No va más. En su primer día como jefe de gabinete del presidente, el general John Kelly, conformó que es implacable, al pedir la destitución de Anthony Scaramucci, el director de Comunicaciones de la Casa Blanca, y al presidente Donald Trump no le quedó otra opción que despedir a su último fichaje, apenas 10 días después de haberlo reclutado desde la fauces de Wall Street.

Scaramucci había desatado una guerra interna en la Casa Blanca al insultar al antecesor de Kelly y al estratega jefe de Trump, Stephen Bannon, con una bajeza insólita incluso para los halcones de Washington. Ahora, el general dio un mensaje claro sobre quién manda. La caída el jefe de Comunicaciones, apuesta personal de Trump, fue presentada como una renuncia y viene a ser la tercera en tres semanas de un alto cargo de la administración republicana.

La salida de Scaramucci es sorpresiva. Tras su escalada verbal, el presidente Trump despidió al entonces jefe de gabinete, Reince Priebus, y en su reemplazó nombró al exmarine Kelly. Parecía un victoria para el jefe de Comunicaciones, cuya capacidad de intriga y adulación al presidente parecía no tener límites. Pero no.

Kelly ha querido dar un golpe de autoridad. Sabe que la crisis política en la Casa Blanca, en apenas seis meses de mandato de Trump, es muy peligrosa y pone n riesgo la estabilidad de la administración, a lo que se suma la desconexión con el Congreso, que cada día es mayor, en un contexto en el que ninguno de los grandes proyectos legislativos del gobierno se han materializado y hay parlamentarios, que retan en público al presidente, como John McCain, cuyo decisivo voto hizo que la reforma sanitaria fracase.

"Será uno de los mejores de la historia", dijo Trump sobre Kelly como jefe de gabinete, que es un especia de primer ministro pero en la sombra. Pero algunos observadores de Washington dudan de que sea así, porque el antiguo jefe del Comando Sur y exsecretario de Seguridad Interior no es precisamente lo que se conoce como un operador política. Carece de la experiencia y de la habilidades que el cargo requiere.

Por ahora, el mayor reto de Kelly será en recomponer el clima interno en la Casa Blanca. A ello parece apuntar la salida de Scaramucci. Su otra labor clave será la de construir un puente sólido con el Congreso, que no lo hay, pese a Trump tiene mayoría en ambas Cámaras. Fácil no será, porque el caos y el vértigo que impera en el Ejecutivo, con un presidente imprevisible que ha erosionado sus apoyos en muy poco tiempo.

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