El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, acaba de dar el visto bueno a la compañía canadiense TransCanada para construir el polémico oleoducto Keystone XL, proyecto que la administración pasada de Barack Obama rechazó tras seis años de evaluación, pero que al actual gobierno solo le tomó dos meses aprobar, con lo que se abre un nuevo frente de tensión con los movimientos de defensa del medio ambiente.

Trump participó en una ceremonia en el Despacho Oval junto con los secretarios de Energía y de Comercio, así como el presidente de TransCanada, la empresa a cargo del proyecto, en la que declaró que “es un gran día para el empleo en América y un momento histórico para América del Norte y para la independencia energética”.

Después de asegurar que el oleoducto se construirá “con la mejor tecnología que nunca haya visto el hombre”, el jefe de Estado señaló que cumple una de sus grandes promesas de campaña de proteger el “lindo carbón”(como llama a las energías fósiles).

Esta decisión se suma a sus reiteradas medidas para recortar la autoridad de la Agencia de Protección Ambiental (EPA).

Por su parte, el presidente de TransCanada, Russ Girling, señaló en un comunicado que la autorización de Trump supone "un hito importante" para la construcción del oleoducto y abre el camino para su puesta en marcha.

"Estamos muy agradecidos al gobierno del presidente Trump por revisar y aprobar esta importante iniciativa, estamos deseando trabajar con ellos para continuar invirtiendo en el fortalecimiento de la estructura energética de América del Norte".

Sus defensores sostienen que el oleoducto, de más de 1.400 kilómetros, permitirá trasladar más de 830.000 barriles de crudo al día, desde Alberta, en Canadá, hasta Nebraska, EEUU. Esto supone, dicen, una oportunidad económica y de creación de empleo.

El líder de la Cámara de Comercio de EEUU, Thomas Donohue, añadió que el oleoducto “creará puestos de trabajo y contribuirá a encauzar la economía”. La estimación inicial del Departamento de Estado sitúa en 42.100 los empleos asociados a la construcción del oleoducto, pero una vez terminado solo requerirá del trabajo de 35 personas para operar el traslado de crudo.

Michael Brune, director ejecutivo de la organización medioambiental Sierra Club, por su lado alertó que el oleoducto Keystone XL “es uno de los peores tratos que se podían hacer para el pueblo estadounidense”, y recordó que al proyecto le falta enfrentar una dura batalla legal y que la mayoría de ciudadanos estadounidenses ya han demostrado que no quieren que su futuro ni el de sus hijos esté amenazado por el cambio climático.

El Departamento de Estado de Trump ha tardado tan solo dos meses para revisar un proyecto que el gobierno anterior le tomó seis años estudiar. El entonces presidente Obama rechazó la construcción del oleoducto en el 2015 luego de larga revisión sobre su impacto medioambiental.

Las recomendaciones del entonces secretario de Estado, John Kerry, fueron de rechazar el proyecto porque podría "socavar" el papel de EEUU como líder global contra el cambio climático. La decisión de Obama está considerada como una de las grandes victorias de los defensores del medioambiente.

Imagen de Cabecera: Efe

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