter y antifascista]".

La presencia de trump en nueva york generó rechazo de grupos antifacistas (EFE).

El republicano además defendió el derecho a marchar contra el retiro de símbolos de la Confederación. En Charlottesville, las protestas de los grupos supremacistas blancos eran por un plan —que ya había sido paralizado por la justicia— para sacar de un parque la estatua del general Robert E. Lee, cuyo nombre está inmortalizado en escuelas, carreteras, edificios y monumentos de todo el sur de EEUU. 

Para muchos grupos radicales de derecha, Robert Lee —un general del ejército de los Estados Confederados del sur— es un héroe y un símbolo porque se opuso a la abolición de la esclavitud en la guerra civil de EEUU entre 1861 y 1865. Su tropas fueron derrotadas en Gettysburg, en una batalla decisiva, tras la cual se rindió en Appomattox, Virginia, el 29 de marzo de 1865, ante el general Ulysses S. Grant.

En el tenso encuentro que tuvo Trump en Nueva York con periodistas, el presidente recurrió a paralelismos históricos para justificar su postura. "George Washington era dueño de esclavos, ¿vamos a retirar sus estatuas?", preguntó de forma retórica. "Entonces quitamos la de Jefferson a la semana siguiente", anotó. "Fue horrible para nuestro país, pero hay dos lados en esta historia", insistió.

El senador republicano de Florida Marco Rubio volvió criticar a Trump en una serie de mensajes en Twitter. "Señor presidente, no puede permitir de los supremacistas blancos compartan solo parte de a culpa. Ellos apoyan una idea que causa mucho daño a la nación y al mundo", escribió. A los cuestionamientos se sumó también Paul Ryan, presidente de la Cámara de Representantes. "Debemos ser claros. La supremacía blanca es repulsiva. La intolerancia va en contra de todo lo que defiende este país. No puede haber ambigüedad", dijo.

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