Por Gabriela Wiener 

“¿Cuál es la diferencia entre el partido y una fila de infantes decrépitos en pijama esperando su pastillita mágica?” se pregunta Alvaro Lasso –mítico editor de Estruendomudo pero poeta al fin– en Izquierda Unida, su último poemario. Y esta reflexión, esta pastillita mágica, está llena de sentidos. Me gusta pensar que hay algo que compartimos Lasso y yo, infantes decrépitos de poesía en nuestras pijamas ochenteras contemplando extasiados, contemplando siempre, las cenizas de el Partido. Porque esto va de el Partido. Esa cosa que inventaron nuestros padres para que nos traicionara y nos rompiera el corazón sistemáticamente por el resto de nuestras vidas. ¿Quién, salvo un poeta como Lasso, puede comunicar que cuando caía el muro de Berlín y el mundo celebraba el final de ciertos dogmas, caía también algo dentro de nosotros, lo hijos de la revolución latinoamericana? ¿Estamos preparados para una genuina y sentimental nostalgia de los soviets? El partido se llamó Izquierda Unida. Y practicó la desunión, la zancadilla interna y el pillaje. El partido de la ideología atomizada y desmembrada en siglas —PUM, MIR, PCP— fue nuestra herencia ideológica y nuestra Utopía. La herramienta defectuosa que nos dejaron para componer el mundo. Pero para nosotros fue sobre todo un disfraz: como niños que se visten de la Mujer Maravilla o Supermán, nosotros vestimos nuestra infancia de marxismo leninismo. La ideología fue nuestro patio de juegos. La hoz y el martillo, la soga y el trompo. En Izquierda Unida la historia del Partido también es la historia de un núcleo, de eso que conocemos como familia. Y las relaciones que allí se tejen se convierten así en una forma de militancia. Y es, finalmente, la historia de un país, el nuestro, y de sus transformaciones violentas, de la guerra que se metió en nuestras adolescencias o infancias, y de cómo esa guerra ha configurado el imaginario de los adultos que ahora somos, de los que escribimos esa historia pero no fuimos ni vencedores ni vencidos. Nos vimos en Madrid, aquí presentó la edición de Izquierda Unida que acaba de lanzar La Bella Varsovia.

¿Por qué la editorial española, La bella Varsovia, decidió que el librito no sea rojo en España? Al de Perú solo le faltaba la hoz y el martillo...

Me gusta la idea de que el libro tenga distintas lecturas. Mi libro en Perú es un libro semi-terruco pero en España es un rostro desfigurado. Y creo que son ambas cosas.

¿En qué momento se te apareció la posibilidad de poetizar algo como un partido político, hasta convertirlo en lente para mirar los hitos de tu memoria personal?

Me gusta fetichizar las grandes cosas. Meterlas en una licuadora. Verlas en movimiento. Levantarle la falda a las estructuras. Esa es un poco la idea. Pero da la casualidad de que Barrantes, Frejolito, era gran amigo de mi familia, que es de origen de cajamarquino. Y cuando era niño, pensaba que Izquierda Unida era un partido de cajamarquinos, pero no. Es curioso cómo esos pueblitos fueron tomados por partidos políticos liderados por los mismos patrones mesiánicos de siempre.

El libro me hace pensar en dos slongans que se parecen mucho: el de la “izquierda unida” y el de la “familia unida”. Ambos proyectos truncos… ¿Cuál es la relación que entre la infancia y la militancia? ¿Hay una inocencia compartida en ambas cosas?

Totalmente, la Izquierda reúne un valor que mueve el mundo: la inocencia. Después, como todo, como el amor, como la familia, se percuden, enredan, sangran.

Naciste en la República de Azerbaidjan, de la antigua URSS, en 1982. ¿Qué tiene que ver este dato biográfico con la escritura de Izquierda Unida?

Mi origen es como una dark comedy. Mi mamá no era de izquierda (ni de derecha), era una soñadora y quería escapar del esquema machista de su casa y partió a la URSS. Esa sensación de ir a lo desconocido y volver con un bebe me resultó una gran metáfora.

Te lo has preguntado. ¿Cuál es la diferencia entre el libro rojo de Mao y un libro de poemas?

No tengo la respuesta. Quizás son lo mismo. Hay libros de poemas fascistas, ansiosos de generar tormentas, llenos de muertos y violaciones. La gente admira estéticamente la poesía, pero los poetas pueden construir proyectos poéticos terribles y oscuros. Creo que la poesía y la política están unidas por los mismos personajes hambrientos de gloria y posteridad. Es alucinante cómo la humanidad depende de la poesía como de la política.

“El partido no ha conocido ni un solo orgasmo en su vida, los miembros tienen un libro de tapa dura atorado en el culo, que los anula, y no sirve para ser solidarios”, escribes. ¿Qué hacemos con el partido?

Hablamos con un banquero y fundamos un Saga o un Ripley con ropa serigrafiada de Diez Canseco, de Frejolito, de Daniel Estrada, de líderes amazónicos y con los fondos financiamos la educación de jóvenes soñadores y eficientes para que trabajen en organismos públicos y tengan los huevos de cambiar leyes. La nueva izquierda debe usar al capitalismo sin vergüenza y tomar los puestos públicos con estrategia, y sin compasión. La Izquierda no debe ser el reflejo de una ONG de oportunistas, debe ser como los emprendimientos andinos, que sí funcionan.

Dice Frisancho en el prólogo que el lenguaje contemporáneo huye de los intentos de interpretación. También te lo dice Balo: “un poema no se explica nunca”. ¿Hay en ti una deliberada intención de rehuir de un sentido último? ¿Cuál es tu tradición poética? ¿Trilce?

Gabi, es que es demasiado. ¿Cómo explicas tus tripas, tus dolores, lo que no alcanzas con tu mente? La poesía es medicina oscura. Interpreta y toma una decisión. Hay una ética profunda y más conectada con la tierra y el sexo que con la ciudad y las balas. Vallejo me enseñó en Trilce a romper con todo. Es un ejemplo de cómo se escribe un libro, con lenguaje propio, códigos propios, es una mano que se mete al corazón del lenguaje y meterle una bomba disfrazada de cajita de bombones surrealista. Pero tengo dos referentes mas: el chileno Juan Luis Martínez y el mexicano Ulises Carrión. Sin ellos sería imposible tener esta Izquierda Unida.

En varios poemas hay algunas referencias a la salsa y eso me hace pensar en una especie de santísima trinidad demencial: la familia, la salsa, la izquierda, que recorre el libro. ¿Qué sale de esta trinidad?

Esta trinidad al menos le da sentido a mi vida. Mi familia es la editorial, porque mi familia está dentro de la editorial. Hacer libros es como comer. La salsa es el ensayo del amor, compartir sin invadir. Y la Izquierda es el sueño del ayni en la ciudad. Son utopías que se mueven disfrazadas de cosas tangibles.

Otro hilo conductor del libro es la economía, o la actividad económica: la industria (editorial, gráfica), el trabajo, los contratos… El Perú es también ese territorio eternamente emergente (¿en emergencia?) en el que nos enseñaron que emprender es como respirar, que hay que trabajar el doble o el triple para que algo funcione… Tu mismo eres uno de los editores independientes más exitosos del Perú y un ejemplo de emprendedor… ¿Al final el Partido nos terminó empujando hacia la empresa?

Creo que nos terminó empujando a la sobrevivencia. Llevar una editorial en la gran Lima me hace sentirme más cercano a un vendedor de calzoncillos de Gamarra que a un café literario de Miraflores. Nos hemos movido así en la editorial. Nuestro partido es el partido de la sobrevivencia. No conozco un peruano que tenga vacaciones reales, como gente de otros mundos. Nuestra relación con la economía está viva pero desconocemos la calidad de vida, la verdadera educación. Tenemos hambre todo el día.

Tu editorial, Estruendomudo, también opera en Chile… Hubo un tiempo en el que la Izquierda representó también un sueño panamericano. ¿Crees que la literatura puede lograr ese anhelo político? ¿Le interesa a la industria editorial?

Las publicaciones independientes lo están logrando. Hay competencia y jaladas de trenzas, como en toda industria cultural. Pero lo estamos logrando. Solo necesitamos que los autores se sacudan la cabeza y sientan que la verdadera gloria literaria no está en los premios literarios, en los festivales y ferias con buenos hoteles ni en los buenos adelantos de la grandes editoriales. Esas son huevadas. La gloria está en tener muchos lectores, en todos lados. El trabajo noble y delirante de las editoriales independiente ha logrado esa transformación. El editor independiente es el guerrillero del Siglo XXI.

También me interesa mucho el sentido de la Historia que explora este libro. Pienso en ese poema sobre decapitaciones en la que dejas al verdugo con el hacha en el aire, detenido para siempre en tu texto… ¿La Historia está hecha de esos momentos claves que se quedan congelados en nuestro imaginario? ¿Cuál sería para ti ese momento de nuestra historia reciente en que el hacha estaba justo a punto de caer?

La fractura simbólica mas extraordinaria del Perú reciente es la sacada de mierda a Alan García en las elecciones. Es poesía pura. Un payaso llamado Popy le tiró el arpón mortal a la ballena asesina. Es el asesinato simbólico a la blancura intocable.

¿Cómo editor, dirías que ha habido un aprendizaje, un intercambio entre tus autores y tú?

Mis autores han sido mi verdadera universidad. De los 200 autores que he publicado, por lo menos cinco me han salvado literalmente de la muerte.

¿Por qué la forma, por qué la prosa? ¿Es porque escribir en verso es, como dices, como “pintar bodegones”?

Odio el verso con toda mi alma. Pero es personal. Es mi opción de vida. Tampoco me gustan las aceitunas y las novelas policiales. Las odio, ¿me entiendes? Victoria Guerrero (la poeta) me aconsejó que haga lo que quiera al escribir, que los demás etiqueten, no uno. Me lo dijo en el momento preciso, con su tono tan único, entre respetuoso y firme, siempre se lo voy a agradecer. A partir de ahí me enamoré de la prosa. Pero es poesía, siempre escribiré poesía, creo que el arte contemporáneo nos lleva 50 años de ventaja a la poesía y la ha ayudado a superar sus imposturas.

“El partido ha muerto” dices hacia el final del libro… ¿Qué ha muerto con el partido?

La Izquierda es como el mundo editorial. Se decía que el libro iba a desaparecer pero no. Son los modelos los que desaparecen y es necesario que desaparezcan.

¿A dónde trasladamos ahora nuestra ansia revolucionaria?

Te aseguro que vendrán nuevos géneros musicales a nuestros corazones. Pero es lo mismo. Solo tenemos que saber contarle la historia a nuestros hijos. A la gran metáfora que son nuestros hijos.

Álvaro Lasso nació en Bakú (República de Azerbaiyán) en 1982. A los diez meses fue trasladado a Perú, donde ha desempeñado diversas labores. Allí fundó el festival de poesía Novissima verba (2001-2006), el periódico de poesía Odumodneurtse! (2003-2006), el proyecto Libromóvil (2011-2015) y es editor desde el 2004 de Estruendomudo, una de las editoriales independientes mas representativas de América Latina. Ha publicado tres libros: Dos niñas de Egon Schiele (2006), The Astrud Gilberto Album(2010) e Izquierda Unida (2015), ahora reeditado por La Bella Varsovia. Actualmente vive en Santiago de Chile.